Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for the ‘1.00- EL CAMINO A CRISTO- CONOZCAMOS AL PRINCIPE DEL CIELO-’ Category

EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 36-

¿PODEMOS COMUNICARNOS CON DIOS?

COMO ORAR PARA QUE LAS ORACIONES SEAN CONTESTADAS-parte 4-

Presentemos a Dios nuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores.  No podemos agobiarlo ni cansarlo.  El que tiene contados los cabellos de nuestra cabeza, no es indiferente a las necesidades de sus hijos. “Porque el Señor es misericordioso y compasivo” (Sant.5:11). Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aún por nuestra presentación de ellas.  Llevémosle todo lo que confunda nuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que El no la pueda soportar; El sostiene los mundos, gobierna todos los asuntos del universo.  Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que El no la note.

No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan oscuro que El no pueda leer, ni perplejidad tan grande que El no pueda desenredar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de los labios, sin que el Padre celestial esté al tanto de ello, sin que tome en ello un interés inmediato. “El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.” (Salmo147:3). Las revelaciones entre Dios y cada una de las almas son tan claras y plenas como si no hubiese otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado.

Jesús decía: “Pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros; porque el Padre mismo os ama”  (Juan 16:25,27).  Orar en nombre de Jesús es más que una mera mención de su nombre al principio y al fin de la oración. Es orar con los sentimientos y el espíritu de Jesús creyendo en sus promesas, confiando en su gracia y haciendo sus obras,

Dios no pretende que algunos de nosotros nos hagamos ermitaños o monjes, ni que nos retiremos del mundo a fin de consagrarnos a los actos de adoración.  Nuestra vida debe ser como la vida de Cristo, que estaba repartida entre la montaña y la multitud.  El que no hace nada más que orar, pronto dejará de hacerlo o sus oraciones llegarán a ser una rutina formal.  Cuando los hombres se alejan de la vida social, de la esfera del deber cristiano y de la obligación de llevar su cruz; cuando dejan de trabajar ardientemente por el Maestro que trabajaba con ardor por ellos, pierden lo esencial de la oración y no tienen ya estímulo para la devoción.  Sus oraciones llegar a ser personales y egoístas.  No pueden orar por las necesidades de la humanidad o la extensión del reino de Cristo, ni pedir fuerza con que trabajar.

Sufrimos una pérdida cuando descuidamos la oportunidad de asociarnos para fortalecernos y edificarnos mutuamente en el servicio de Dios.  Las verdades de su Palabra pierden en nuestras almas su vivacidad e importancia. Nuestros corazones dejan de ser alumbrados y vivificados por la influencia santificadora y declinamos en espiritualidad. Aprendamos diariamente más de nuestro Padre celestial, obteniendo una nueva experiencia de su gracia, y entonces desearemos hablar de su amor; así nuestro propio corazón  se encenderá y reanimará.  (Elena White)

Read Full Post »

EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 35-

¿PODEMOS COMUNICARNOS CON DIOS?

COMO ORAR PARA QUE LAS ORACIONES SEAN CONTESTADAS-parte 3-

La perseverancia en la oración ha sido constituida en la condición para recibir. Debemos orar siempre si queremos crecer en fe y en experiencia.  Debemos ser “perseverantes en la oración” (Rom.12:12). “Perseverad en la oración velando en ella, con acciones de gracia”  (Colos.4:2).

El apóstol Pedro exhorta a los cristianos a que sean “sobrios y vigilantes en las oraciones” (Pedro 4:7) Orar sin cesar es mantener una unión no interrumpida del alma con Dios, de modo que la vida de Dios fluya a la nuestra; y de nuestra vida la pureza y la santidad refluyan a Dios.

Es necesario ser diligentes en la oración; ninguna cosa nos lo impida.  Hagamos cuanto podamos para que haya una comunión continua entre Jesús y nuestra alma. Debemos también orar en el círculo de nuestra familia y sobre todo no descuidar la oración privada, porque ésta es la vida del alma. La oración secreta sólo debe ser oída del que escudriña los corazones: Dios.  Ningún oído curioso debe recibir el peso de tales peticiones.  En la oración privada el alma está libre de las influencias del ambiente.  Por una fe sencilla y tranquila el alma se mantiene en comunión con Dios y recoge los rayos de luz divina para fortalecerse y sostenerse en la lucha contra Satanás. Dios es el castillo de nuestra fortaleza.

