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Archive for the ‘1.00-ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA-EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA.’ Category

ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 25-

EL TIERNO CUIDADO DE DIOS-parte 4-

EL PODER DE LA ORACIÓN-parte 3-

Veamos otros aspectos de la oración y de nuestra comunicación con Dios, que se encuentra en el cielo más distante. Aclaremos que la Biblia menciona tres cielos (2 Corintios 12:2). El primero es el atmosférico, donde vuelan las aves (Génesis 1:8).  El segundo es el estelar, donde  se encuentra el Sol, la Luna y  las estrellas (Salmo 19:1), y el tercer cielo es el lugar donde mora Dios. 

No sabemos exactamente donde se encuentra el tercer cielo, pero si sabemos que está a una distancia casi incomputable de la Tierra.  A pesar de ésto, nuestras oraciones llegan al trono de la gracia cuando apenas comenzamos a abrir la boca y la repuesta de Dios está en camino antes de terminar la oración.  En Daniel 9 tenemos una de las oraciones más hermosas de la Biblia que nos muestra la prontitud con que Dios atiende nuestras plegarias.

El templo y la ciudad de Jerusalén estaban en ruinas y el pueblo de Israel se hallaba cautivo en Babilonia.  El profeta le rogó a Dios que tuviera misericordia de su pueblo, su ciudad y su templo. Mientras el profeta Daniel aún oraba, se presentó el ángel Gabriel con la respuesta a su oración.  El ángel le dijo: “Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para ensenártela” (cap.9:23). ¡Qué asombroso!

Cuando Daniel recién había comenzado la oración ya Gabriel venía en camino con la respuesta de Dios. La velocidad de la luz queda abatida en el polvo comparada con la velocidad con que viajan las oraciones. Ciertamente en el mundo de Dios el sonido viaja más rápido que la luz. El Salmo 4:3 promete: “Jehová oirá cuando yo a él clamare”.

Muchos se arrepienten de sus pecados y oran para que Dios los perdone, pero no sienten que El los oye. Pero los sentimientos no guardan ninguna relación con el perdón. El perdón no tiene que ver tanto con la manera como nos sentimos como con las promesas de Dios.  Dios ha prometido “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Dios dice: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).  No tenemos la seguridad del perdón porque nos sentimos perdonados sino porque Dios dice que lo estamos.

A veces somos más duros con nosotros mismos que Dios. Cuando Jacob le mintió a su padre y le robó la primogenitura a su hermano, lo sobrecogió un profundo sentimiento de culpa por lo que había hecho. Mientras huía de su casa, le pidió perdón a Dios. Al acostarse a dormir esa noche con la cabeza sobre unas piedras, Dios respondió su oración dándole un sueño de una escalera que estaba asentada en la tierra y cuya cúspide alcanzaba hasta el cielo (Génesis 28).  Sobre la escalera subían y bajaban ángeles. 

Por medio de este sueño Dios le estaba diciendo a Jacob: “Tú has pecado contra tus parientes y contra mí, pero yo he oído tu oración contrita y te he perdonado.  La comunión entre el cielo y tú aún está abierta”.  A pesar de que Dios perdonó a Jacob, éste no era capaz de perdonarse a sí mismo.  Por veinte años Jacob no se perdonó  a pesar de que Dios sí lo había perdonado.  Finalmente cuando luchó con el ángel, pudo aceptar la seguridad del perdón que Dios le había dado (Génesis 32). 

Esta historia nos enseña una gran lección.  Cuando venimos a Dios con humildad y tristeza, El nos oye y responde. Creamos que nos ha aceptado no porque lo sentimos así, ¡sino porque El lo ha dicho así!

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 24-

EL TIERNO CUIDADO DE DIOS-parte 3-

EL PODER DE LA ORACIÓN-parte 2-

Es increíble que Dios nos permita hablar con El. Sería imposible que Ud. consiguiera una audiencia  para hablar con el presidente de los Estados Unidos, pues él es prácticamente inaccesible, excepto para sus amigos personales y aquellos que están  a un nivel de importancia semejante al de él.

Pero en el caso de Dios, el gran Gobernante del universo, no hay que pedir audiencia pues tenemos acceso directo e inmediato a El, cuantas veces queramos. ¡Imagínese al gran Dios inclinando su oído omnisciente para escuchar nuestras quejas, peticiones y expresiones de gratitud!

