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Archive for the ‘FE Y OBRAS-“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)’ Category

FE Y OBRAS–parte 21-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

ADVERTENCIA CONTRA UNA SANTIFICACIÓN ESPURIA

QUE EXIGE DIOS –parte 2-

Y el apóstol Juan declara: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:4).

Es inseguro confiar en los sentimientos o impresiones; éstos no son guías confiables.  La Ley de Dios es la única norma correcta de santidad.  Por esta Ley será juzgado el carácter.  Si alguien que busca la salvación preguntara: “¿Haciendo que cosa heredaré la vida eterna?”, los modernos maestros de la santificación contestarían”  “Tan sólo cree que  Jesús te salvará”. 

Pero cuando a Cristo se le formuló esta pregunta dijo:  “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” Y cuando el que preguntaba replicó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo”, Jesús dijo “Bien has respondido; haz ésto, y vivirás” (Lucas 10:25-28).

La verdadera santificación se evidenciará por una consideración concienzuda de todos los mandamientos de Dios (Éxodo 20:3-17), por un desarrollo cuidadoso de cada talento, por una conversación circunspecta, por revelar en cada acto la mansedumbre de Cristo.

UNA SANTIFICACIÓN QUE ALEJA DE LA BIBLIA

¿Qué puede esperarse de los que siguen sus propias imaginaciones en lugar de la Palabra de Dios, sino que serán engañados? Los tales desechan el único detector de errores, y ¿qué impedirá que el gran engañador los lleve cautivos a su voluntad? La santificación espuria directamente aleja de la Biblia.  La religión es reducida a una fábula. Sentimientos e impresiones se erigen en criterio. 

Mientras profesan ser impecables y se vanaglorian de su rectitud, los que presumen de santos enseñan que los hombres están en libertad de transgredir la Ley de Dios y que los que obedecen sus preceptos han sido destituidos de la gracia.  Una presentación de las demandas de la Ley levanta su oposición y excita su ira y desprecio. De ese modo revelan su carácter, por cuanto “Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden” (Romanos: 8:7).

El verdadero seguidor de Cristo no hará jactanciosas proclamaciones de santidad.  El pecador es convencido de pecado por la Ley de Dios.  Ve su propia pecaminosidad en contraste con la perfecta justicia que la Ley prescribe, y ésto lo lleva a la humildad y el arrepentimiento.  Se reconcilia con Dios por medio de la sangre de Cristo; y al continuar caminando con El, obtendrá una comprensión más nítida de la santidad del carácter de Dios y de la naturaleza trascendente de sus requerimientos.  Verá más claramente sus propios defectos y sentirá la necesidad de un continuo arrepentimiento y una fe constante en la sangre de Cristo.

El que lleva consigo un permanente sentido de la presencia de Cristo no puede entregarse a la confianza en sí mismo o a la justificación propia.  Ninguno de los profetas  o apóstoles formularon orgullosas pretensiones de santidad.  Cuanto más se acercaron a la perfección  del carácter, menos dignos y justos se vieron a sí mismos.  Pero los que tienen la menor comprensión de la perfección de Jesús  cuyos ojos están menos dirigidos a El, son los que pretenden con más vehemencia ser perfectos. (Elena White)

 

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FE Y OBRAS–parte 20-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

ADVERTENCIA CONTRA UNA SANTIFICACIÓN ESPURIA

La Ley de Dios es la gran norma de santidad.  La advertencia a la gente es contra la moderna santificación espuria que tiene su origen en la adoración del yo en lugar de la sumisión a la voluntad de Dios. Este error está inundando el mundo rápidamente, y como testigos de Dios seremos llamados a dar un decidido testimonio contra él. Es uno de los engaños específicos de los postreros días y demostrará ser una tentación para todos los que creen en la verdad presente. 

Los que no tienen su fe firmemente establecida en la Palabra de Dios serán extraviados.  Y la parte más triste de todo ésto es que tan pocos de los que son engañados por este error hallan alguna vez el camino de regreso a la luz.