Oremos en privado, y al ir a nuestro trabajo cotidiano, levantemos a menudo nuestro corazón a Dios. De este modo anduvo Enoc con Dios.  Esas oraciones silenciosas llegan como precioso incienso al trono de la gracia.  Satanás no puede vencer a aquél cuyo corazón está así apoyado en Dios.  No hay tiempo o lugar en que sea impropio orar a Dios.  No hay nada que pueda impedirnos elevar nuestro corazón en ferviente oración.  En medio de las multitudes y del afán de nuestros negocios, podemos ofrecer a Dios nuestras peticiones e implorar la dirección divina. En dondequiera que estemos podemos estar en comunión con El.  Debemos tener abierta continuamente la puerta del corazón, e invitar siempre a Jesús a venir y morar en el alma como huésped celestial.

Aunque estemos rodeados de una atmósfera corrompida y manchada, no necesitamos respirar sus miasmas, antes bien podemos vivir en la atmósfera limpia del cielo.  Podemos cerrar la entrada a toda imaginación impura y a todo pensamiento perverso, elevando el alma a Dios, mediante la oración sincera.  Aquéllos cuyos corazones están abiertos para recibir el apoyo y la bendición de Dios, andarán en una atmósfera más santa que la del mundo y tendrán constante comunión con el cielo.

Necesitamos tener ideas más claras de Jesús y una compresión más completa de las realidades eternas.  La hermosura de la santidad ha de consolar el corazón de los hijos de Dios; y para que ésto se lleve a cabo, debemos buscar las revelaciones divinas de las cosas celestiales.

Extiéndase y elévese el alma para que Dios pueda concedernos respirar la atmósfera celestial.  Podemos mantenernos tan cerca de Dios que en cualquier prueba inesperada nuestros pensamientos se vuelvan a El tan naturalmente como la flor al sol.  (Elena White)

Read Full Post »

EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 34-

¿PODEMOS COMUNICARNOS CON DIOS?

COMO ORAR PARA QUE LAS ORACIONES SEAN CONTESTADAS-parte 2-

Nuestra gran necesidad es en si misma un argumento y habla elocuentemente en nuestro favor. Pero se necesita buscar al Señor para que haga estas cosas por nosotros. Pues dice: “Pedid y se os dará” (Mateo 7:7). Si toleramos la iniquidad de nuestro corazón, si estamos apegados a algún pecado conocido, el Señor no nos oirá; más la oración del alma arrepentida y contrita será siempre aceptada. Cuando hayamos confesado con corazón contrito todos nuestros pecados conocidos, podremos esperar que Dios conteste nuestras peticiones. Nuestros propios méritos nunca nos recomendarán a la gracia de Dios.

Es el mérito de Jesús lo que nos salva y su sangre lo que nos limpia; sin embargo, nosotros tenemos una obra que hacer para cumplir las condiciones de la aceptación. La oración eficaz tiene otro elemento: la fe. “Porque es preciso que el que viene a Dios, crea que existe, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb.11:6).  La seguridad es amplia e ilimitada, y fiel es El que ha prometido. Cuando no recibimos precisamente las cosas que pedimos y al instante, debemos creer aún que el Señor oye y que contestará nuestras oraciones. Algunas veces pedimos cosas que no serían una bendición para nosotros, y  nuestro Padre celestial contesta con amor nuestras oraciones dándonos aquello que es para nuestro más alto bien, aquello que nosotros mismos desearíamos si, alumbrados de celestial saber, pudiéramos ver todas las cosas como realmente son. 

Cuando nos parezca que nuestras oraciones no son contestadas, debemos aferrarnos a la promesa; porque el tiempo de recibir contestación seguramente vendrá y recibiremos las bendiciones que más necesitamos.  Por supuesto, pretender que nuestras oraciones sean siempre contestadas en la misma forma y según lo que en particular pidamos, es presunción.  Dios es demasiado sabio para equivocarse y demasiado bueno para negar un bien a los que andan en integridad.  Así que no temamos confiar en El, aunque no veamos la inmediata respuesta de nuestras oraciones. Confiemos en la seguridad de su promesa: “Pedid y se os dará”

Si consultamos nuestras dudas y temores, o procuramos resolver cada cosa que no veamos claramente, antes de tener fe, solamente se acrecentarán y profundizarán las perplejidades.  Más si venimos a Dios sintiéndonos desamparados y necesitados, como realmente somos, si venimos con humildad y con la verdadera certidumbre de la fe le presentamos nuestras necesidades a Aquél cuyo conocimiento es infinito, a quien nada se le oculta y quien gobierna todas las cosas por su voluntad y palabra, El puede y quiere atender nuestro clamor y hacer resplandecer su luz en nuestro corazón. 