Hay varios personajes en la Biblia que dialogaron con Dios. Tenemos a Moisés. Mientras estaba en comunión con Dios en el monte Sinaí, el pueblo de Israel adoraba un becerro de oro.  Dios le sugirió a Moisés que sería bueno destruir a Israel y escoger a otro pueblo que cumpliera mejor sus designios.

Moisés  razonó  con Dios. “¿Qué pensarán los pueblos de ti si después de sacarlos de la servidumbre en Egipto luego los destruyes en el desierto?” Moisés no le estaba diciendo nada nuevo a Dios. El Señor ya sabía lo que Moisés iba a decir y sin embargo permitió que Moisés razonara con El. ¡Imagínese, el omnipotente Dios permitiendo que una de sus criaturas le hiciera sugerencias!

Lo mismo sucedió con Abrahán cuando intercedió con Dios a favor de Sodoma y Gomorra (ver Génesis 18). El Señor permitió que Abrahán dialogara con El sobre el destino de las malvadas ciudades.

El caso de Jonás es particularmente interesante. Dios había mandado al profeta a Nínive para anunciar su pronta destrucción. “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida”, era el mensaje de Jonás. Cuando los ninivitas escucharon el mensaje, se arrepintieron de sus pecados y cambiaron su mala conducta.  Al ver Dios la reacción positiva de Nínive decidió no destruirla. Esto enojó a Jonás quien fue y se sentó fuera de la ciudad para ver si Dios en verdad la iba a perdonar.

 La conversación que sigue es increíble. Jonás se portó como un niño malcriado y Dios como un padre tierno, cariñoso y paciente.  El profeta le dijo a Dios: “¿No es ésto lo que yo decía estando aún en mi tierra?… Porque sabía yo que tu eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia” (Jonás 4:2). Luego Jonás le pidió a Dios: “Te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida” (Jonás 4:3).  Pero Dios trató de razonar con él diciéndole: “¿Haces tú bien en enojarte tanto?” Imagínese, el gran Dios del universo, tratando de razonar con un profeta amargado.

Pero hay más.  Mientras Jonás esperaba fuera de la ciudad, Dios hizo crecer una calabacera para darle sombra sobre su cabeza.  Jonás se alegró de la calabacera, pero luego Dios preparó un gusano que hirió la calabacera, y se seco, e hizo soplar un recio viento solano que azotó a Jonás.  Si antes Jonás estaba enojado, ahora estaba furioso… 

Le dijo a Dios: “Mejor sería para mí la muerte que la vida” (Jonás 4:8).Cuando Dios procuró razonar pacientemente de nuevo con su profeta y le preguntó si estaba bien que se enojara tanto, Jonás le contestó aún muy enojado: “Mucho me enojo, hasta la muerte”. ¿Cómo Dios permitió que Jonás le hablara así? ¡Qué falta de respeto! Dios podría haberlo borrado de la existencia en un instante, pero nuestro Padre celestial no es así.  El permite que le hablemos, que nos quejemos, que roguemos y aún que discutamos con El.  Nos escucha y procura razonar con nosotros.

Veamos otros aspectos de la oración y de nuestra comunicación con Dios, que se encuentra en el cielo más distante. Aclaremos que la Biblia menciona tres cielos.

Continúa en parte 25

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 23-

EL TIERNO CUIDADO DE DIOS-parte 2-

LA OVEJA PERDIDA

En cierta ocasión  los fariseos y escribas murmuraron contra Cristo por relacionarse con los pecadores. No podían entender como una persona tan importante como Cristo se mezclaba con gente tal.  En respuesta Jesús contó una historia conmovedora.

Un pastor tenía cien ovejas en su redil, pero una de ellas se extravió. Hubiera sido fácil que el pastor pensara: “Todavía me quedan noventa y nueve ovejas en el redil, ¿por qué arriesgaría mi vida para buscar a una que se ha extraviado?” Pero el pastor no pensó así.  La oveja perdida era la que más lo necesitaba. 

El sabía que las ovejas tienen un pésimo sentido de orientación y que su oveja no sabría como regresar sola al redil.  Si no la buscaba, de seguro moriría. Así fue que después de asegurarse que las noventa y nueve estaban seguras en el redil, salió a buscar a su oveja y la encontró.

