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Archive for the ‘1.00- ¡ATENCION! EL CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL -CONCEPT0-Origen del mal y del dolor’ Category

CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL-parte 11-

DESCUBRIENDO UNA ADORACIÓN MÁS PROFUNDA –parte 1-

 

Hemos aprendido que muchas gemas de verdad se perdieron en la Edad Media, las cuales debemos recuperar hoy día. Una de las más valiosas es el hecho de que usted puede tener una relación mucho más íntima con Dios de lo que había imaginado.

Cuando estudiamos la Palabra de Dios-la Santa Biblia- y obedecemos sus verdades, podemos entrar en la senda de la obediencia en la que Dios nos invita a transitar.

A continuación usted descubrirá lo que las Escrituras dicen acerca de una verdad especial que Dios tiene para usted.

PUNTO NUMERO UNO:

El sábado fue dado a toda la humanidad en la Creación de este mundo.    

El sábado del séptimo día fue dado a la humanidad en el séptimo día de la semana de la creación.

“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo.  Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación”   (Gen.2:1-3).

Dios dedicó y apartó el sábado como un día de reposo- 2000 años antes de que existiera el primer judío. Abraham es considerado por todos como el primer judío.  El vivió alrededor del año 2000 A.C.  Los registros bíblicos indican que la creación de este mundo tuvo lugar aproximadamente en el 4000 A.C.  De modo que el sábado bíblico NO es judío!  Es para toda la humanidad; es para TODO EL MUNDO.

“El día de reposo fue hecho por causa del hombre…” (Marcos 2:27).

PUNTO NUMERO DOS:

El sábado es un monumento recordativo de la creación y de nuestra salvación.

Primero: Este es un monumento recordativo de la creación.

“Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó” (Éxodo 31:17).

Como un monumento recordativo de la creación de este mundo, el sábado no puede desaparecer sin que primero desaparezca este mundo -y ¡sea creado de nuevo! Nuestro planeta no podría tener un sábado nuevo u otro diferente, sin que éste fuera primero echado al olvido- y entonces un nuevo planeta fuera creado de la nada.  Pero un evento semejante no ha ocurrido.

Segundo: El sábado es un símbolo de nuestra salvación.  Cuando lo guardamos, le decimos al mundo que pertenecemos a Dios y que le servimos y lo obedecemos.  El sábado del séptimo día es una señal de nuestra conversión, santificación y salvación:

“En verdad vosotros guardaréis mis sábados; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”  (Éxodo 31:13).

“Y les di también mis sábados, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová, que los santifico” (Ezequiel 20:12).

 “Y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová, vuestro Dios” (Ezequiel 20:20). 

(Elena White)

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CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MALparte 10-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR-parte 9-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR –parte 9-

La muerte de Cristo prueba que la Ley es inmutable. Y el sacrificio al cuál el amor infinito impelió al Padre y al Hijo a fin de que los pecadores pudiesen ser redimidos, demuestra a todo el universo-y nadie que fuese inferior a este plan habría bastado para demostrarlo- que la justicia y la misericordia son el fundamento de la ley y del gobierno de Dios. En la ejecución final del juicio se verá que no existe causa para el pecado. Cuando el Juez de toda la tierra pregunte a Satanás: “¿Porqué te rebelaste contra MI y arrebataste súbditos de mi reino?” el autor del mal no podrá ofrecer excusa alguna.  Toda boca permanecerá cerrada, todas las huestes rebeldes quedarán mudas.

Mientras la cruz del Calvario proclama el carácter inmutable de la ley, declara al universo que la paga del pecado es muerte.  El grito agonizante del Salvador “Consumado es”, fue el toque de agonía para Satanás.  Fue entonces cuando quedó zanjado el gran conflicto que había durado tanto tiempo y aseguraba la extirpación final del mal. El Hijo de Dios atravesó los umbrales de la tumba,  “para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, ésto es, al diablo” (Heb.2:14). 

El deseo que Lucifer tenía de exaltarse a sí mismo le había hecho decir: … ¡Junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono…y seré semejante al Altísimo!”  Dios declara: “¡Te pongo en ceniza sobre la tierra,…y para siempre dejaras de ser!” (Isaías 14:13,14; Ezeq.28:18,19).  Esto será cuando venga “el día ardiente como un horno; y todos los soberbios y todos los que hacen maldad  serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama” (Malaquías 4:1).

Todo el universo habrá visto la naturaleza y los resultados del pecado.  Y su destrucción completa que en un principio hubiese atemorizado a los ángeles y deshonrado a Dios, justificará entonces el amor de Dios y establecerá su gloria ante un universo de seres que se deleitarán en hacer su voluntad y en cuyos corazones se encontrará su Ley.  Nunca más se manifestará el mal.  La Ley de Dios que Satanás vituperó como yugo de servidumbre, será honrada como ley de libertad.  Después de haber pasado por tal prueba y experiencia, la creación no se desviará jamás de la sumisión a Aquél que se dio a conocer en sus obras como Dios de amor insondable y sabiduría infinita (Elena White).

  • “Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”  (Rom.5:1).

  •  “Pero si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1Juan 1:7).

  •  “Y por medio de El reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colos.1:20).