La Biblia es la norma por medio de la cual se ha de probar las pretensiones de todos los que profesan santificación.  Jesús oró pidiendo que sus discípulos fueran santificados en la verdad, y dijo: “Tu Palabra es verdad” (Juan 17:17); mientras el salmista declara: “…Y tu ley (es) la verdad” (Sal.119:142). Todos los que son guiados por Dios manifestarán un elevado respeto por las Escrituras en la cuales se oye su voz. 

Para los tales la Biblia será: “Util para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim.3:16, 17). “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16).

No necesitamos otra evidencia para juzgar la santificación de los hombres; si temen no estar obedeciendo la voluntad de Dios en su integridad, si escuchan diligentemente su voz, confiando en su sabiduría, y haciendo de la Palabra de Dios su consejero, entonces, aunque no hacen alarde de una bondad superior, podemos estar seguros de que están tratando de alcanzar la perfección del carácter cristiano.

Pero si pretenden ser santos hasta insinúan que ya no necesitan escudriñar las Escrituras, podemos declarar sin vacilación que su santificación es espuria.  Se están inclinando ante su propio entendimiento en vez de conformarse a la voluntad de Dios.

QUE EXIGE DIOS –parte 1-

Dios exige en la actualidad exactamente lo que exigió a la santa pareja en el Edén: obediencia perfecta a sus requerimientos. Su Ley permanece inmutable en todas sus edades.  La gran norma de justicia presentada en el Antiguo Testamento no es rebajada en el Nuevo.  No es la función del Evangelio debilitar las demandas de la Santa Ley de Dios, sino elevar a los hombres para que puedan guardar sus preceptos.

La fe en Cristo que salva al alma NO es lo que muchos presentan. “Cree, cree –es su pregón-; sólo cree en Cristo, y serás salvo.  Es lo único que necesitas hacer”. La fe verdadera, a la vez que confía enteramente en Cristo para la  salvación, conducirá a la perfecta conformidad con la Ley de Dios.  La fe se manifiesta en obras.  Y el apóstol Juan declara:

“El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Juan 2:4) 

(Elena White)

Continúa en parte 21

 

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FE Y OBRAS–parte 19-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

LUCHAR, TRABAJAR Y ESFORZARNOS –parte 2-

Las obras jamás van a salvarnos; son los méritos de Cristo los que contarán en nuestro favor Mediante la fe en El, Cristo hará que todos nuestros imperfectos esfuerzos sean aceptables para Dios. La fe que se requiere que tengamos no es una fe de no hacer nada; fe salvadora es la que obra por amor y purifica el alma.  El que eleve a Dios manos santas sin ira ni duda, caminará inteligentemente en la senda de los mandamientos de Dios.

Si hemos de hallar perdón por nuestros pecados, primero debemos tener conciencia de lo que es el pecado, para que podamos arrepentirnos y producir frutos dignos de arrepentimiento. Debemos tener un fundamento sólido para nuestra fe; debe fundarse en la Palabra de Dios, y sus resultados se manifestarán en obediencia a la voluntad revelada de Dios.  Dice el apóstol: “Seguid….y la santidad, sin la cual nadie vera a Dios” (Heb.12:14).

La fe y las obras nos mantendrán equilibrados y nos darán el éxito en la tarea de perfeccionar el carácter cristiano.  Jesús dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

Refiriéndose al alimento temporal, el apóstol dijo: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos ésto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2Tes.3:10). La misma regla se aplica a nuestra nutrición espiritual; si alguno ha de tener el pan de vida eterna, que haga esfuerzos para obtenerlo.

Estamos viviendo en un periodo importante e interesante de la historia de la tierra.  Necesitamos más fe que la que hemos tenido hasta ahora; necesitamos un sostén más firme de lo alto.  Satanás está obrando con todo poder para obtener la victoria sobre nosotros, porque sabe que no tiene sino un corto tiempo para trabajar. 

Pablo se esforzó con temor y temblor para obtener su salvación: ¿y no debiéramos temer nosotros? Deberíamos velar en oración, luchando con esfuerzo para entrar por la puerta estrecha.