El pastor no estaba molesto por haber tenido que salir tarde en la noche en su misión de rescate. No regañó  a la oveja ni la golpeó por haberse perdido. ¡NO! La puso sobre sus hombros y la llevó con gozo de vuelta al redil (Lucas 15:5).  Tan feliz estaba que mandó llamar a todos sus vecinos y amigos para celebrar la ocasión. Con orgullo les dijo a sus invitados: “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido” (Lucas  15:6). 

Luego Jesús recalcó la lección que quería enseñar al contar esta parábola.  Hay “gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15:7).  Dios no mira a los seres humanos como a un montón. Los considera individual y personalmente.  Cuanto más lo necesitamos y buscamos, más cerca está  de nosotros ¡Que Dios tan grande y misericordioso!

Muchos tenemos la idea de que Dios es un Gobernante austero que se sienta rígidamente en su trono celestial, escudriñándonos para castigar a cualquiera que se rebele contra su voluntad. Pero no es así. Dios escucha, simpatiza, se alegra con nosotros y también se aflige por todos nuestros fracasos y tristezas.  Es un Dios con intelecto y sentimientos.  Cada ser humano tiene un valor  incalculable para El. Ni aún olvida a un solo pajarillo (Lucas 12:6).

Tan detallista es Dios que incluso tiene contados los cabellos de nuestra cabeza (Lucas 12:7). Dios no se ha ausentado de este mundo. No creó un mundo con su propio motor para luego dejarlo funcionar al azar. El interviene aún en los detalles más insignificantes de este mundo.  Si así no fuera ya este planeta habría dejado de existir.  Es por su poder que el universo todavía funciona en perfecta armonía.

“No es por efecto de un mecanismo que, una vez puesto en movimiento, prosigue su acción, como late el pulso y una respiración sigue a la otra.  En Dios vivimos, nos movemos y somos. El corazón que palpita, el pulso que late, cada nervio y músculo del organismo vivo se mantienen en orden y actividad por el poder de un Dios siempre presente”. (El ministerio de curación p.325- Elena White).

EL PODER DE LA ORACIÓN-parte 1-

Es increíble que Dios nos permita hablar con El. Sería imposible que Ud. consiguiera una audiencia  para hablar con el presidente de los Estados Unidos, pues él es prácticamente inaccesible, excepto para sus amigos personales y aquellos que están  a un nivel de importancia semejante al de él.

Pero en el caso de Dios, el gran Gobernante del universo, no hay que pedir audiencia pues tenemos acceso directo e inmediato a El, cuantas veces queramos. ¡Imagínese al gran Dios inclinando su oído omnisciente para escuchar nuestras quejas, peticiones y expresiones de gratitud! Hay varios personajes en la Biblia que dialogaron con Dios.     

Continúa en parte 24

 

 

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 22-

EL TIERNO CUIDADO DE DIOS-parte 1-

Aunque el tema central de la Biblia es la historia de este mundo, también se insinúa que hay otros mundos habitados en el universo.  El profeta Isaías nos asegura que Dios “extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar” (cap.40:22). Cuando Cristo ganó la victoria en la cruz, se oyó una voz en el cielo que decía: “Alegraos, cielos, y los que moráis en ellos” (Apocalipsis 12:12). Los cielos (en plural) tienen moradores. 

En 1 Corintios 4:9 el apóstol Pablo nos asegura que somos el espectáculo del universo.  Es decir, el universo entero está observando el desarrollo de la controversia entre el bien y el mal en este pequeño planeta.

El conocido evangelista Billy Graham declaró: “Entre los billones de billones de planetas en el universo, debe haber miles con vida inteligente. Pero el hecho de que Cristo muriera para salvar a nuestro mundo indica que la Tierra es el único planeta que se ha rebelado contra Dios”  (Citado por McFarland y Knauft, The Inhabited Universe, p.19).

Ya vimos  que el universo es prácticamente infinito y que el número de cuerpos celestes es incomputable. Este planeta es un mero microbio en medio de la vasta expansión. Carl Sagan, de la NASA, dijo que el satélite Voyager tomó fotos de la Tierra desde una distancia de 3.8 billones de millas. Según él, la Tierra parecía un puntito azul en medio de un océano negro.

Cuando el rey David se fijó en la gloria de Dios reflejada en los cielos, se preguntó: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo de hombre, para que lo visites?” (Salmo 8:4).  Si el planeta Tierra es como un granito de arena en una playa, ¿qué es el hombre? Podríamos pensar Dios tiene tantos mundos que nunca cayeron en pecado, ¿qué  le importa éste que se rebeló contra El?

