ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 50-
COMO SOMOS SALVOS –parte 17-
LA CRUZ Y LA LEY-parte 1-
En la Biblia se mencionan dos montes que guardan una relación estrecha con nuestra salvación. El primero de ellos es el monte Sinaí (el monte de la Ley) y el segundo es el monte Calvario (el monte de la gracia). A muchos les encanta hablar del monte Calvario (el monte de la gracia), pero no les gusta que se diga nada en cuanto al monte Sinaí (el monte de la Ley). ¿Por qué es así?
En el monte Sinaí Dios reveló su Ley (ver Éxodo 19 y 20). Como ya hemos visto, esta Ley condena el pecado y como todos hemos pecado, estamos todos bajo condenación. Toda la raza humana está bajo sentencia de muerte por desobedecer la Ley del monte Sinaí. Esa Ley no nos puede perdonar ni cambiar, pero si nos puede mostrar que necesitamos el perdón y la gracia. Nadie puede hablar de la gracia sin hablar al mismo tiempo de la Ley. Ilustremos este punto.
Supongamos que cierto día alguien va a visitar al médico de familia para que le haga el examen físico anual. Al hacerle varios análisis, descubre que tiene cáncer. Obviamente el médico no tiene la culpa de su cáncer por haberlo detectado; más bien le está haciendo un favor al detectarlo, pues ahora va a buscar a un oncólogo que puede curar su terrible enfermedad.
En efecto, el médico le dice: “Yo no puedo curar su cáncer, pues soy experto tan sólo en detectarlo; pero conozco a un médico que no ha perdido ni un solo caso. Ha curado el 100% de los pacientes que han ido a él”.
Si esa persona no supiera que tiene cáncer, no buscaría a quien lo sanara. Sería ridículo que dijera: “El médico tiene la culpa del cáncer por haberlo detectado. Ahora tiene que deshacerse del médico y se arreglará el problema” El problema no es el médico sino la enfermedad. El médico es bueno pero el cáncer es malo. Hay que conseguir quien sane el cáncer, no quien se deshaga del médico.
Asimismo, cada ser humano padece del cáncer del pecado. Es la Ley de Dios la que trae a luz nuestro pecado y nos muestra la necesidad que tenemos de sanidad. Si no fuera por la Ley, no sabríamos que estamos enfermos y no buscaríamos una cura. La Ley no es mala por revelar nuestro pecado. Deshacerse de la Ley no resuelve absolutamente nada. No es la Ley la que necesita arreglo sino nosotros. Sin embargo, muchos cristianos creen que clavando la Ley en la cruz resuelven el problema del pecado.
Nadie puede hablar de la gracia sin hablar de la Ley. La Ley detecta nuestro pecado y nos manda a Cristo, el gran Salvador. La Ley es el ayo que nos conduce a Cristo (ver Gálatas 3:19, 24). Si no fuera por la ley no sabríamos que necesitamos la gracia. ¡Anular la Ley es anular la gracia!
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