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FE Y OBRAS–parte 51-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

LAS OPINIONES Y PRACTICAS DEBEN AJUSTARSE A LA PALABRA DE DIOS

Hay muchos que afirman que han sido santificados a Dios, y sin embargo, cuando se presenta ante ellos la gran norma de santidad, se excitan grandemente y manifiestan un espíritu que demuestra que nada saben de los que significa ser santo. No tienen la mente de Cristo; porque quienes están verdaderamente santificados han de reverenciar y obedecer la Palabra de Dios tan pronto como es abierta delante de ellos, y expresarán un vehemente deseo de saber qué es la verdad en cada punto de doctrina. 

Un sentimiento de gran regocijo no es evidencia de santificación. La afirmación “Soy salvo, soy salvo”, no prueba que el alma esté salva o santificada.

A muchos que están grandemente excitados se les dice que están santificados, cuando los tales no tienen una idea inteligente de lo que significa el término, porque no conocen las Escrituras ni el poder de Dios.  Se halagan a sí mismos creyendo que están en conformidad con la voluntad de Dios porque se sienten contentos; pero cuando son probados, cuando se presenta la Palabra de Dios para cotejarla con su experiencia, cierran sus oídos a la verdad, diciendo:

“Estoy santificado”, y eso pone fin al debate.  No querrán escudriñar las Escrituras para saber que es verdad y comprobar que se han engañado terriblemente a sí mismos.  La santificación significa muchísimo más que un arranque de sentimiento.

Excitación no es santificación.  Únicamente la completa conformidad con la voluntad de nuestro Padre que está en el cielo es santificación, y la voluntad de Dios está expresada en su Santa Ley. La observancia de todos los mandamientos de Dios es santificación. (Éxodo 20:3-17).

Evidenciar que somos hijos obedientes a la Palabra de Dios es santificación.  La Palabra de Dios debe ser nuestra guía, no las opiniones o ideas humanas.  Los que han de ser verdaderamente santificados, escudriñen la Palabra de Dios con paciencia, con oración, y con humildad y contrición de alma.  Recuerden que Jesús oró:

“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17)

VIVIR DE TODA PALABRA DE DIOS

El cristianismo es simplemente vivir de toda palabra que sale de la boca de Dios.  Debemos creer en Cristo, y vivir en Cristo, quien es el camino, y la verdad, y la vida. Tenemos fe en Dios cuando creemos en su Palabra; confiamos en Dios y lo obedecemos cuando guardamos sus mandamientos; y amamos a Dios cuando amamos su Ley.

Creer una mentira no pondrá a ninguno de nosotros en el camino de ser santificado. Si todos los ministros del mundo nos dijeran que estamos a salvo aunque desobedezcamos algún precepto de la sagrada norma de santidad, eso no disminuiría nuestras obligaciones ni haría menor nuestra culpa, si rechazamos un claro “Harás” o “No harás”.

No necesitamos pensar que porque nuestros padres obraron de un cierto modo, nosotros podemos seguir sus pasos y ser aceptados al rendir el mismo servicio y hacer las mismas obras que ellos realizaron. Nosotros tenemos más luz que la que ellos tuvieron en sus días; y si hemos de ser aceptados por Dios, debemos ser fieles en obedecer la luz y caminar en ella.

Debemos aceptar y perfeccionar la luz que brilla en nuestro sendero.  Hemos de ser juzgados de acuerdo con la luz que brilla en el templo del alma en nuestros días; y si seguimos esa luz, seremos hombres y mujeres libres en Cristo Jesús.

 

 

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FE Y OBRAS–parte 46-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

ACEPTADOS EN CRISTO

ESTO ES JUSTIFICACIÓN

Es la justicia de Cristo lo que hace que el pecador penitente sea aceptable ante Dios y lo que obra su justificación. No importa cuán pecaminosa haya sido su vida, si cree en Jesús como su Salvador personal, comparece delante de Dios con las vestiduras inmaculadas de la justicia imputada de Cristo.

El pecador que tan recientemente estaba muerto en transgresiones y pecados es vivificado por la fe en Cristo.  Ve, mediante la fe, que Jesús es su Salvador, y, vivo por los siglos de los siglos, puede salvar “perpetuamente a (todos) los que se acercan a Dios”.  En la expiación realizada en su favor el pecador ve tal anchura, longitud, altura y profundidad –ve plenitud de salvación, comprada a un costo tan infinito- que su alma se llena de loor y gratitud. 