Dios podría haber ignorado a este mundo o haberlo destruido, pero no fue así.  La grandeza de Dios se manifiesta en el hecho de que se preocupa por las cosas más insignificantes del universo. El cuenta el número de las estrellas, a todas llama por sus nombres y la sustenta con su poder (ver Isaías 40:26). Cada una es importante para El.

A veces nos preguntamos ¿cómo es que un Dios tan inmenso y ocupado puede interesarse en personas como nosotros? ¿Cómo puede tomar tiempo para mí? ¿Acaso no tiene cosas más importantes que hacer?

Es cierto que Dios tiene un universo inmenso que administrar, pero este hecho no le hace ignorar las cosas más pequeñas.  Dios es detallista.  Su grandeza radica en que se preocupa por sus pequeñuelos. La tendencia humana es olvidar, ignorar y maltratar a aquellos que son inferiores y menos importantes que nosotros. Evaluamos a la gente por su color, tamaño, nacionalidad, rango social, educación y sexo, entre otras cosas. Excluimos de nuestro círculo a los que no alcanzan la norma que hemos creado en nuestra mente.

¡Pero cuán diferente es Dios! Por medio de su Hijo entra en contacto con nosotros, gente rebelde, desobediente y de poca fe. En Cristo  ha descendido para alcanzarnos, aunque nos encontremos en las profundidades más negras del pecado y la desesperación.  A pesar de su grandeza y su poder, Cristo vino y se relacionó con las rameras, los publicanos, los pobres, los enfermos y los tristes. Pudo haberse quedado en el cielo donde era amado y respetado, pero escogió venir a este mundo rebelde para rescatarlo.  Para El cada alma tiene un valor infinito.  El Salvador hubiera muerto aún por uno solo de nosotros.

LA OVEJA PERDIDA    

Continúa en parte 23

 

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 21-

LA HUMILDAD DE DIOS-parte 10-

LA IMPORTANCIA DE SU HUMANIDAD

Elena de White escribió: “La humanidad del Hijo de Dios es todo para nosotros. Es la cadena de oro que une nuestra alma con Cristo, y mediante Cristo con Dios” (Mensajes Selectos-t.2-p. 286.).

El apóstol Juan no admite duda alguna en cuanto a la plena humanidad de Cristo. Afirma categóricamente: “En ésto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y éste es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1 Juan 4:2-3).

¡Imagínese, tan  importante es la verdadera humanidad de Cristo que cualquiera que la niegue no es de Dios sino del anticristo! Todo el plan de redención depende de la humanidad de Jesucristo.  Si no se hubiese hecho carne, toda la raza humana estaría condenada a la extinción. ¡No habría esperanza!

Resumamos las razones de la encarnación de Jesucristo.

1.       Si Jesucristo no hubiera venido en carne y sangre, Dios estaría aún oculto y tendríamos tan sólo vislumbres imperfectas de su verdadero carácter.  Sin poder conocer a Dios como El es, no habría posibilidad de vida eterna (Juan 17:2-3).

2.       Jesucristo es Dios y Dios no puede morir (Juan 1:1-3; 1 Timoteo 6:16). Si Cristo no hubiera tomado sobre sí la naturaleza humana, habría sido imposible que muriera por nuestros pecados.

3.       Si Jesús no hubiera venido en carne y sangre, no tendríamos un sumo sacerdote que pudiera compadecerse de nosotros al presentar nuestro caso ante el Padre.  Sólo un sumo sacerdote humano podía presentarse a favor de la humanidad.

4.       Jesús es Dios y Dios no puede ser tentado (Santiago 1:13). Si Jesús no hubiese llegado a ser hombre, no podría haber sido tentado y por lo tanto tampoco podría ayudarnos cuando nosotros somos tentados.

5.       Si Jesús no hubiera venido en carne y sangre, no habría podido desarrollar un carácter perfecto que nos pudiera imputar e impartir y no habría salvación de la culpa y el poder del pecado.

6.       Si Jesús no hubiera venido en carne y sangre, sería imposible que sirviera como Juez imparcial y misericordioso.

7.       Si Jesús no hubiera venido en carne y sangre, estaríamos aún en nuestros pecados y sería imposible pasar la eternidad con El.