JESÚS SUPLE NUESTRA DEFICIENCIA

No hay excusa para el pecado o para la indolencia, Jesús ha señalado el camino, y desea que sigamos sus pisadas. El ha sufrido. El se ha sacrificado como ninguno de nosotros puede hacerlo, para poder poner la salvación a nuestro alcance.  No necesitamos desanimarnos.  Jesús vino a nuestro mundo para poner a disposición del hombre el poder divino, a fin de que mediante su gracia pudiéramos ser transformados a su semejanza.

Cuando está en el corazón el propósito de obedecer a Dios, cuando se realizan esfuerzos con ese fin, Jesús acepta esta disposición y esos esfuerzos como el mejor servicio de hombre, y suple la deficiencia con su propio mérito divino. 

Pero no aceptará a los que pretenden tener fe en El y sin embargo son desleales a los mandamientos de su Padre.  Oímos hablar mucho acerca de la fe, pero necesitamos oír mucho más acerca de las obras.  Muchos están engañando a sus propias almas al vivir una religión cómoda, complaciente, sin cruz.  (Elena White)

Pero Jesús dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. (Mateo 16:24).

 

 

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FE Y OBRAS–parte 18-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

FE Y OBRAS 

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”  (Heb.11:6).

Hay muchos en el mundo cristiano que sostienen que todo lo que se necesita para la salvación es tener fe; las obras nada son, lo único esencial es la fe.  Pero la Palabra de Dios nos dice que la fe sola, sin obras, es muerta.  Muchos rehúsan obedecer los mandamientos de Dios, más hacen mucho hincapié en la fe.  Empero la fe debe tener un fundamento.

Todas las promesas de Dios son condicionales. Si hacemos su voluntad, si caminamos en la verdad, entonces podemos pedir lo que queramos, y nos será dado.  Cuando tratamos fervorosamente de ser obedientes. Dios escucha nuestras peticiones; pero El no nos bendecirá si estamos en desobediencia. Si escogemos desobedecer sus mandamientos, podemos gritar “Fe, fe, solamente fe”, y la respuesta vendrá de la segura Palabra de Dios:

“La fe sin obras es muerta” (Sant.2:20). Una fe tal solo será como metal que resuena y címbalo que retiñe.  Para tener los beneficios de la gracia de Dios, debemos hacer nuestra parte; debemos trabajar fielmente y producir frutos dignos de arrepentimiento.

Somos obreros juntamente con Dios.  No hemos de sentarnos con indolencia, a la espera de alguna gran ocasión, para hacer una obra importante por el Maestro.  No hemos de descuidar el deber que está directamente en nuestro camino, sino que hemos de aprovechar las pequeñas oportunidades que se presentan a nuestro alrededor.

LUCHAR, TRABAJAR Y ESFORZARNOS-parte 1-

Debemos hacer todo lo que está de nuestra parte para pelear la buena batalla de la fe.  Debemos luchar, trabajar, esforzarnos para entrar por la puerta estrecha.  Debemos poner al Señor siempre delante de nosotros.  Con manos limpias, con corazones puros, debemos tratar de honrar a Dios en todos nuestros caminos.  Se ha provisto ayuda para nosotros por medio de Aquel que es poderoso para salvar. 

El espíritu de verdad y luz nos vivificará y renovará mediante sus misteriosas operaciones; porque todo nuestro progreso espiritual proviene de Dios, no de nosotros mismos.  El obrero verdadero tendrá el poder divino en su ayuda, pero el indolente no será sostenido por el Espíritu de Dios.

En un sentido somos librados a nuestras propias energías, debemos luchar con ahínco para ser celosos y arrepentirnos, para limpiar nuestras manos y purificar nuestros corazones de toda mancha; debemos alcanzar la norma más elevada, creyendo que Dios nos ayudará en nuestros esfuerzos.  Si hemos de hallar, debemos buscar, y buscar con fe; debemos llamar, para que la puerta pueda abrirse ante nosotros. 

La Biblia enseña que todo lo referente a nuestra salvación depende de nuestro propio curso de acción.  Si perecemos, la responsabilidad yacerá enteramente en nosotros mismos.  Si se ha hecho provisión, y si aceptamos los términos de Dios, podemos apropiarnos de la vida eterna. Debemos acudir a Cristo con fe, debemos ser diligentes para hacer nuestra vocación y elección seguras.