Ve como en un espejo la gloria del Señor y es transformado en la misma imagen como por el Espíritu del Señor. Ve el manto de justicia de Cristo, tejido en el telar del cielo, forjado por su obediencia e imputado al alma arrepentida mediante la fe en su nombre. Tenemos un Salvador viviente. No se halla en el sepulcro nuevo de José, resucitó y ascendió al cielo como Sustituto y Garante de cada alma creyente.

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz  para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom.5:1)

El pecador es justificado por los méritos de Jesús, y ésto es el reconocimiento de Dios de la perfección del rescate pagado a favor del hombre.  El hecho de que Cristo fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz, es prenda de aceptación del pecador arrepentido por parte del Padre.  Entonces, ¿nos permitiremos tener una experiencia vacilante de dudar y creer, creer y dudar? Jesús es la prenda de nuestra aceptación por parte de Dios.

Tenemos el favor de Dios, no porque haya mérito alguno en nosotros, sino por nuestra fe en “el Señor, nuestra justicia”.

Jesús está en el Lugar Santísimo, para comparecer por nosotros ante la presencia de Dios.  Allí, no cesa de presentar a su pueblo momento tras momento, como completo en El. Pero, por estar así representados delante del Padre, no hemos de imaginar que podemos abusar de su misericordia y volvernos descuidados, indiferentes y licenciosos. Cristo no es el ministro del pecado. Estamos completos en El, aceptados en el Amado, únicamente si permanecemos en El por fe.

Nunca podemos alcanzar la perfección por medio de nuestras propias obras buenas. El alma que contempla a Jesús mediante la fe, repudia su propia justicia.  Se ve a sí misma incompleta, y considera su arrepentimiento como insuficiente, débil su fe más vigorosa, magro su sacrificio más costoso; y se abate con humildad al pie de la cruz.  Pero una voz le habla desde los oráculos de la Palabra de Dios.

“Vosotros estáis completos en El”. Ahora toda está en paz en su alma.  Ya no tiene que luchar más para encontrar algún mérito en sí mismo, algún acto meritorio por medio del cual ganar el favor de Dios.     (Elena White)

 

 

 

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FE Y OBRAS–parte 44-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

ESTO ES JUSTIFICACIÓN POR LA FE

Cuando el pecador penitente, contrito delante de Dios, comprende el sacrificio de Cristo en su favor y acepta este sacrificio como su única esperanza en esta vida y en la vida futura, sus pecados son perdonados.  Esto es justificación por la fe. Cada alma creyente debe conformar enteramente su voluntad a la voluntad de Dios y mantenerse en un estado de arrepentimiento y contrición, ejerciendo fe en los méritos expiatorios del Redentor y avanzando de fortaleza en fortaleza, de gloria en gloria.

El perdón y la justificación son una y la misma cosa.  Mediante la fe, el creyente pasa de la posición de un rebelde, un hijo del pecado y de Satanás, a la posición de un leal súbdito de Jesucristo, no en virtud de una bondad inherente, sino porque Cristo lo recibe como hijo suyo por adopción. El pecador recibe el perdón de sus pecados, porque estos pecados son cargados por su Sustituto y Garante. 

El Señor le dice a su Padre celestial: “Este es mi hijo.  Suspendo la sentencia de condenación de muerte que pesa sobre él, dándole mi póliza de seguro de vida- vida eterna- en virtud de que yo he tomado su lugar y he sufrido por sus pecados.  Ciertamente, él es mi hijo amado”.  De esa manera el hombre, perdonado y cubierto con las hermosas vestiduras de la justicia de Cristo, comparece sin tacha delante de Dios.

El pecador puede errar, pero no es desechado sin misericordia.  Su única esperanza, sin embargo, es el arrepentimiento para con Dios y la fe en el Señor Jesucristo.  Es prerrogativa del Padre perdonar nuestras transgresiones y nuestros pecados, porque Cristo ha tomado sobre si nuestra culpa y ha suspendido la sentencia que pendía sobre nosotros, imputándonos su propia justicia.  Su sacrificio satisface plenamente los requerimientos de justicia.