LA BIBLIA Y LA HUMANIDAD DE CRISTO

Hay muchos textos bíblicos que afirman la absoluta humanidad de Cristo. Mencionemos algunos:

1.       Gálatas 4:4 –Jesús nació de una mujer real.

2.       Gálatas 3:16 – Jesús nació de la simiente de Abrahán.

3.       Romanos 1:1-4 – Jesús era de la simiente de David.

4.       Juan 1:14 – Jesús, el Verbo, se hizo carne.

5.       1 Timoteo 3:16 – El misterio de la piedad es que Dios se manifestó en carne.

6.       Juan 19:5 – Pilato reconoció a Jesucristo como hombre.

7.       Juan 4:6 – Jesús se cansó y se detuvo a descansar. (Note en Isaías 40:28 que Dios no se cansa.)

8.       Lucas 2:40, 52 – Jesús creció y se desarrollo como cualquier otro niño normal.

9.       Juan 19:28 – Jesús sintió sed.

10.   Mateo 8:24 – Jesús tuvo sueño y dormía.

11.   Hebreos 2:11-17 – Jesús fue hecho en todo semejante a sus hermanos.  Participó de carne y sangre.

 

“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste.  Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?”   Salmo 8:3-4

 Nunca desmayes, que en el afán Dios cuidará de ti; sus fuertes alas te cubrirán; Dios cuidará de ti.

 

 

 

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 20-

LA HUMILDAD DE DIOS-parte 9-

7. PARA PODER REGRESAR POR SU PUEBLO-parte 2-

La  Biblia presenta tres etapas de la salvación: en 2 Corintios 1:10 el apóstol Pablo menciona lo que Cristo ha logrado por nosotros: “El cual nos libró, (pasado) y nos libra, (presente) y en quien esperamos que aún nos librará… (futuro)”.

En Romanos 6:22 el apóstol nuevamente menciona las tres etapas: “Más ahora que habéis sido libertados del pecado (pasado) y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, (presente) y como fin, la vida eterna (futuro)”.

Los teólogos han descrito estas tres etapas de la salvación, con estas palabras claves: justificación, santificación y glorificación.  Cada cristiano debe pasar por estas tres etapas para salvarse y cada una de ellas depende de la perfecta humanidad de Cristo.

La justificación nos salva de la culpa del pecado y nos da el derecho al cielo. Cuando venimos a Cristo con corazón contrito y arrepentido y confesamos nuestros pecados, El nos perdona.  Antes estábamos condenados a muerte, pero ahora tenemos  la garantía de la vida eterna.  Ante la vista de Dios ya no somos culpables.

La justicia de Cristo nos es acreditada sin mérito alguno de nuestra parte (Romanos 3:24). La muerte que debemos sufrir la sufrió El en nuestro lugar.  La justicia de Cristo nos es imputada, somos declarados inocentes y se nos trata como si nunca hubiésemos pecado.  Somos “aceptos en el Amado” (Efesios 1:6) y tenemos el título o el derecho de entrar al cielo en virtud de los méritos de Cristo. Como ya hemos visto, Jesús tuvo que hacerse hombre para poder acreditarnos su vida y su muerte.

La santificación nos salva del poder del pecado. Si la justificación nos da el perdón del pecado, la santificación nos da la victoria sobre el pecado.  En la justificación Cristo llega a ser nuestro Salvador, en la santificación llega a ser nuestro Señor.  Si en la justificación la justicia de Cristo nos es imputada (atribuida), en la santificación nos es impartida (derramada en nuestro corazón).

El proceso de la santificación dura toda la vida y tiene como fin reproducir en nosotros el carácter de Cristo.  Pero como ya hemos visto, Jesús tuvo que vivir en esta tierra como hombre a fin de desarrollar un carácter humano perfecto que nos pudiera impartir por medio del poder del Espíritu Santo. Nuestra santificación depende de su humanidad.

El proceso de la santificación consume el pecado y le da idoneidad al hombre para entrar al cielo. Lo hace apto para morar con Cristo para siempre.  La Epístola a los Hebreos nos insta:

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Y Jesús afirmó: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

Este proceso desarraiga el pecado del corazón humano.  Cristo no sólo quiere que le pidamos perdón por nuestras faltas sino que anhela que le tributemos alabanza por victorias ganadas sobre el pecado.  Cualquiera que tiene la esperanza de la venida de Cristo “se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:3).