Por la oración sincera nos ponemos en comunicación con la mente del Infinito.  Quizás no tengamos al instante ninguna prueba notable de que el Redentor está inclinado hacia nosotros con compasión y amor; sin embargo es así.  No podemos sentir su toque manifiesto, más su mano nos sustenta con amor y piadosa ternura.

Cuando imploramos misericordia y bendición de Dios, debemos tener un espíritu de amor y perdón en nuestro propio corazón. Si esperamos que nuestras oraciones sean oídas, debemos perdonar a otros como esperamos ser perdonados nosotros. (Elena White)

Read Full Post »

EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 33-

¿PODEMOS COMUNICARNOS CON DIOS?

COMO ORAR PARA QUE LAS ORACIONES SEAN CONTESTADAS-parte 1-

Dios nos habla por la naturaleza y por la revelación, por su Providencia y por la influencia de su Espíritu. Pero ésto no es suficiente, necesitamos abrirle nuestro corazón.  Para tener vida y energía espirituales debemos tener verdadero intercambio con nuestro Padre celestial. Puede ser nuestra mente atraída hacia El; podemos meditar en sus obras, sus misericordias, sus bendiciones; pero ésto no es en el sentido pleno de la palabra, estar en comunión con El.  Para ponernos en comunión con Dios, debemos tener algo que decirle tocante a nuestra vida real.

Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite ésto para que Dios sepa lo que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirlo. La oración no baja a Dios hasta nosotros, antes bien nos eleva a El.

Cuando Jesús estuvo sobre la tierra, enseñó a sus discípulos a orar.  Les enseñó a presentar a Dios sus necesidades diarias y a echar toda su solicitud sobre El. Y la seguridad que les dio de que sus oraciones serian oídas, nos es dada también a nosotros.

Jesús mismo, cuando habitó entre los hombres, oraba frecuentemente.  Nuestro Salvador se identificó con nuestras necesidades y flaquezas convirtiéndose en un suplicante que imploraba de su Padre nueva provisión de fuerza para avanzar fortalecido para el deber y la prueba.  El es nuestro ejemplo en todas las cosas.  Es un hermano en nuestras debilidades, “tentado en todo así como nosotros”, pero como ser inmaculado, rehuyó  el mal; sufrió las luchas y torturas del alma de un mundo de pecado.  Como humano, la oración fue para El una necesidad y un privilegio.  Encontraba consuelo y gozo en estar en comunión con su Padre. Y si el Salvador de los hombres, el Hijo de Dios, sintió necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros, débiles mortales, manchados por el pecado, debemos sentir la necesidad de orar con fervor y constancia!

Nuestro Padre celestial está esperando para derramar sobre nosotros la plenitud de sus bendiciones.  Es privilegio nuestro beber abundantemente en la fuente de amor infinito. Dios está pronto y dispuesto a oír la oración sincera del más humilde de sus hijos y, sin embargo, hay de nuestra parte mucha cavilación para presentar nuestras necesidades delante de Dios.

Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración. Las tentaciones secretas del enemigo lo incitan al pecado; y todo porque no se valen del privilegio que Dios les ha concedido de la bendita oración. ¿Por qué han de ser los hijos e hijas de Dios tan remisos para orar, cuando la oración es la llave en la mano de la fe para abrir el almacén del cielo, en donde están atesorados los recursos infinitos de la Omnipotencia? Sin oración incesante y vigilancia diligente, corremos el riesgo de volvernos indiferentes y de desviarnos del sendero recto.