La justificación es lo opuesto a la condenación.  La ilimitada misericordia de Dios se ejerce sobre los que son totalmente indignos.  El perdona transgresiones y pecados por amor a Jesús, quien se ha convertido en la propiciación por nuestros pecados.  Mediante la fe en Cristo, el transgresor culpable entra en el favor de Dios y en la firme esperanza de la vida eterna.

 

 

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FE Y OBRAS–parte 41-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

LA FE Y LAS OBRAS VAN DE LA MANO

UNA DOCTRINA LLENA DE ENGAÑO

La justificación propia es el peligro de esta era; separa al alma de Cristo.  Los que confían en su propia justicia no pueden entender como la salvación viene por medio de Cristo. Al pecado llaman justicia, y a la justicia, pecado.  No perciben la malignidad de la transgresión, ni comprenden la Ley; porque no respetan la norma moral de Dios. La razón por la cual hay tantas conversiones espurias en estos días es porque hay una estimación muy baja de la Ley de Dios.

En lugar de la norma divina de justicia, los hombres han erigido un patrón de su propia hechura por el cual miden el carácter.  Ven a través de un vidrio, oscuramente, y presentan ante la gente ideas falsas acerca de la santificación, estimulando así el egoismo, el orgullo y la justificación propia. 

La doctrina de la santificación que muchos propugnan está llena de engaño, porque es halagadora del corazón humano; pero lo más bondadoso que se le puede predicar al pecador es la verdad de los requerimientos obligatorios de la Ley de Dios.  La fe y las obras deben ir de la mano; porque la fe sola, sin obras, es muerta.

LA PRUEBA DE TODA DOCTRINA

El profeta declara una verdad por la cual podemos probar toda doctrina.  Dice:

“¡A la Ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a ésto, es porque no le ha amanecido” (Isa.8:20).

Aunque el error abunda en el mundo, no hay razón para que los hombres permanezcan en el engaño.  La verdad es clara, y cuando se la compara con el error, se puede discernir su carácter. Todos los súbditos de la gracia de Dios pueden comprender lo que se requiere de ellos. Mediante la fe podemos conformar nuestras vidas a la norma de justicia, porque podemos apropiarnos de la justicia de Cristo.

El honesto buscador de la verdad encontrará en la Palabra de Dios la regla para la santificación genuina. El apóstol dice:

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu…Porque lo que era imposible para la Ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Porque los son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas de Espíritu.  Porque el ocuparse de la carne  es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.  Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros” (Rom.8:1-9).

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FE Y OBRAS–parte 34-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

OBEDIENCIA Y SANTIFICACIÓN

“Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efe.5:2).

En toda la plenitud de su divinidad, en toda la gloria de su inmaculada humanidad, Cristo se dio a sí mismo por nosotros como un sacrificio completo y gratuito, y todo el que acude a El debería aceptarlo como si fuera el único por quien el precio ha sido pagado.  Así como en Adán todos mueren, en Cristo todos serán vivificados; porque los obedientes resucitarán para inmortalidad, y los transgresores resucitarán para sufrir la muerte, la penalidad de la Ley que han quebrantado.

La obediencia a la Ley de Dios es santificación.  Hay muchos que tienen ideas erróneas respecto a esta obra en el alma, pero Jesús oró que sus discípulos fueran  santificados por medio de la verdad:

“Santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad” (Juan 17:17). 

La Santificación no es una obra instantánea sino progresiva, así como la obediencia es continua.  En tanto Satanás nos apremie con sus tentaciones, tendremos que librar una y otra vez la batalla por el dominio propio; pero mediante la obediencia, la verdad santificará el alma.  Los que son leales a la verdad han de superar por medio de los méritos de Cristo, toda debilidad de carácter que los ha llevado a ser modelados por cada una de las diversas circunstancias de la vida.

EL ENGAÑO Y LA TRAMPA DE SATANÁS

Muchos han tomado la posición de que no pueden pecar porque están santificados, pero esta es una trampa engañosa del maligno.  Hay un constante peligro de caer en pecado, porque Cristo nos ha amonestado a velar y orar para que no caigamos en tentación. Si somos conscientes de la debilidad del yo, no nos confiaremos en nosotros mismo ni seremos indiferentes al  peligro, sino que sentiremos la necesidad de acudir a la Fuente de nuestra fortaleza: Jesús, nuestra justicia. 

Hemos de allegarnos con arrepentimiento y contrición, con una desesperada sensación de nuestra propia debilidad finita, y aprender que debemos acudir diariamente a los méritos de la sangre de Cristo, a fin de que lleguemos a ser vasos apropiados para el uso del Maestro.