La tercera etapa de la salvación es la glorificación. Este es el momento en que Cristo “transformará el cuerpo de la humillación nuestra para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (Filipenses 3:21). Es la ocasión gloriosa en que Cristo nos vestirá de inmortalidad e incorrupción (1 Corintios 15:53-55). Habiendo sido librados de la culpa y del poder del pecado seremos librados de la misma presencia del pecado.  Queda claro, entonces, que la salvación es un proceso que se extiende en el pasado, en el presente y en el futuro.

La glorificación será imposible a menos que hayamos sido justificados y santificados, y estas dos fases de la redención dependen de la naturaleza perfecta de Cristo. Vivió por nosotros, murió por nosotros, para que pudiéramos vivir para siempre con El.

 

 

 

 

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 19-

LA HUMILDAD DE DIOS-parte 8-

6. A FIN DE SERVIR COMO JUEZ-parte 2-

En los tribunales de hoy es común que haya un abogado defensor, un abogado acusador o fiscal, y un juez.  Pero en la Biblia, el juez es también el abogado defensor del que ha sido acusado injustamente.

Por ésto a Jesús también se lo presenta como abogado en 1 Juan 2:1: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. ¡El es el Abogado y el Juez!

Pero, ¿por qué es importante que Jesús sea hombre para poder servir como Juez? En primer lugar, para los que están en Cristo es reconfortante saber que tienen un juez que los comprende plenamente en el juicio.  Generalmente los cristianos le temen al juicio, pero no debe ser así.  Los que están en Cristo se deleitarán que El los represente. 

Sólo uno que conoce cabalmente la naturaleza humana por experiencia propia, puede juzgar con simpatía e imparcialidad.  Podemos estar seguros que Jesús abogará por sus hijos.  Habiendo sido Jesús hombre, puede colocarse en lugar del hombre en el juicio.  Así podemos escondernos detrás del Hombre del Calvario. Es reconfortante el hecho de que cuando se llame mi nombre en el juicio, Jesús se presentará en mi lugar para defenderme.

En segundo lugar, la humanidad de Jesús hará imposible que haya excusas en el juicio, para quienes no aceptaron a Cristo como Salvador y Señor. Estando en su condición de hombre, Jesús fue tentado en todo como nosotros. 

Fue tentado a tomar drogas (Mateo 27:34), fue tentado en el apetito (Mateo 4:3-4), con la atracción del poder (Filipenses 2:5-8), con la riqueza (2 Corintios 8:9), con el mundo (Mateo 4:8-10), con los sentimientos de odio y venganza (Lucas 23:34), con la soledad (Mateo 27:46), con la angustia y la ansiedad (Lucas 22:44; Mateo 26:37); con el temor de quedar separado de su Padre (Mateo 27:46). Jesús fue tentado con todo deseo inicuo, cada emoción impura, cada pensamiento corrompido y cada acción pecaminosa (Hebreos 2:17-18; 4:14-16).

Pero no cedió ni por un instante a la tentación.  Se aferró al poder del Espíritu Santo como cualquier ser humano puede hacerlo. Venció la tentación con el mismo poder que está al alcance del hombre.

La vida humana perfecta de Cristo acallará toda excusa en el juicio.  Cuando su mirada penetrante se fije en el pecador que no se arrepintió, éste tendrá que taparse la boca, pues no habrá excusa en el juicio.  Según 1 Corintios 10:13, “no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. 

7. PARA PODER REGRESAR POR SU PUEBLO-parte 1-

La  Biblia presenta tres etapas de la salvación: en 2 Corintios 1:10 el apóstol Pablo menciona lo que Cristo ha logrado por nosotros: “El cual nos libró (pasado) y nos libra (presente), y en quien esperamos que aún nos librará…(futuro)”.

En Romanos 6:22 el apóstol nuevamente menciona las tres etapas: “Más ahora que habéis sido libertados del pecado (pasado), y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación (presente), y como fin, la vida eterna (futuro)”.

Continúa en parte 20

 

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 18-

LA HUMILDAD DE DIOS-parte 7-

 5. PARA DESARROLLAR UN CARÁCTER PERFECTO-parte 2-

Jesús no quiere que nos conformemos tan sólo con el perdón (la justificación).  El quiere que lleguemos a copiar su carácter en nuestras vidas, pues El es el modelo perfecto.  Pero ¿Cómo puede lograrse ésto? ¿Acaso puedo vivir como Cristo vivió? ¡Claro que sí! Veamos cómo:

 La vida de Cristo, de comienzo a fin, fue regida por el Espíritu Santo.  El fue concebido por el Espíritu Santo (Mateo1:18-21), fue ungido con el Espíritu Santo (Mateo 3:16-17), fue dirigido por el Espíritu Santo (Lucas 4:18-19).  Sus milagros, exorcismos y enseñanzas se originaron en el Espíritu Santo (Mateo 12:28). Ofreció su vida en la cruz por el Espíritu Santo (Hebreos 9:14), y resucitó por el Espíritu Santo (Romanos 8:11).