Nuestro adversario procura constantemente obstruir el camino, para que, no obtengamos mediante suplica y fe, gracia y poder para resistir la tentación.  Hay ciertas condiciones según las cuales podemos esperar que Dios oiga y conteste nuestras oraciones.  Una de las primeras es que sintamos necesidad de su ayuda. El nos ha hecho esta promesa: “Porque derramaré aguas sobre la tierra sedienta, y  corrientes sobre el sequedal”  (Isaías 44:3).  Los que tienen hambre y sed de justicia, los que suspiran por Dios, pueden estar seguros de que serán hartos.  El corazón debe estar abierto a la influencia del Espíritu; de otra manera no puede recibir las bendiciones de Dios. (Elena White)

 

Read Full Post »

EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 32-

LOS DOS LENGUAJES DE LA PROVIDENCIA

COMO ESTUDIAR LA BIBLIA-parte 3-

A medida que meditemos en la perfección del Salvador, desearemos ser enteramente transformados y renovados conforme a la imagen de su pureza.  Nuestra alma tendrá hambre y sed de ser hecha como Aquél a quien adoramos.  Mientras más concentremos nuestros pensamientos en Cristo, más hablaremos de El a otros y lo representaremos ante el mundo.

La Biblia no fue escrita solamente para el hombre erudito; al contrario, fue destinada a la gente común.  Las grandes verdades necesarias para la salvación están presentadas con tanta claridad como la luz del mediodía; y nadie equivocará o perderá el camino, salvo los que sigan su juicio privado en vez de la voluntad divina tan claramente revelada. No debemos conformarnos con el testimonio de ningún hombre en cuanto a lo que enseñan las Santas Escrituras, sino que debemos estudiar las palabras de Dios por nosotros mismos.  Si dejamos que otros piensen por nosotros, nuestra energía quedará mutilada y limitadas nuestras aptitudes. Las nobles facultades del alma pueden perder tanto por no ejercitarse en temas dignos de su concentración, que lleguen a ser incapaces de penetrar la profunda significación de la Palabra de Dios. 

La inteligencia se desarrollará si se emplea en investigar la relación de los asuntos de la Biblia, comparando texto con texto y lo espiritual con lo espiritual.  No hay ninguna cosa mejor para fortalecer la inteligencia que el estudio de las Santas Escrituras.  Ningún libro es tan potente para elevar los pensamientos, para dar vigor a las facultades, como las grandes y ennoblecedoras verdades de la Biblia.  Si se estudiara la Palabra de Dios como se debe, los hombres tendrían una grandeza de espíritu, una nobleza de carácter y una firmeza de propósito, que raramente pueden verse en estos tiempos.

Uno puede leer toda la Biblia y quedarse, sin embargo, sin ver su belleza o comprender su sentido profundo y oculto.  Un pasaje estudiado hasta que su significado nos parezca claro y evidentes sus relaciones con el plan de la salvación, es de mucho más valor que la lectura de muchos capítulos sin un propósito determinado y sin obtener ninguna instrucción positiva.  No podemos obtener sabiduría sin una atención verdadera y un estudio con oración. El que perseverantemente escudriña la Palabra buscando sus tesoros ocultos, encontrará verdades del mayor valor, que se ocultan de la vista del investigador descuidado.  Las palabras de la inspiración, examinadas en el alma, serán como ríos de agua que manan de la fuente de la vida.

Antes de abrir sus páginas debemos pedir la iluminación del Espíritu Santo, y ésta nos será dada. Jesús nos dará luz para saber lo que es la verdad.  Los ángeles del mundo de luz estarán con los que busquen con humildad de corazón la dirección divina.  El Espíritu Santo exalta y glorifica al Salvador, presenta a Cristo, la pureza de su justicia y la gran salvación que tenemos por El. ¡Cuánto no estimará  Dios a la raza humana, siendo que dio a su Hijo para que muriese por ella y manda su Espíritu para que sea el Maestro y continuo guía del hombre!  (Elena White).

  • “Del trabajo de su alma verá y
  • será saciado; con su conocimiento
  • justificará mi siervo justo a muchos, y
  • El llevará las iniquidades de ellos”  (Isaías 53:11)

Read Full Post »

EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 31-

LOS DOS LENGUAJES DE LA PROVIDENCIA

COMO ESTUDIAR LA BIBLIA-parte 2-

El poeta y el naturalista tienen muchas cosas que decir acerca de la naturaleza, pero es el cristiano el que más goza de la belleza de la tierra, porque reconoce la obra de la mano de su Padre y percibe su amor.  Dios nos habla mediante sus obras providenciales y por la influencia de su Espíritu Santo en el corazón. En nuestras circunstancias y ambiente, en los cambios que suceden diariamente en torno nuestro, podemos encontrar preciosas lecciones, si tan sólo nuestros corazones están abiertos para recibirlas.  El salmista, trazando la obra de la Providencia divina, dice: “La tierra está llena de la misericordia de Jehová.” (Salmo 33:5)  “¡Quien sea sabio, observe estas cosas; y consideren todos la misericordia de Jehová!” (Salmo 107:43).

