¿QUE ES LA JUSTIFICACION POR LA FE?
DOS CLASES DE JUSTICIA
“La justicia por la cual somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera es nuestro derecho al cielo; la segunda nuestra idoneidad para el cielo”. (Elena White).
En este párrafo tan iluminador, se nos plantean dos momentos distintos del proceso de nuestra salvación, dos aspectos diversos del plan de redención, que son en cierta forma sucesivos, pero a la vez simultáneos; dos diferentes fases de la misma justicia de Cristo, la única que satisface a Dios y nos hace santos.
Analicemos en forma esquemática estas dos fases:
A) LA JUSTICIA DE CRISTO POR LA CUAL SOMOS JUSTIFICADOS.
- Nos es imputada, es decir, acreditada, adjudicada gratuitamente sin merecerla.
- Es nuestro derecho al cielo. Es el único mérito que podemos invocar.
- Nos justifica, es decir, nos convierte en justos a la vista de Dios.
- La recibimos exclusivamente por la fe, y en forma gratuita e inmerecida.
Efe.2:8, 9: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y ésto no de vosotros, pues es don (regalo) de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
Rom.3:24: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
Rom.5:1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
- La fe implica el arrepentimiento, la confesión y la aceptación de Cristo, como Salvador. Esto significa que nosotros vamos a Dios. Nos salvamos en base al plan de que, si pedimos, recibimos aquello que solicitamos.
B) LA JUSTICIA DE CRISTO (IMPARTIDA) POR LA CUAL SOMOS SANTIFICADOS.
- Nos es impartida, en un proceso paulatino e interno de crecimiento cristiano.
- Es nuestra idoneidad, o preparación para el cielo.
- Nos santifica, o sea nos convierte en santos, transformando nuestro carácter.
- También la recibimos por medio de la fe.
LA SANTIFICACIÓN O JUSTICIA IMPARTIDA.
Las vestiduras blancas que el Testigo fiel (Cristo) nos aconseja comprar de El no sólo representan la justificación, o sea la justicia imputada de Cristo, por medio de la cual la desnudez moral se cubre y el pecado queda perdonado. Representan también la etapa siguiente y complementaria, la santificación, o sea la justicia impartida. Esta abarca la victoria sobre el pecado, la transformación paulatina del carácter, el crecimiento cristiano, el triunfo sobre las debilidades e imperfecciones.
En tanto que la justificación es un fenómeno instantáneo –pues Dios nos perdona y nos limpia en el momento mismo en que, arrepentidos, confesamos el pecado y pedimos perdón (1Juan 1:7-9)-, la santificación es un proceso que dura toda la vida.
Lo cierto es que la santificación y la victoria sobre el pecado son un complemento indispensable de la justificación o el perdón de Dios. La paz que otorga el perdón y la reconciliación con Dios resulta muy breve si no va acompañada de un proceso de cambio en la vida que nos haga odiar el pecado y nos permita abandonarlo, extendiéndonos siempre a mayores alturas. “Haced, pues frutos dignos de arrepentimiento” (Mateo 3:8).
Por lo tanto, el Señor espera de nosotros que preparemos nuestro carácter para el cielo, que nos ejercitemos en la obediencia de su voluntad y sus preceptos, que andemos en la luz que El hace brillar en nuestro camino, que avancemos cada día un paso más hacia la perfección, cumpliendo el mandato de Jesús: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48).
Este tema esta ampliado en la serie: FE Y OBRAS–“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA”. (Sant.2:20)
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