Es decir, la vida perfecta de Cristo fue dirigida por el Espíritu Santo.  Desde el principio de su vida hasta el fin el Espíritu Santo moldeó su carácter. Por ésto el Espíritu Santo tuvo en sus manos el patrón perfecto de la vida de Cristo.

Cuando vamos a Cristo con humildad y arrepentimiento, El nos acredita su justicia, pero hace aún más.  El Espíritu Santo, quien formó el carácter de Cristo, ahora lo reproduce en el pecador. Es por medio del Espíritu Santo que Cristo mora en mí (Gálatas 2:20). Jesús no sólo nos insta a imitar su ejemplo, sino que derrama su vida en mí por medio del poder del Espíritu Santo para que yo pueda lograrlo. Así es que Jesús nos da lo que pide. Nos dice: “Sigue mi ejemplo”, y luego por medio del Espíritu Santo, implanta en nosotros el modelo perfecto para que podamos cumplir con lo que pide. 

Este proceso no es instantáneo, es la tarea de toda la vida.  Si yo me someto a Cristo cada día, el Espíritu Santo, quien desarrolló el carácter perfecto en Cristo, lo desarrollará también en mí.

Todo lo que hemos mencionado arriba depende de la completa humanidad de Cristo.  Tenía que ser ciento por ciento humano para poder acreditarnos su perfecta humanidad y para sufrir nuestra sentencia.  Pero también tenía que ser enteramente humano para reproducir en nosotros su carácter perfecto.

6. A FIN DE SERVIR COMO JUEZ-parte 1-

El apóstol Pablo en Hechos 17:31 nos dice que el juez de la raza humana será Cristo: “Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”.

En 2 Corintios 5:10, Pablo afirma nuevamente: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo”. El mismo Jesús dijo: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo” (Juan 5:22).

¿Por qué es que sólo Jesús puede ser el juez de la humanidad? El mismo responde a esta pregunta en Juan 5:27: “Y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre”. ¡Jesús tiene derecho a juzgar porque es el Hijo del Hombre!

En los tribunales de hoy es común que haya un abogado defensor, un abogado acusador o fiscal, y un juez.  Pero en la Biblia, el juez es también el abogado defensor del que ha sido acusado injustamente.

Continúa en parte 19

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 17-

LA HUMILDAD DE DIOS-parte 6-

 5. PARA DESARROLLAR UN CARÁCTER PERFECTO-parte 1-

 El apóstol Pablo en Romanos 6:23 expresa un axioma divino: “La paga del pecado es muerte”. El mismo apóstol nos asegura que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Todos los seres humanos están condenados a muerte por sus vidas de pecado. “No hay justo, ni aún uno” (Romanos 3:10).  Nuestra única esperanza está en vivir una vida perfecta, sin mancha de pecado.  Pero no hay ser humano en la historia del mundo, fuera de Jesucristo, que pueda pretender haber hecho tal cosa.

El mensaje maravilloso es que Jesús sí vivió una vida perfecta, sin mancha de pecado.  Hebreos 7:26 nos asegura que Jesús fue “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores”. El mismo Jesús desafío a los líderes religiosos de su día: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?”(Juan 8:46). Cada pensamiento y acción de la vida de Jesucristo estuvieron en armonía con la voluntad de su Padre.  El no merecía la muerte sino la vida y sin embargo sufrió una muerte cruenta.  Cuando acudimos a El con corazón contrito y humilde y confesamos nuestros pecados, El pone su vida perfecta a nuestra cuenta y toma sobre sí nuestra vida de pecado.  Como lo dice Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición”. 

El inocente se hace culpable para que el culpable sea declarado inocente. Esto es lo que la Biblia llama justificación.  Es cuando Dios, por su infinita misericordia, me acredita o atribuye la vida perfecta de Cristo en lugar de mi vida de pecado.  En ese momento ya el Padre no me considera pecador sino santo. Soy “acepto en el Amado”.  La vida humana perfecta de Cristo está  en lugar de mi vida imperfecta.