Mientras así dependemos de Dios no seremos hallados en guerra contra la verdad, sino que siempre estaremos habilitados para ponernos de parte de la justicia.  Debemos aferrarnos a la enseñanza de la Biblia y no seguir las costumbres y tradiciones del mundo, los dichos de los hombres.

Cuando surgen errores y son enseñados como verdad bíblica, los que están conectados con Cristo no confiarán en lo que dice el ministro, sino que  escudriñarán cada día las Escrituras para ver si estas cosas son así.  Al descubrir cuál es la palabra del Señor, se pondrán de parte de la verdad.  Oirán la voz del verdadero Pastor, que dice “Este es el camino, andad en él”. De esa manera serán instruidos para hacer de la Biblia su consejero, y no oirán ni seguirán la voz de un extraño.

 

 

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FE Y OBRAS–parte 30-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

LA CALIDAD DE NUESTRA FE

EL PUNTO CRUCIAL EN LA GRAN CONTROVERSIA-parte 2

Y después que Cristo resucitó, ¿qué hizo? Asumió su poder y empuñó su cetro.  Abrió las tumbas y sacó a una multitud de cautivos, dando testimonio ante todo nuestro mundo y ante la creación entera de que tenía poder sobre la muerte y de que rescataba a los cautivos de la muerte.

No todos lo que creyeron en Jesús fueron resucitados en ese momento. Era solamente una muestra de lo que vendría, para que nosotros pudiéramos saber que la muerte y el sepulcro no han de retener a los cautivos, porque Cristo los llevó al cielo. Y cuando El regrese con poder y gran gloria, abrirá los sepulcros.  La prisión será abierta, y los muertos en Cristo vivirán nuevamente, revestidos de gloriosa inmortalidad.

He aquí los trofeos que Cristo tomó consigo y presentó ante el universo del cielo y de los mundos que Dios ha creado.  Cualquier afecto que alguna vez hayan sentido por Lucifer, que era el querubín cubridor, ahora está destruido.  Dios le dio una oportunidad de forjar su carácter.  Si no hubiera hecho ésto, habría habido quienes sintieran que la acusación que el levantó contra Dios –de que no le dio una oportunidad justa- era fundada.

El Príncipe de Vida y el príncipe de las tinieblas están en conflicto. El Príncipe de Vida prevaleció pero a un costo infinito.  Su triunfo es nuestra salvación.  El que es nuestro  Sustituto y Garante, y lo que El dice al que venciere indica si el hombre tiene algo que hacer o no.  ¿De qué manera?  “Al que venciere le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”  (Apoc.3:21).

LA PORCION DEL VENCEDOR

¿No tuvo nuestro Salvador algo que vencer? ¿No libró la batalla con el príncipe de las tinieblas hasta que fue vencedor en cada punto? Entonces deja la obra directamente en las manos de sus seguidores.  Tenemos algo que hacer. ¿Acaso no tenemos la porción del vencedor, para trabajar en pos de la victoria y obtenerla?

¿No hemos de proseguir paso a paso en conocer al Señor, hasta que veamos que como el alba está dispuesta su salida? Su luz brillará hasta que lleguemos a la luz más brillante.  Al suplicar al Dios del cielo, ustedes la captarán y proseguirán y recogerán luz más brillante de los oráculos de Dios.

Jacob cayó en la trampa.  Defraudó a su hermano por la primogenitura. Al luchar con Cristo, sus pecados se presentaron ante él. Y el ángel luchó con él y le dijo “Déjame”; y Jacob respondió: “No te dejaré sin no me bendices” (Gen.32:26).

Jacob obtuvo la victoria, y ese día le fue cambiado el nombre. Fue cuando el prevaleció con Dios. Dios ha preparado un camino para que podamos tener plena y gratuita salvación. Dios nos ayude a creer en el Hijo de Dios y que El puede salvarnos hasta lo sumo, y tendremos vida eterna.

Algunos actúan como si pensaran que Jesús estuviese encerrado en el sepulcro nuevo de José.  El no está allí. Ha resucitado, y hoy tenemos un Salvador viviente que está intercediendo por nosotros. Hablemos de su amor, de su poder y alabémosle.

  “Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”  (Rom.10:10).               