Dios nos habla también en su Palabra. En ella tenemos en líneas más claras la revelación de su carácter, de su trato con los hombres y de la gran obra de la redención.  En ella se nos presenta la historia de los patriarcas y profetas y de otros hombres santos de la antigüedad.  Ellos eran hombres sujetos “a las mismas debilidades que nosotros” (Sant. 5:17). Vemos como lucharon entre descorazonamientos como los nuestros, como cayeron bajo tentaciones como hemos caído nosotros y, sin embargo, cobraron nuevo valor y vencieron por la gracia de Dios; y recordándolos, nos animamos en nuestra lucha por la justicia.

Al leer el relato de los preciosos sucesos que se les permitió experimentar, la luz, el amor y la bendición que les tocó gozar y la obra que hicieron por la gracia a ellos dada, el espíritu que los inspiró enciende en nosotros un fuego de santo celo y un deseo de ser como ellos en carácter y andar con Dios como ellos.

Jesús dijo de las Escrituras del Antiguo Testamento “Ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39), el Redentor, Aquél en quien nuestras esperanzas de vida eterna se concentran.  Si, la Biblia entera nos habla de Cristo.  Desde el primer relato de la creación, de la cual se dice: “Sin El nada de lo que es hecho, fue hecho” (Juan 1:3), hasta la última promesa: “¡He aquí, yo vengo presto!” (Apoc.22:12). Si deseamos conocer al Salvador, estudiemos las Santas Escrituras.

Llenemos nuestro corazón de las palabras de Dios. Son el agua viva que apaga nuestra sed.  Son el pan vivo que descendió del cielo.  Jesús declara: A menos que comáis la carne del Hijo del hombre, y bebáis su sangre, no tendréis vida en vosotros.” “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”  (Juan 6:53,63).  Nuestros cuerpos viven de lo que comemos y bebemos; y lo que sucede en la vida natural sucede en la espiritual: lo que meditamos es lo que da tono y vigor a nuestra naturaleza espiritual.

El tema de la redención, será la ciencia y el canto de los redimidos durante las edades de la eternidad. La infinita misericordia y el amor de Jesús, el sacrificio hecho en nuestro favor, demandan de nosotros la más seria y solemne reflexión. Cuando contemplemos así los asuntos celestiales, nuestra fe y amor serán más fuertes y nuestras oraciones más aceptables a Dios. Habrá una confianza constante en Jesús y una experiencia viva y diaria en su poder de salvar completamente a todos los que van a Dios por medio de El.  (Elena White)

Read Full Post »

EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 30-

LOS DOS LENGUAJES DE LA PROVIDENCIA

COMO ESTUDIAR LA BIBLIA-parte 1-

Son muchas las formas en que Dios está procurando dársenos a conocer y ponernos en comunión con El.  La naturaleza habla sin cesar a nuestros sentidos. El corazón que está preparado quedará impresionado por el amor y la gloria de Dios tal como se revelan en las obras de sus manos.  El oído atento puede escuchar y entender las comunicaciones de Dios por las cosas de la naturaleza.  Los verdes campos, los elevados árboles, las flores, la lluvia que cae, el arroyo que murmura, las glorias de los cielos, hablan a nuestro corazón y nos invitan a conocer a Aquél que lo hizo todo.

Nuestro Salvador entrelazó sus preciosas lecciones con las cosas de la naturaleza.  Los árboles, los pájaros, las flores, los valles, las colinas, los lagos y los hermosos cielos, así como los incidentes y las circunstancias de la vida diaria, fueron todos ligados a las palabras de verdad, a fin de que sus lecciones fuesen así traídas a menudo a la memoria, aún en medio de los cuidados de la vida de trabajo del hombre. Dios quiere que sus hijos aprecien sus obras y se deleiten de la sencilla y tranquila hermosura con que El ha adornado nuestra morada terrenal.  El es amante de lo bello y, sobre todo, ama la belleza del carácter, que es mas atractiva que todo lo externo; y quiere que cultivemos la pureza y la sencillez, las gracias características de las flores.