Pero hay otro motivo por el cual Jesús tuvo que vivir una vida humana sin pecado.  Cristo no sólo quiere acreditarme su vida perfecta sino que quiere vivir su vida en mí.  En múltiples ocasiones la Biblia afirma que Jesús es nuestro ejemplo o modelo perfecto.  Notemos algunas:

“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6).

Y el apóstol Pedro agrega: “Pues para ésto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:21).

Pablo añade: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5).

El mismo Jesús nos amonestó: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29), y otra vez, “mis ovejas oyen mi voz…y me siguen” (Juan 10:27).

Jesús no quiere que nos conformemos tan sólo con el perdón (la justificación).  El quiere que lleguemos a copiar su carácter en nuestras vidas, pues El es el modelo perfecto.  Pero ¿Cómo puede lograrse ésto? ¿Acaso puedo vivir como Cristo vivió? ¡Claro que sí! Veamos cómo:

Continúa en parte 18

 

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 16-

LA HUMILDAD DE DIOS-parte 5-

 4. PARA AYUDAR A LOS TENTADOS

Santiago 1:13 nos enseña que “Dios no puede ser tentado por el mal”. Es imposible que la mente divina pueda ser engañada por el pecado.  Si Jesús hubiera venido como Dios, habría sido imposible que experimentara la tentación. Si hubiera ganado una sola victoria sobre la tentación con su poder divino, Satanás hubiera protestado: “Tu me venciste como Dios y Dios no puede ser tentado”.  Pero a fin de poder ser tentado, tomó sobre sí la naturaleza humana. La Biblia afirma en múltiples ocasiones que Jesús fue tentado.  Hebreos 4:15 nos dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”.  Las tentaciones de Jesús no fueron ficticias o imaginarias.  Hebreos 2:18 dice: “Pues en cuanto el mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”.

 No afrontamos ninguna tentación que El no haya encarado.  Todo poder del enemigo se lanzó contra El y sin embargo se mantuvo firme, sin fluctuar.  Y recordemos que afrontó estas tentaciones como hombre, no como Dios, y por lo tanto puede socorrernos en todas nuestras tentaciones.

Nosotros somos como piedrecillas que son llevadas de aquí para allá por las ondas del mar.  Pero Jesús fue como una peña gigantesca que está en los arrecifes.  Todo el poder de los demonios chocó contra El, sin embargo se mantuvo firme inconmovible.

Algunos creen que el hecho de que Jesús nunca pecó lo aleja de nosotros y hace imposible que nos comprenda plenamente. Pero NO es así. Si alguien se está hundiendo en arena movediza, no necesita a otro para que esté en la arena con él para simpatizar con su situación.  Necesita más bien a una persona que se encuentre en la tierra firme y que le lance una soga para sacarlo de la trampa. Si Cristo hubiese caído en la arena movediza del pecado, sería un pecador junto con nosotros y necesitaría El mismo un redentor.

Jesús fue el gran pionero que nos ha despejado el camino.  Los pioneros siempre tienen un camino más escabroso y difícil que los que los siguen.  Cuando los primeros colonos llegaron a la costa oriental de los Estados Unidos, emprendieron la conquista del Oeste.  Los que abrieron el camino enfrentaron tremendos peligros y obstáculos.  Hicieron frente a los indios, a las fieras, a epidemias, al sol quemante del desierto, a las ráfagas heladas de la noche y a una topografía inclemente.  Pero avanzaron marcando el camino y trazando un mapa para los que los seguirían después.  Por los sacrificios de estos pioneros, el camino del Este al Oeste es mucho más fácil hoy.  Podemos cruzar el continente norteamericano sin afrontar ninguno de los peligros que enfrentaron los pioneros.

Jesús fue el gran pionero de nuestra salvación. En su condición de hombre enfrentó todo el poder de las tentaciones del diablo y ganó una victoria decisiva.  El enemigo empleó toda artimaña y estratagema a su alcance contra Jesús, pero no lo pudo derrotar.  La victoria de Cristo ha hecho mucho más fácil la nuestra.  Jesús conoce cada treta de Satanás y está dispuesto a ayudarnos.  Porque fue tentado en todo como nosotros, puede socorrernos cuando somos tentados.  Su victoria puede ser nuestra si dependemos de El.

 

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