(Elena White)

 

 

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FE Y OBRAS–parte 19-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

LUCHAR, TRABAJAR Y ESFORZARNOS –parte 2-

Las obras jamás van a salvarnos; son los méritos de Cristo los que contarán en nuestro favor Mediante la fe en El, Cristo hará que todos nuestros imperfectos esfuerzos sean aceptables para Dios. La fe que se requiere que tengamos no es una fe de no hacer nada; fe salvadora es la que obra por amor y purifica el alma.  El que eleve a Dios manos santas sin ira ni duda, caminará inteligentemente en la senda de los mandamientos de Dios.

Si hemos de hallar perdón por nuestros pecados, primero debemos tener conciencia de lo que es el pecado, para que podamos arrepentirnos y producir frutos dignos de arrepentimiento. Debemos tener un fundamento sólido para nuestra fe; debe fundarse en la Palabra de Dios, y sus resultados se manifestarán en obediencia a la voluntad revelada de Dios.  Dice el apóstol: “Seguid….y la santidad, sin la cual nadie vera a Dios” (Heb.12:14).

La fe y las obras nos mantendrán equilibrados y nos darán el éxito en la tarea de perfeccionar el carácter cristiano.  Jesús dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).

Refiriéndose al alimento temporal, el apóstol dijo: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos ésto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2Tes.3:10). La misma regla se aplica a nuestra nutrición espiritual; si alguno ha de tener el pan de vida eterna, que haga esfuerzos para obtenerlo.

Estamos viviendo en un periodo importante e interesante de la historia de la tierra.  Necesitamos más fe que la que hemos tenido hasta ahora; necesitamos un sostén más firme de lo alto.  Satanás está obrando con todo poder para obtener la victoria sobre nosotros, porque sabe que no tiene sino un corto tiempo para trabajar. 

Pablo se esforzó con temor y temblor para obtener su salvación: ¿y no debiéramos temer nosotros? Deberíamos velar en oración, luchando con esfuerzo para entrar por la puerta estrecha.

JESÚS SUPLE NUESTRA DEFICIENCIA

No hay excusa para el pecado o para la indolencia, Jesús ha señalado el camino, y desea que sigamos sus pisadas. El ha sufrido. El se ha sacrificado como ninguno de nosotros puede hacerlo, para poder poner la salvación a nuestro alcance.  No necesitamos desanimarnos.  Jesús vino a nuestro mundo para poner a disposición del hombre el poder divino, a fin de que mediante su gracia pudiéramos ser transformados a su semejanza.

Cuando está en el corazón el propósito de obedecer a Dios, cuando se realizan esfuerzos con ese fin, Jesús acepta esta disposición y esos esfuerzos como el mejor servicio de hombre, y suple la deficiencia con su propio mérito divino. 

Pero no aceptará a los que pretenden tener fe en El y sin embargo son desleales a los mandamientos de su Padre.  Oímos hablar mucho acerca de la fe, pero necesitamos oír mucho más acerca de las obras.  Muchos están engañando a sus propias almas al vivir una religión cómoda, complaciente, sin cruz.  (Elena White)

Pero Jesús dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. (Mateo 16:24).

 

 

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FE Y OBRAS–parte 7-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

 DIOS OBRA Y EL HOMBRE OBRA-parte 2-

 “Vosotros sois labranza de Dios” (1 Cor.3:9). El corazón debe ser labrado, mejorado, arado, rastrillado y sembrado a finde producir su fruto para Dios en buenas obras. “Vosotros sois edificio de Dios”.  No podemos edificar por nosotros mismos. Hay un Poder fuera de nosotros, que tiene que edificar poniendo ladrillo sobre ladrillo y cooperando siempre con las facultades y aptitudes dadas por Dios al hombre.  El Redentor debe hallar un hogar en su edificio.  Dios obra y el hombre obra.

Es necesario que continuamente se reciban los dones de Dios, para que pueda haber una entrega de estos dones con la misma liberalidad.  Es un continuo proceso de recibir y devolver.  El Señor ha provisto que el alma reciba alimento de El,  a fin de que sea nuevamente entregado en la realización de sus propósitos. Para que haya sobreabundancia, tiene que haber una recepción de divinidad en la humanidad. “Habitaré y andaré entre ellos” (2 Cor.6:16).