Se promete el perdón de los pecados al que se arrepiente y cree; la corona de vida será el galardón del que es fiel hasta el fin. Podemos crecer en la gracia desarrollándonos por medio de la gracia que ya tenemos.  Debemos mantenernos sin mancha del mundo si hemos de ser hallados sin culpa en el día de Dios. La fe y las obras van de la mano; actúan armoniosamente en la empresa de alcanzar la victoria. Las obras sin fe son muertas, y la fe sin obras es muerta.   (Elena White) 

Continúa en parte 19

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FE Y OBRAS–parte 17-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

LA VERDADERA NORMA DE SANTIDAD

SI ALGUNA VEZ HUBO UN TIEMPO, ES AHORA

Si alguna vez hubo un tiempo cuando necesitamos fe y esclarecimiento espiritual, es ahora.  Los que están velando en oración y escudriñando las Escrituras diariamente con un ferviente deseo de conocer y hacer la voluntad de Dios, no serán desviados por ninguno de los engaños de Satanás.  Solo ellos discernirán el pretexto que hombres arteros adoptan para seducir y entrampar. Se dedica tanto tiempo y atención al mundo, al vestido, a la comida y a la bebida, que no se deja tiempo para la oración  y el estudio de las Escrituras.

Queremos la verdad en cada punto, y debemos buscarla como a tesoros escondidos. Por doquier se nos presentan atrayentes fábulas, y los hombres escogen creer en el error antes que en la verdad, porque la aceptación de la verdad entraña una cruz.  El yo debe ser negado; el yo debe ser crucificado. 

Por eso,  Satanás les presenta un camino más fácil invalidando la Ley de Dios.  Cuando Dios deja al hombre librado a su propio rumbo, es para éste la hora más tenebrosa de su vida.  Porque dejar que una criatura obstinada y desobediente tome su propio sendero, que siga la inclinación de su propia mente y acumule las oscuras nubes del juicio de Dios a su alrededor, es algo terrible.

Pero Satanás tiene sus agentes que son demasiado orgullosos para arrepentirse y que están constantemente en acción para echar por tierra y hollar la causa de Jehová.  ¡Qué día de aflicción y desesperación, cuando tengan que hacer frente a su obra con toda su carga de consecuencias! Almas que podrían haber sido salvadas para Jesucristo, se habrán perdido por sus enseñanzas e influencia.

Cristo murió por ellos, para que pudieran tener vida. Abrió delante de ellos el camino por el cual podrían, mediante los méritos de Jesús, guardar la Ley de Dios.  Dice Cristo: “Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar” (Apoc.3:8). Cuán arduamente tratan los hombres de cerrar esa puerta; pero no pueden.  El testimonio de Juan es “Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo”  (Apoc.11:19).

Debajo del propiciatorio, delante del arca, estaban las dos tablas de piedra que contenían la Ley de Jehová.  Los fieles de Dios veían la luz que emanaba de la Ley, para ser dada al mundo. Y ahora la intensa actividad de Satanás tiene el propósito de cerrar esa puerta de luz; pero Jesús dice que nadie puede cerrarla. Los hombres se apartarán de la luz, la atacarán y despreciarán, pero aún resplandece con rayos claros y nítidos para animar y bendecir a todos los que la contemplan.

Los hijos de Dios tendrán un fiera lucha con el adversario de las almas, y se volverá extremadamente encarnizada a medida que nos acercamos a la culminación del conflicto.  Pero el Señor ayudará  a los que se levanten en defensa de su verdad.  (Elena White)

 

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FE Y OBRAS–parte 16-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

LA VERDADERA NORMA DE SANTIDAD-imperdible-

SOLO DOS CLASES: OBEDIENTES Y DESOBEDIENTES

Hay sólo dos clases de personas sobre la tierra: los obedientes hijos de Dios y los desobedientes.  En una ocasión Cristo presentó ante sus oyentes la obra del juicio de esta manera “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con El, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de El todas las naciones: y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.  Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda».

“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.  Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí».

“Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de éstos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”  (Mateo: 25:31-40).

Así Cristo identifica a su interés con el de la humanidad sufriente.  Considera cada atención prodigada a sus criaturas, como realizada personalmente en su favor.  Los que pretenden poseer la moderna santificación se adelantarían jactanciosamente, diciendo:Señor, Señor, ¿no nos conoces?  No profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”

Las personas aquí descriptas, que formulan estas pretensiosas reclamaciones, aparentemente entrelazando a Jesús en todas sus acciones, representan de manera adecuada a los que alegan poseer la moderna santificación pero están en guerra con la Ley de Dios.  Cristo los llama hacedores de iniquidad porque son engañadores, que tienen el manto de la santidad para ocultar la deformidad de sus caracteres, la perversión interior de sus corazones impuros.

Satanás ha descendido en estos días finales para obrar con todo engaño de impiedad en los que perecen.  Su majestad satánica realiza milagros a la vista de falsos profetas, a la vista de los hombres, pretendiendo ser verdaderamente Cristo mismo. Satanás dota con su poder a los que le ayudan en sus engaños; por consiguiente, los que aseveran tener el gran poder de Dios sólo pueden ser discernidos por el gran detector:

“LA LEY DE JEHOVÁ”.  El Señor nos advierte que si les fuera posible engañarían a los mismos escogidos.  El ropaje de oveja parece tan real, tan genuino, que el lobo puede distinguirse únicamente cuando acudimos a la gran norma moral de Dios y allí descubrimos que son transgresores de la LEY DE JEHOVÁ.

(Elena White)

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FE Y OBRAS–parte 15-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

LA VERDADERA NORMA DE SANTIDAD-imperdible-

UN ENGAÑO EXITOSO –parte 2-

Necesitamos cada día esclarecimiento divino; deberíamos orar como lo hizo David: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu Ley” (Sal.119:18). Dios tendrá un pueblo sobre la tierra que vindicará su honor al respetar todos sus mandamientos; y sus mandamientos no son penosos, no son un yugo de servidumbre.  David oró en sus días: “Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu Ley” (Sal.119:126).

Ninguno de nosotros puede permitirse deshonrar a Dios viviendo en transgresión de su Ley.  Descuidar la Biblia y entregarnos a la consecución de tesoros mundanales constituye una pérdida inestimable.

Sólo la eternidad ha de revelar el gran sacrificio que muchos han realizado para obtener honor mundanal y comodidades terrenales al precio de la pérdida del alma, la pérdida de riquezas eternales.  Pudieron haber tenido esa vida que se mide con la vida de Dios; pues Jesús murió a fin de poner a su alcance las bendiciones y los tesoros del cielo, para que pudieran no ser considerados pobres, desventurados y miserables en la elevada estimación de la eternidad.

NADIE QUE QUEBRANTE LOS MANDAMIENTOS ENTRARA

Nadie que haya recibido la luz de la verdad y quebrante los mandamientos entrará en la ciudad de Dios.  Su Ley constituye el fundamento de su gobierno en la tierra y en el cielo. Los que conscientemente hayan pisoteado y despreciado su Ley en la tierra no serán llevados al cielo para que allí hagan la misma obra; no se producirá un cambio de carácter cuando Cristo venga.

La edificación del carácter ha de proseguir durante las horas de prueba.  Día tras día nuestras acciones son registradas en los libros del cielo, y en el gran día de Dios seremos recompensados según hayan sido nuestras obras.  Entonces se verá quien recibe la bendición. “Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad” (Apoc.22:14). Versión Reina-Valera de 1909.

Los que se levantan contra la Ley de Dios están en guerra contra Dios mismo; y muchos que están llenos de la mayor amargura contra el pueblo de Dios que guarda sus mandamientos, hacen la más aparatosa ostentación de vivir vidas santas e inmaculadas.  Esto puede explicarse solamente de una manera: no tienen espejo en el cual mirarse para descubrir la deformidad de sus caracteres.  Ni José, ni Daniel ni ninguno de los apóstoles pretendieron ser impecables. 

