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EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 36-

¿PODEMOS COMUNICARNOS CON DIOS?

COMO ORAR PARA QUE LAS ORACIONES SEAN CONTESTADAS-parte 4-

Presentemos a Dios nuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores.  No podemos agobiarlo ni cansarlo.  El que tiene contados los cabellos de nuestra cabeza, no es indiferente a las necesidades de sus hijos. “Porque el Señor es misericordioso y compasivo” (Sant.5:11). Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aún por nuestra presentación de ellas.  Llevémosle todo lo que confunda nuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que El no la pueda soportar; El sostiene los mundos, gobierna todos los asuntos del universo.  Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que El no la note.

No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan oscuro que El no pueda leer, ni perplejidad tan grande que El no pueda desenredar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de los labios, sin que el Padre celestial esté al tanto de ello, sin que tome en ello un interés inmediato. “El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.” (Salmo147:3). Las revelaciones entre Dios y cada una de las almas son tan claras y plenas como si no hubiese otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado.

Jesús decía: “Pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros; porque el Padre mismo os ama”  (Juan 16:25,27).  Orar en nombre de Jesús es más que una mera mención de su nombre al principio y al fin de la oración. Es orar con los sentimientos y el espíritu de Jesús creyendo en sus promesas, confiando en su gracia y haciendo sus obras,

Dios no pretende que algunos de nosotros nos hagamos ermitaños o monjes, ni que nos retiremos del mundo a fin de consagrarnos a los actos de adoración.  Nuestra vida debe ser como la vida de Cristo, que estaba repartida entre la montaña y la multitud.  El que no hace nada más que orar, pronto dejará de hacerlo o sus oraciones llegarán a ser una rutina formal.  Cuando los hombres se alejan de la vida social, de la esfera del deber cristiano y de la obligación de llevar su cruz; cuando dejan de trabajar ardientemente por el Maestro que trabajaba con ardor por ellos, pierden lo esencial de la oración y no tienen ya estímulo para la devoción.  Sus oraciones llegar a ser personales y egoístas.  No pueden orar por las necesidades de la humanidad o la extensión del reino de Cristo, ni pedir fuerza con que trabajar.

Sufrimos una pérdida cuando descuidamos la oportunidad de asociarnos para fortalecernos y edificarnos mutuamente en el servicio de Dios.  Las verdades de su Palabra pierden en nuestras almas su vivacidad e importancia. Nuestros corazones dejan de ser alumbrados y vivificados por la influencia santificadora y declinamos en espiritualidad. Aprendamos diariamente más de nuestro Padre celestial, obteniendo una nueva experiencia de su gracia, y entonces desearemos hablar de su amor; así nuestro propio corazón  se encenderá y reanimará.  (Elena White)

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MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-173-

PSICOLOGIA PRÁCTICA-parte 10-

 

INFLUENCIAS NEGATIVAS DE LA MENTE: Por la perversión de los apetitos y las pasiones, el hombre ha perdido el poder de Dios pero se ha provisto un remedio para la santificación de la humanidad.-parte 2

PERDIDA DE LA INTEGRIDAD CONSCIENTE: Cuando perdemos nuestra integridad consciente, nuestra alma se convierte en un campo de batalla para Satanás, abrigamos dudas y temores, suficientes para paralizar nuestras energías y conducirnos al desánimo.

LA OBRA ESPECIAL DE SATANÁS CONSISTE EN CAUSAR DISENSION: El descuido por cultivar tierna consideración y paciencia unos para con otros ha producido disensión, crítica, y desunión en general. 

Dios nos llama a esforzarnos por responder a la oración de Cristo para que sus discípulos estuvieran en unidad así como El está en unidad con el Padre. 

La obra especial de Satanás es ocasionar disensión, para que el mundo sea privado del testimonio más poderoso que los cristianos puedan dar: que Dios ha enviado a su Hijo para poner en armonía las mentes turbulentas, egoístas, envidiosas, celosas e intolerantes.

LAS FUERZAS EMOCIONALES NEGATIVAS CAUSAN DESORDEN EN TODO EL SER: La envidia y los celos son enfermedades que alteran todas las facultades del ser.  Se originaron con Satanás en el paraíso.

Aquellos que escuchan su voz, rebajarán a otro, y los desfigurarán y falsificarán a fin de hacerse publicidad a sí mismos.  Pero ninguna cosa que contamina puede entrar en el cielo; a menos que quienes fomenten este espíritu sean cambiados, nunca podrán entrar allí.

CUANDO SE PIERDE EL PODER DE DIOS: Los hombres y las mujeres han sido comprados por precio, y ¡que precio!: la vida misma del Hijo de Dios.   Como consecuencia de la perversión de los apetitos y las pasiones, el hombre ha perdido el poder de Dios y se convertido en un instrumento de injusticia. 

Todo el ser está enfermo -cuerpo, alma y espíritu- pero había sido provisto un remedio para la santificación de la humanidad.  La mente y el cuerpo no santificados pueden recibir purificación.  Se ha hecho una maravillosa provisión para que podamos recibir perdón y salvación.