El templo del alma debe ser sagrado, santo, puro e inmaculado.  Debe haber una coparticipación, en la cual todo el poder es de Dios y toda la gloria pertenece a Dios.  La responsabilidad reside en nosotros.  Debemos recibir en pensamientos y en sentimientos, para dar en expresión. La ley de la actividad humana y divina hace del receptor un obrero juntamente con Dios. Lleva al hombre a la posición donde puede, unido con la divinidad, hacer las obras de Dios. La combinación del poder divino y el agente humano será un éxito completo, porque la justicia de Cristo lo realiza todo.

PODER SOBRENATURAL PARA OBRAS SOBRENATURALES

La razón por la cual tantos dejan de ser obreros de éxito es que actúan como si Dios dependiera de ellos, y pretender sugerirle a Dios que debe hacer con ellos, en lugar de depender ellos de Dios.  Ponen a un lado el poder sobrenatural y dejan de hacer la obra sobrenatural.  Dependen todo el tiempo de sus propias facultades humanas. Necesitan elevarse, porque no tienen poder de lo alto.  Dios nos da el cuerpo, la energía mental, el tiempo y la oportunidad de trabajar. Es necesario utilizar todos esos recursos al máximo.  Combinando la humanidad y la divinidad se puede realizar una obra que durará por la eternidad. 

“Por gracia sois salvos por medio de la fe; y ésto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efe.2:8).  Aquí hay verdad que desarrollará el tema en tu mente si no la cierras a los rayos de luz.  La vida eterna es un regalo infinito.  Esto la coloca fuera de la posibilidad de que nosotros la ganemos, porque es infinita.  Necesariamente tiene que ser un regalo.  Como regalo, tiene que ser recibida por fe, y a Dios debe ofrecerse la gratitud y la alabanza.  Una fe sólida no conducirá a persona alguna al fanatismo o a actuar como el siervo indolente. 

El poder maléfico de Satanás induce a los hombres a mirarse a sí mismos en lugar de contemplar a Jesús.  La justicia de Cristo debe estar delante de nosotros si la gloria del Señor llega a ser nuestra retaguardia.  Si hacemos la voluntad de Dios podemos recibir grandes bendiciones como un don gratuito del Señor, pero no porque haya mérito alguno en nosotros; éste no tiene valor.  Hagan la obra de Cristo, y ustedes honrarán a Dios y saldrán más que vencedores por medio de Aquél que nos ama y ha dado su vida por nosotros, para que pudiéramos tener vida y salvación en Cristo Jesús.  (Elena White)

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FE Y OBRAS–parte 5-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

MERITO HUMANO

Los mortales pueden hacer discursos abogando vehementemente por el mérito de las personas, y cada hombre puede luchar por la supremacía, pero los tales simplemente no saben que todo el tiempo, en principio y en carácter, están tergiversando la verdad de Jesús.  Se hallan en la niebla de la ofuscación.  Necesitan el precioso amor de Dios, ilustrado por el oro refinado en fuego; necesitan la vestidura blanca del carácter puro de Cristo; y necesitan el colirio celestial para poder discernir con asombro la absoluta inutilidad del mérito humano para ganar el galardón de la vida eterna. 

Pueden poner a los pies de nuestro Redentor fervor en el trabajo e intenso afecto, realizaciones intelectuales elevadas y nobles, amplitud de entendimiento y la más profunda humildad; pero no hay una pizca más de gracia y talento que los que Dios dio al principio.  No debe entregarse nada menos que lo que el deber prescribe, y no puede entregarse un ápice más que lo que se ha recibido primero; y todo debe ser colocado sobre el fuego de la justicia de Cristo para purificarlo de su olor terrenal antes de que se eleve en una nube de incienso fragante al gran Jehová y sea aceptado como un suave perfume.

El Señor Jesús imparte todas las facultades, toda la gracia, toda la contrición, todo buen impulso, todo el perdón de los pecados, al presentar su justicia para que el hombre la haga suya mediante una fe viva – la cual también es el don de Dios. Si reunimos todo lo que es bueno, santo, noble y amable en el hombre, y entonces lo presentamos ante los ángeles de Dios como si desempeñáramos una parte en la salvación del alma human o como un mérito, la proposición sería rechazada como una traición.

De pie ante la presencia de su Creador mirando la insuperable gloria que envuelve su persona, contemplan al Cordero de Dios entregado desde la fundación del mundo a una vida de humillación, para ser rechazado, despreciado y crucificado por los hombres pecaminosos. ¡Quién puede medir la infinitud del sacrificio!