 Si tan sólo queremos escuchar, las obras que Dios ha hecho nos enseñarán lecciones preciosas de obediencia y confianza. Desde las estrellas que en su carrera por el espacio sin huellas siguen de siglo en siglo sus sendas asignadas hasta el átomo más pequeño, las cosas de la naturaleza obedecen a la voluntad del Creador.  Y Dios cuida y sostiene todas las cosas que ha creado.  El que sustenta los innumerables mundos diseminados por la inmensidad, también tiene cuidado de los gorriones que entonan su humilde canto.  Cuando los hombres van a su trabajo o cuando el rico se sacia en su palacio, o cuando el pobre reúne a sus hijos alrededor de su escasa mesa, el Padre celestial vigila tiernamente a todos.  No se derraman lágrimas sin que El lo note.  No hay sonrisa que para El pase inadvertida.

Si creyéramos plenamente ésto, toda ansiedad indebida desaparecería.  Nuestras vidas no estarían tan llenas de desengaños como ahora; porque cada cosa, grande o pequeña, debe dejarse en las manos de Dios, quien no se confunde por la multiplicidad de los cuidados, ni se abruma por su peso.  Gozaríamos entonces del reposo del alma al cual muchos han sido por largo tiempo extraños.

Cuando nuestros sentidos se deleiten en la amena belleza de la tierra, pensemos en el mundo venidero que nunca conocerá mancha de pecado ni de muerte; donde la faz de la naturaleza no llevara más la sombra de la maldición. En los variados dones de Dios en la naturaleza no vemos sino el reflejo más pálido de su gloria. (Elena White) 

«Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. (1Cor.2:9)

Read Full Post »

EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 29-

EL GOZO DE LA COLABORACION

COMO CRECER EN EL AL COMPARTIR SU SACRIFICIO-parte 3-

Si los discípulos de Cristo comprendiesen su deber, habría mil heraldos del Evangelio a los gentiles donde hoy hay uno.  Y todos los que no pudieran dedicarse personalmente a la obra, la sostendrían con sus recursos, simpatías y oraciones.  Y habría de seguro más ardiente trabajo por las almas en los países cristianos.

No necesitamos ir a tierras de paganos, ni aún dejar el pequeño círculo del hogar, si es ahí a donde el deber nos llama a trabajar por Cristo.  Podemos hacer ésto en el seno del hogar, en la iglesia, entre aquellos con quienes nos asociamos y con quienes negociamos. Nuestro Salvador pasó la mayor parte de su vida terrenal trabajando pacientemente en la carpintería de Nazaret.  Los ángeles ministradores servían al Señor de la vida mientras caminaba con campesinos y labradores, desconocido y no honrado.  El estaba cumpliendo su misión tan fielmente mientras trabajaba en su humilde oficio, como cuando sanaba a los enfermos o caminaba sobre las olas tempestuosas del mar de Galilea.  Así, en los deberes más humildes y en las posiciones más bajas de la vida, podemos andar y trabajar con Jesús.

El apóstol dice:”Cada uno permanezca para con Dios en aquel estado en que fue llamado” (1Cor.7:24).  El hombre de negocios puede dirigir sus negocios de un modo que glorifique a su Maestro por su fidelidad.  Si es verdadero discípulo de Cristo, pondrá en práctica su religión en todo lo que haga y revelará a los hombres el espíritu de Cristo.  El obrero manual puede ser diligente y fiel representante de Aquél que se ocupó en los trabajos humildes de la vida. Todo aquél que lleva el nombre de Cristo debe obrar de tal modo que los otros, viendo sus buenas obras, sean inducidos a glorificar a su Creador y Redentor.

Muchos se excusan de poner sus dones al servicio de Cristo porque otros poseen mejores dotes y ventajas.  Ha prevalecido la opinión de que solamente los que están especialmente dotados tienen que consagrar sus habilidades al servicio de Dios.  Muchos han llegado a la conclusión de que el talento se da sólo a cierta clase favorecida, excluyendo a otros. Cuando el Señor de la casa llamó a sus siervos dio a cada uno su trabajo.  Con el espíritu amoroso podemos ejecutar los deberes más humildes de la vida “como para el Señor” (Colos.3:23). 