Quienquiera observe sencillez en todos sus hábitos, domine el apetito y controle las pasiones, podrá conservar fuertes, activas y vigorosas sus facultades mentales. 

Rápidas para percibir todo lo que demande pensamiento y acción, sensibles para discriminar entre lo santo y lo profano, y listas para dedicarse a toda empresa que redunde en gloria para Dios y en beneficio para la humanidad.

CUANDO SE CARECE DE UN ACTITUD MENTAL SALUDABLE: Quienes caen en la trampa de Satanás no han llegado a tener una actitud mental saludable.  Están ofuscados, se dan importancia y son autosuficientes.

¡Con qué pesar mira el Señor y escucha sus grandilocuentes palabras llenas de vanidad. Están inflados de orgullo.  El enemigo los mira con sorpresa al ver que puede cautivarlos con tanta facilidad.

LA TRAMPA DEL ENEMIGO ES EL EXCESO DE CONFIANZA: Cuán vano es el auxilio del hombre cuando el poder de Satanás se ejerce sobre un ser humano que se exaltado a sí mismo. En su confianza propia entra directamente en la trampa del enemigo, y cae en sus redes. 

No hizo caso de las advertencias que se le dieron y cayó presa de Satanás.  Si hubiera caminado humildemente con Dios, habría corrido al lugar de refugio que Dios le había preparado.  En tiempos de peligro habría estado seguro, porque Dios habría levantado bandera a favor de él frente al enemigo.

Elena White

Continúa en parte 174

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MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 85-

 

EL TEMOR. Presentemos a Dios nuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores.  No podemos agobiarlo ni cansarlo…Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas…-parte 3-

LOS TRATOS DE DIOS SON CLAROS: Pero al mismo tiempo no quiere que nos engañemos.  El nos dice:No temas; no hay peligro en tu camino”. El sabe que hay pruebas y peligros y nos lo ha manifestado abiertamente.  El no ofrece quitar a su pueblo de en medio de este mundo de pecado y maldad, sino que le presenta un refugio que nunca falla.  Su oración por los discípulos fue:

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. “En el mundo –dice- tendréis tribulación; pero tened buen ánimo; yo he vencido al mundo” (Juan 17:15; 16:33).

APARTEMOS LA VISTA DEL YO: Apartemos  nuestra vista de nosotros mismos y miremos a Jesús. Nosotros podemos reconocer que somos pecadores, y al mismo tiempo es nuestro privilegio reconocer a Cristo como nuestro Salvador.  No vino a llamar justos sino a pecadores al arrepentimiento.  Satanás le presentará a la mente humana dificultades y sugerencias para debilitar la fe y destruir el valor. 

Tiene muchísimas tentaciones que pueden acudir en tropel a la mente, una detrás de otra; pero si nosotros estudiamos detenidamente nuestras emociones y damos lugar a nuestros sentimientos, estaremos atendiendo al mal huésped de la duda, y al hacerlo nos enredaremos en perplejidades y desesperación. ¿Qué hay que hacer frente a estas terribles sugerencias? 

Expulsémoslas de nuestra mente mediante la contemplación de las incomparables profundidades del amor del Salvador.  No exaltemos nuestros sentimientos, no discutamos con ellos, no los adoremos, ya sean buenos o malos, tristes o animadores.

VENZAMOS EL TEMOR MEDIANTE LA CONFIANZA EN CRISTO: Jesús nos invita a acudir a El, y entonces levantará la carga de nuestros cansados hombros y pondrá sobre nosotros su yugo, que es fácil, y su carga, que es liviana. La senda por la cual nos sugiere caminar nunca nos habría costado un sufrimiento si siempre hubiéramos andado por ella. Cuando nos apartamos de la senda del deber, nos volvemos difíciles y agresivos. 

Los sacrificios que debemos hacer al seguir a Cristo son sólo otros tantos pasos para regresar a la senda de la luz, la paz y la felicidad.  Las dudas y los temores provienen del hecho de admitirlos; mientras más los admitimos, más difíciles de vencer se volverán. Hay seguridad en rechazar todo sostén terrenal y tomar la mano del que levantó y salvó al discípulo que se hundía en el tormentoso mar.

CRISTO, EL PORTADOR DE CARGAS: Presentemos a Dios nuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores.  No podemos agobiarlo ni cansarlo…Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aún por nuestra presentación de ellas.  Ninguna cosa es demasiado grande que El no pueda soportarla; El sostiene los mundos y gobierna todos los asuntos del universo. 

Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que El no la note.  No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan oscuro que El no pueda leer, ni perplejidad tan grande que El no pueda desenredar.

Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo puede alegrar, ninguna oración sincera escapará de los labios, sin que el Padre Celestial esté al tanto de ello, sin que tome en ello un interés inmediato…

Las relaciones entre Dios y cada alma son tan claras y plenas como si no hubiese otra alma sobre la tierra a quien brindar su cuidado, otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado.  (Elena White)

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