Por amor a nosotros Cristo se hizo pobre, para que por su pobreza pudiéramos ser ricos.  Y todas las obras que el hombre puede rendir a Dios serán mucho menos que nada.  Nuestras súplicas son aceptas únicamente porque se apoyan en la justicia de Cristo.  La idea de hacer algo para merecer la gracia del perdón es una falacia del principio al fin.  “Señor en mi mano no traigo valor alguno; simplemente a tu cruz me aferro”.

LO QUE EL HOMBRE NO PUEDE HACER –parte 1-

No le darán gloria alguna las proezas encomiables que el hombre pueda realizar.  Los hombres han caído en la costumbre de glorificar y exaltar a otros hombres, no pocos casos en los cuales la vida familiar y la obra interior de los corazones de esos mismos hombres están llenos de egoísmo. Son corruptos, contaminados, viles;  y nada que proviene de todas sus realizaciones puede elevarlos delante de Dios, porque todo lo que hacen es una abominación ante su mirada. 

No puede haber verdadera conversión sin el abandono del pecado.  Con una agudeza de percepción nunca alcanzada por la comprensión humana, los ángeles de Dios observan que estos seres con almas y manos impuras, están decidiendo su destino por la eternidad; y sin embargo, muchos tienen escasa noción de lo que constituye el pecado y del remedio. (Elena White)  

Continúa en parte 6

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FE Y OBRAS –parte 3-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

ENTERAMENTE POR GRACIA

La justificación es enteramente por gracia y no se consigue por ninguna obra que el hombre caído pueda realizar.  El punto ha sido presentado con claridad, que si el hombre rico tiene dinero y posesiones, y los ofrenda al Señor, se introducen ideas falsas que estropean la ofrenda por pensar que merece el favor de Dios, que el Señor está obligado a considerarlo con especial benevolencia en virtud de la donación.

El Señor le ha prestado al hombre sus propios bienes en depósitos -medios que El requiere que le sean devueltos cuando su providencia lo manifieste y la edificación de su causa lo demande. El Señor dio el intelecto.  Dio la salud y la capacidad para obtener ganancias terrenales.  Manifiesta su poder divino para desarrollar todas sus riquezas, para satisfacer necesidades de una manera económica y conservar el saldo a disposición de Dios. David dijo: “Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (1 Cron.29:14). Así que la satisfacción del mérito no puede consistir en devolver al Señor lo que es suyo, porque siempre fue de su propiedad para ser usada según El en su providencia lo indicara.

SE PIERDE EL FAVOR DE DIOS-parte 1-

Por rebelión y apostasía el hombre perdió el favor de Dios; no sus derechos, porque él no podía tener valor excepto el que le fuera conferido por el amado Hijo de Dios.  Este punto debe ser entendido.  El hombre perdió esos privilegios que Dios en su misericordia le presentó como un don gratuito, un tesoro en depósito para ser usado en el avance de su causa y su gloria, para beneficiar a los seres que El había hecho. En el momento cuando la criatura de Dios rehusó obedecer las leyes del reino de Dios, en ese momento se volvió desleal al gobierno del Creador y se hizo enteramente indigna de todas las bendiciones con que El la había favorecido.

Esta era la situación de la raza humana después que el hombre, por su transgresión, se divorció de Dios.  Entonces ya no tenía más derecho a una bocanada de aire, a un rayo de sol o a una partícula de alimento.  Y la razón por la cual el hombre no fue aniquilado, fue porque Dios lo amó de tal manera que otorgó el don de su amado Hijo para que El sufriera la penalidad de la transgresión.

Cristo estuvo dispuesto a convertirse en el fiador y sustituto del hombre a fin de que éste, mediante su incomparable gracia, pudiera tener otra oportunidad –una segunda prueba-, teniendo la experiencia de Adán y Eva como una advertencia para que no transgredieran la Ley de Dios como ellos lo hicieron. Y en cuanto el hombre disfruta las bendiciones de Dios en la dádiva del sol y la dádiva del alimento, debería inclinarse delante del Hacedor en agradecido reconocimiento de que todas las cosas provienen de El.  Todo lo que se le devuelve a Dios es tan sólo su propiedad, que El nos ha concedido.  (Elena White)

Continúa en parte 4

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