Los hombres que han vivido más cerca de Dios, los hombres que habrían sacrificado la vida misma antes que pecar deliberadamente contra El, los hombres a quienes Dios ha honrado con luz y poder divinos, se han reconocido a sí mismos como pecadores, indignos de sus grandes mercedes.  Han sentido su debilidad y, pesarosos por sus pecados, han tratado de imitar al modelo: Cristo Jesús.   (Elena White)

 

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FE Y OBRAS–parte 14-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

LA VERDADERA NORMA DE SANTIDAD

¿Están los profesos seguidores de Cristo satisfaciendo las condiciones en relación con las cuales la bendición es pronunciada? ¿Se están separando del mundo en espíritu y en práctica? ¡Cuán difícil es salir y apartarse de hábitos y costumbres mundanales! Más pongamos mucho cuidado para que Satanás no nos seduzca y engañe por medio de falsas representaciones. Aquí están en juego intereses eternos. Las demandas de Dios deberían ocupar el primer lugar; sus requerimientos deberían recibir nuestra principal atención.

Cada descendiente del Adán caído debe, mediante la gracia transformadora de Cristo, llegar a ser obediente a todos los requerimientos de Dios. Muchos cierran sus ojos a las más claras enseñanzas de su Palabra porque la cruz se interpone directamente en el camino.  Si la levantan, van a parecer peculiares ante los ojos del mundo; y vacilan, preguntan y buscan algún pretexto por el cual puedan evitar la cruz.  Satanás esta siempre listo, y presenta razones plausibles por las cuales no sería lo mejor obedecer la Palabra de Dios exactamente como reza.  Las almas son fatalmente engañadas.

UN ENGAÑO EXITOSO -parte 1-

Uno de los engaños más exitosos de Satanás es inducir a los hombres a pretender que están santificados, mientras viven en desobediencia a los Mandamientos de Dios. (Éxodo 20:3-17). Los tales son descriptos por Jesús como los que dirán “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?»

Aunque los que pretenden están santificados tienen mucho que decir acerca de ser salvados por la sangre de Jesús, su santificación no es por medio de la verdad tal como es en Jesús.  Mientras proclaman creer en El, y aparentemente realizan obras maravillosas en su nombre, ignoran la Ley de su Padre y sirven como agentes del gran adversario de las almas para llevar a cabo la tarea que éste comenzó en el Edén: la de presentar excusas aceptables para NO obedecer a Dios sin reserva.  Su obra de inducir a los hombres a deshonrar a Dios pasando por alto su Ley, un día será expuesta delante de ellos con sus verdaderos resultados.

Los requisitos para la vida eterna están presentados tan claramente en la Palabra de Dios que nadie necesita errar, a menos que escojan el error en vez de la verdad porque sus almas no santificadas aman las tinieblas más que la luz.

El intérprete de la Ley que fue a Cristo con la pregunta: “Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?”, pensó atraparlo, pero Jesús devolvió la carga al doctor de la Ley. “Qué está escrito en la Ley?  ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Entonces Cristo dijo “Bien has respondido; haz ésto y vivirás” (Luc.10:25-28).   

Estas palabras convienen a todos los casos individuales.  ¿Estamos dispuestos a cumplir con los requisitos?  ¿Obedeceremos a Dios y guardaremos sus Mandamientos? ¿Seremos hacedores de la Palabra y no meramente oidores? La Ley de Dios es inmutable o inalterable como su carácter.  Cualquier cosa que los hombres puedan decir o hacer para invalidarla, no modifica sus requerimientos ni los exonera de su obligación de obedecer. (Elena White)    

 Continúa en parte 15

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FE Y OBRAS–parte 13-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

CRISTO, NUESTRA JUSTICIA

EL ARREPENTIMIENTO ES UN DON DE DIOS

El arrepentimiento, tanto como el perdón, es el don de Dios por medio de Cristo.  Mediante la influencia del Espíritu Santo somos convencidos de pecado y sentimos nuestra necesidad de perdón. Solo los contritos son perdonados, pero es la gracia de Dios la que hace que se arrepienta el corazón. El conoce todas nuestras debilidades y flaquezas, y nos ayudará.

