PARA LA GLORIA DE DIOS- En su Palabra y la naturaleza Dios a revelado los principios de la vida y por medio del conocimiento y la obediencia cooperamos con Dios en restaurar la salud del cuerpo tanto como la del alma.
Se nos concede UNA sola vida; y la pregunta que cada uno debe hacerse es: ¿Cómo puedo invertir mis facultades de manera que rindan el mayor provecho? ¿Cómo puedo hacer más para la gloria de Dios y el beneficio de mis semejantes? Pues la vida es valiosa sólo en la medida en que se la usa para el logro de estos propósitos.
Nuestro primer deber hacia Dios y nuestros semejantes es el desarrollo individual. Cada facultad con que el Creador nos ha dotado debemos cultivarla hasta el más alto grado de perfección, para realizar la mayor suma de bien de la cual seamos capaces. Por tanto, está bien invertido el tiempo que se usa en la adquisición y la preservación de la salud física y mental. No podemos permitirnos empequeñecer o inhabilitar ninguna función del cuerpo o de la mente. Con la misma seguridad con que lo hagamos, deberemos sufrir las consecuencias.
ESCOGER LA VIDA O LA MUERTE
Cada hombre tiene la oportunidad, en alto grado, de hacer de sí mismo lo que elija ser. Las bendiciones de esta vida, están a su alcance. Puede él formar un carácter de gran excelencia, y adquirir nueva fuerza a cada paso. Puede avanzar diariamente en conocimiento y sabiduría, consciente de que el progreso le proporcionará nuevas delicias, y añadir una virtud a otra, una gracia a otra. Sus facultades mejorarán con el uso; cuando más sabiduría obtenga, mayor será su capacidad para adquirir más aún. Su inteligencia, conocimiento y virtud se desarrollarán así para adquirir mayor fuerza y más perfecta simetría.
Por otra parte, puede permitir que sus facultades se herrumbren por falta de uso, o que sean pervertidas por malos hábitos, y por falta de dominio propio o de vigor moral y religioso. Entonces marcha hacia abajo; es desobediente a la ley de Dios y a las leyes de salud. El apetito lo domina. La inclinación lo desvía. Le resulta más fácil permitir que los poderes del mal, que están siempre activos, lo arrastren hacia atrás que luchar contra ellos y avanzar. Sigue luego la disipación, la enfermedad y la muerte. Esta es la historia de muchas vidas que podrían haber sido útiles en la causa de Dios y la humanidad.
BUSCAD LA PERFECCIÓN
Dios quiere que alcancemos el ideal de perfección hecho posible para nosotros por el don de Cristo. Nos invita a escoger el lado de la justicia, a ponernos en relación con los agentes celestiales, a adoptar principios que restaurarán en nosotros la imagen divina. En su Palabra escrita y en el gran libro de la naturaleza ha revelado los principios de la vida. Es tarea nuestra conocer estos principios y por medio de la obediencia cooperar con Dios en restaurar la salud del cuerpo tanto como la del alma.
UN ASUNTO DE OBEDIENCIA
La obligación que tenemos para con Dios de presentarle cuerpos limpios, puros y sanos, no se comprende. Existen reglas divinamente establecidas que, si se observan, guardarán a los seres humanos de la enfermedad y la muerte prematura.
Dios es tan ciertamente el autor de las leyes físicas como lo es de la ley moral. Su ley está escrita con su propio dedo sobre cada nervio, cada músculo y cada facultad que ha sido confiada al hombre. Toda función ha sido hecha maravillosa y sabiamente. Podemos contemplar y admirar la obra de Dios en el mundo natural, pero la habitación humana es la más admirable. Los que transgreden la ley de Dios en su organismo físico, tendrán la inclinación a violar la ley de Dios pronunciada desde el Sinai. (Los Diez Mandamientos). (Consejos sobre el Régimen Alimenticio- Elena White)
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