Si tenemos el amor de Dios en nuestro corazón, se manifestará en nuestra vida.  El suave olor de Cristo nos rodeará y nuestra influencia elevará y beneficiará a otros. No debemos esperar mejores oportunidades o habilidades extraordinarias para empezar a trabajar por Dios.  No necesitamos preocuparnos en lo más mínimo de lo que el mundo dirá de nosotros.  Si nuestra vida diaria es un testimonio de la pureza y sinceridad de nuestra fe y los demás están convencidos de nuestros deseos de hacer el bien, nuestros esfuerzos no serán enteramente perdidos. No necesitamos cargarnos de ansiedad por el éxito.  Tenemos solamente que seguir adelante con tranquilidad, haciendo fielmente la obra que la providencia de Dios indique, y nuestra vida no será inútil.  Nuestras propias almas crecerán cada vez más a la semejanza de Cristo; seremos colaboradores de Dios en esta vida, y así nos estaremos preparando para la obra más elevada y el gozo sin sombra de la vida venidera.  (Elena White)

  • “No temas en nada lo que vas a
  • padecer.  He aquí, el diablo echará a
  • algunos de vosotros en la cárcel para que
  • seáis probados, y tendréis tribulación por
  • diez días.  Se fiel hasta la muerte, y yo te
  • daré la corona de la vida”  (Apoc.2:10)
  • “Tu guardarás en completa paz a aquél
  • cuyo pensamiento en ti persevera; porque
  • en ti ha confiado. Confiad en Jehová
  • perpetuamente, porque en Jehová el Señor
  • está la fortaleza de los siglos”  (Isaías 26:3-4)

Read Full Post »

EL CAMINO A CRISTO-EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 28-

EL GOZO DE LA COLABORACION

COMO CRECER EN EL AL COMPARTIR SU SACRIFICIO-parte 2-

Dios ha concedido a los hombres el privilegio de ser hechos participantes de la naturaleza divina y de difundir a su vez bendiciones para sus hermanos.  Este es el honor más alto y el gozo más grande que Dios pueda conferir a los hombres.  Los que así participan en trabajos de amor, se acercan más a su Creador.

Dios podría haber encomendado el mensaje del Evangelio, y toda la obra del ministerio de amor, a los ángeles del cielo.  Podría haber empleado otros medios para llevar a cabo su obra.  Pero en su amor infinito quiso hacernos colaboradores con El, con Cristo y con los ángeles, para que participemos de la bendición, del gozo y de la elevación espiritual que resultan de este abnegado ministerio.

Somos inducidos a simpatizar con Cristo, asociándonos a sus padecimientos.  Cada acto de sacrificio personal por el bien de otros robustece el espíritu de caridad en el corazón y lo une más fuertemente al Redentor del mundo, quien “siendo El rico, por vuestra causa se hizo pobre, para que vosotros, por medio de su pobreza, llegaseis a ser ricos” (2 Cor.8:9).  Y solamente cuando cumplimos así el designio que Dios tenía al crearnos, puede la vida ser una bendición para nosotros.

Si trabajamos como Cristo quiere que sus discípulos trabajen y ganen almas para El. Sentiremos la necesidad de una experiencia más profunda y de un conocimiento más grande de las cosas divinas y tendremos hambre y sed de justicia.  Abogaremos con Dios y nuestra fe se robustecerá; y nuestra alma beberá en abundancia de la fuente de la salud.  El encontrar oposición y pruebas nos llevará a la Biblia y a la oración.  Creceremos en la gracia y en el conocimiento de Cristo y adquiriremos una rica experiencia.

El trabajo desinteresado por otros da al carácter profundidad, firmeza y amabilidad parecidas a las de Cristo; trae paz y felicidad al que lo realiza.  Las aspiraciones se elevan.  No hay lugar para la pereza o el egoísmo.  Los que de esta manera ejerzan las gracias cristianas crecerán y se harán fuertes para trabajar por Dios.  Tendrán claras percepciones espirituales, una fe firme y creciente y un acrecentado poder en la oración. El Espíritu de Dios, que mueve su espíritu, pone en juego las sagradas armonías del alma, en respuesta al toque divino.  Los que así se consagran a un esfuerzo desinteresado por el bien de otros, están obrando ciertamente su propia salvación. 