Algunos que acuden a Dios mediante el arrepentimiento y la confesión, y creen que sus pecados han sido perdonados, no recurren, sin embargo a  las promesas de Dios como debieran. No comprenden que Jesús es un Salvador siempre presente y no están listos para confiarle la custodia de su alma, descansando en El para que perfeccione la obra de la gracia comenzada en su corazón. Al paso que piensan que se entregan a Dios, existe mucho de confianza propia. 

Hay almas concienzudas que confían parcialmente en Dios y parcialmente en sí mismas.  No recurren a Dios para ser preservadas por su poder, sino que dependen de su vigilancia contra la tentación y de la realización de ciertos deberes para que Dios las acepte.  No hay victorias en esta  clase de fe. Tales personas se esfuerzan en vano. Sus almas están en un yugo continuo y no hallan descanso hasta que sus cargas son puestas a los pies de Jesús.

Se necesitan vigilancia constante y ferviente y amante devoción. Pero ellas se presentan naturalmente cuando el alma es preservada por el poder de Dios, mediante la fe.  No podemos hacer nada, absolutamente nada para ganar el favor divino.  No debemos confiar en absoluto en nosotros mismos ni en nuestras buenas obras.  Sin embargo, cuando vamos a Cristo como seres falibles y pecaminosos, podemos hallar descanso en su amor. 

Dios acepta a cada uno que acude a El confiando plenamente en los méritos de un Salvador crucificado.  El amor surge en el corazón.  Puede no haber un éxtasis de sentimientos, pero hay una confianza serena y permanente.  Toda carga se hace liviana, pues es fácil el yugo que impone Cristo.  El deber de convierte en una delicia, y el sacrificio en un placer.  La senda que antes parecía envuelta en tinieblas se hace brillante con los rayos del Sol de Justicia.  Esto es caminar en la luz así como Cristo está en la luz.   (Elena White)

 

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FE Y OBRAS–parte 12-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

 CRISTO, NUESTRA JUSTICIA

 MIREN Y VIVAN

En el desierto, cuando el Señor permitió que serpientes venenosas atacaran a los israelitas rebeldes, se instruyó a Moisés que erigiera una serpiente de bronce y ordenara que todos los heridos la miraran y vivieran. Pero muchos no vieron la utilidad de ese remedio indicado por el Cielo.  Los muertos y moribundos los rodeaban por doquiera, y sabían que sin la ayuda divina su muerte era cierta; más lamentaban sus heridas, sus dolores, su muerte segura, hasta que se les acababan las fuerzas y sus ojos quedaban vidriosos, cuando podrían haber recibido una curación instantánea.

“Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15). Si están conscientes de sus pecados, no dediquen todas sus facultades a lamentarse por ellos, sino miren y vivan.  Jesús es nuestro único Salvador, y aunque millones que necesitan ser curados rechacen su misericordia ofrecida, nadie que confía en sus méritos será abandonado para perecer.

Al paso que reconozcamos nuestra condición impotente sin Cristo, no debemos desanimarnos.  Debemos confiar en un Salvador crucificado y resucitado. Jesús ha empeñado su palabra; salvará a todos los que acuden a El. Vayamos a Jesús, y recibiremos descanso y paz.  Nadie piense que su caso es sin esperanza, pues no es así.  Quizá te parezca que eres pecador y que estás perdido, pero precisamente por eso necesitas un Salvador.

Si tienes pecados que confesar, no pierdas tiempo.  Los momentos son de oro.  “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Serán saciados lo que tienen hambre y sed de justicia, pues Jesús lo ha prometido. Sus brazos están abiertos para recibirnos, y su gran corazón de amor espera para bendecirnos.

Algunos parecen sentir que deben ser puestos a prueba y deben demostrar al Señor que se han reformado, antes de poder demandar sus bendiciones.  Sin embargo, esas almas pueden pedir ahora mismo la bendición. Deben tener la gracia de Cristo, el Espíritu de Cristo que les ayude en sus debilidades, o no podrán formar un carácter cristiano.  Jesús anhela que vayamos a El tal como somos: pecadores, impotentes, desvalidos. (Elena White)

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