El único modo de crecer en la gracia es haciendo desinteresadamente la obra que Cristo ha puesto en nuestras manos: comprometernos, en la medida de nuestra capacidad, a ayudar y beneficiar a los que necesitan la ayuda que podemos darles.  La fuerza se desarrolla con el ejercicio, la actividad es la misma condición de la vida. Los que se esfuerzan en mantener una vida cristiana aceptando pasivamente las bendiciones que vienen por la gracia, sin hacer nada por Cristo, procuran simplemente vivir comiendo sin trabajar.  Pero el resultado de ésto, tanto en el mundo espiritual como en el temporal, es siempre la degeneración y decadencia.

La iglesia de Cristo es el agente elegido por Dios para la salvación de los hombres.  Su misión es extender el Evangelio por todo el mundo.  Y la obligación recae sobre todos los cristianos.  Cada uno de nosotros, hasta donde lo permitan sus talentos y oportunidades, tiene que cumplir con la comisión del Salvador. El amor de Cristo que nos ha sido revelado nos hace deudores a cuantos no lo conocen.  Dios nos dio luz no sólo para nosotros sino para que la derramemos sobre ellos.  (Elena White)

 

Read Full Post »

EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 27-

EL GOZO DE LA COLABORACION

COMO CRECER EN EL AL COMPARTIR SU SACRIFICIO-parte 1-

Dios es la fuente de vida, luz y gozo para el universo.  Como los rayos de la luz del sol, como las corrientes de agua que brotan de un manantial vivo, las bendiciones descienden de El a todas sus criaturas.  Y dondequiera que la Vida de Dios esté en el corazón de los hombres, inundan a otros de amor  y bendición. 

El gozo de nuestro Salvador se cifraba en levantar y redimir a los hombres caídos. Para lograr este fin no consideró su vida como cosa preciosa, más sufrió la cruz menospreciando la ignominia.  Así los ángeles están siempre empeñados en trabajar por la felicidad de otros. Este es su gozo. Lo que los corazones egoístas considerarían un servicio degradante, servir a los que son infelices, y bajo todo aspecto inferiores a ellos en carácter y jerarquía, es la obra de los ángeles exentos de pecado.  El espíritu de amor y abnegación de Cristo es el espíritu que llena los cielos y es la misma esencia de su gloria. Este es el espíritu que poseerán los discípulos de Cristo, la obra que harán.

Cuando el amor de Cristo está guardado en el corazón, como dulce fragancia, no puede ocultarse.  Su santa influencia será percibida por todos aquellos con quienes nos relacionemos.  El espíritu de Cristo en el corazón es como un manantial en un desierto que se derrama para refrescarlo todo y despertar, en los que ya están por perecer, ansias de beber del agua de la vida. El amor a Jesús se manifestará por el deseo de trabajar, como El trabajo, por la felicidad y elevación de la humanidad.  Nos inspirará amor, ternura y simpatía por todas las criaturas que gozan del cuidado de nuestro Padre celestial.

La vida terrenal del Salvador no fue una vida de comodidad y devoción a si mismo, sino que trabajó con un esfuerzo persistente, ardiente, infatigable por la salvación de la perdida humanidad.  Desde el pesebre hasta el Calvario, siguió la senda de la abnegación y no procuró estar libre de las tareas arduas, duros viajes y penosísimo cuidado y trabajo.  Dijo: El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).  Tal fue el gran objeto de su vida.  Todo lo demás fue secundario y accesorio.  Fue su comida y bebida hacer la voluntad de Dios y acabar su obra.  No había amor propio ni egoísmo en su trabajo.

Así también los que son participantes de la gracia de Cristo están dispuestos a hacer cualquier sacrificio a fin de que aquéllos por los cuales El murió tengan parte en el don celestial. Este espíritu es el fruto seguro del alma verdaderamente convertida.  Tan pronto como viene uno a Cristo, nace en el corazón un vivo deseo de hacer conocer a otros cuán precioso amigo ha encontrado en Jesús; la verdad salvadora y santificadora no puede permanecer encerrada en el corazón.  Si estamos revestidos de la justicia de Cristo y rebosamos de gozo por la presencia de su Espíritu, no podremos guardar silencio.  Si hemos probado y visto que el Señor es bueno, tendremos algo que decir a otros, desearemos que los que nos rodean puedan ver al  “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”  (Juan 1:29).

(Elena White)

 

Read Full Post »

« Newer Posts - Older Posts »