 

 

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CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL-parte 9-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR-parte 8

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR –parte 8-

Entonces fue cuando la culpabilidad de Satanás se destacó en toda su desnudez. Había dado a conocer su verdadero carácter de mentiroso y asesino.  Se echó de ver que el mismo espíritu con el cual él gobernaba a los hijos de los hombres que estaban bajo su poder, lo habría manifestado en el cielo si hubiese podido gobernar a los habitantes de éste.  Había aseverado que la transgresión de la Ley de Dios traería consigo libertad y ensalzamiento; pero lo que trajo en realidad fue servidumbre y degradación.

Los falsos cargos de Satanás contra el carácter del gobierno divino aparecieron en su verdadera luz.  El había acusado a Dios de buscar tan sólo su propia exaltación con las exigencias de sumisión y obediencia por parte de sus criaturas, y había declarado que mientras el Creador exigía que todos se negasen a sí mismos, El mismo no practicaba la abnegación ni hacia sacrificio alguno.

Entonces se vio que para salvar una raza caída y pecadora, el Legislador del universo había hecho el mayor sacrificio que el amor pudiera inspirar, pues “Que Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo,…” (2 Cor.5:19).  Vióse además que mientras Lucifer había abierto la puerta al pecado debido a su sed de honores y supremacía, Cristo, para destruir el pecado, se había humillado y echo obediente hasta la muerte.

Dios había manifestado cuánto aborrece los principios de rebelión.  Todo el cielo vio su justicia revelada, tanto en la condenación de Satanás como en la redención del hombre.  Lucifer había declarado que si la ley de Dios era inmutable y su penalidad irremisible, todo transgresor debía ser excluido para siempre de la gracia del Creador.  El había sostenido que la raza pecaminosa se encontraba fuera del alcance de la redención, y era por consiguiente presa legítima suya. Pero la muerte de Cristo fue un argumento irrefutable en favor del hombre.  La penalidad de la ley caía sobre El que era igual a Dios y el hombre  quedaba libre de aceptar la justicia de Dios y de triunfar del poder de Satanás mediante una vida de arrepentimiento y humillación, como el Hijo de Dios había triunfado. Así Dios es justo, al mismo tiempo que justifica a todos los que creen en Jesús.

Pero no fue tan solo para realizar la redención del hombre para lo que Cristo vino a la tierra a sufrir y morir.  Vino para engrandecer la Ley y hacerla honorable. Ni fue tan sólo para que los habitantes de este mundo respetasen la Ley cual debía ser respetada, sino también para demostrar a todos los mundos del universo que la ley de Dios es inmutable. Si las exigencias de ella hubiesen podido descartarse, el Hijo de Dios no habría necesitado dar su vida para expiar la transgresión de ella. (Elena White)

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CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL-parte 8-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR-parte 7-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR –parte 7- :    

“¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado”  (Exo.34:6,7).

Al echar a Satanás del cielo, Dios hizo patente su justicia y mantuvo el honor de su trono. Pero cuando el hombre pecó cediendo a las seducciones del espíritu apóstata, Dios dio una prueba de su amor, consintiendo en que su Hijo Unigénito muriese por la raza caída. El carácter de Dios se pone de manifiesto en el sacrifico expiatorio de Cristo.  El poderoso argumento de la cruz demuestra a todo el universo que el gobierno de Dios no era de ninguna manera responsable del camino de pecado que Lucifer había escogido.

El carácter del gran engañador se mostró tal cual era en la lucha de Cristo y Satanás, durante el ministerio terrenal del Salvador.  Nada habría podido desarraigar tan completamente las simpatías que los ángeles celestiales y todo el universo leal pudieran sentir hacia Satanás, como su guerra cruel contra el Redentor del mundo. Su petición atrevida y blasfema de que Cristo le rindiese homenaje, su orgullosa presunción que le hizo transportarlo a la cúspide del monte y a las almenas del templo, la intención malévola que mostró al instarle a que se arrojara de aquella vertiginosa altura, la inquina implacable con la cual persiguió al Salvador por todas partes, e inspiró a los corazones de los sacerdotes y al pueblo a que rechazaran su amor y a que gritaran al fin ¡Crucificadle! ¡Crucificadle!, todo ésto despertó el asombro y la indignación del universo.

Fue Satanás el que impulsó al mundo a rechazar a Cristo.  El príncipe del mal hizo cuanto pudo y empleó toda su astucia para matar a Jesús, pues vio que la misericordia y el amor del Salvador, su compasión y su tierna piedad estaban representando ante el mundo  el carácter de Dios.  Satanás disputó todos los asertos del Hijo de Dios, y empleó a los hombres como agentes suyos para llenar la vida del Salvador de sufrimientos y penas. Los sofismas y las mentiras por medio de las cuales procuró obstaculizar la obra de Jesús, el odio manifestado por los hijos de rebelión, sus acusaciones crueles contra Aquél cuya vida se rigió por una bondad sin precedente, todo ello provenía de un sentimiento de venganza profundamente arraigado.  Los fuegos concentrados de la envidia y de la malicia, del odio y de la venganza, estallaron en el calvario contra el Hijo de Dios, mientras el cielo miraba con silencioso horror.

Consumado ya el gran sacrificio, Cristo subió al cielo, rehusando la adoración de los ángeles, mientras no hubiese presentado la petición:

“Padre, aquéllos que me has dado quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo…” (Juan17:24).  Entonces, con amor y poder indecibles, el Padre respondió desde su trono: “Adórenle todos los ángeles de Dios” (Heb.1:6).  No había ni una mancha en Jesús.  (Elena White)

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CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL-parte 7

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR-parte 6

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR –parte 6-

La rebeldía de Satanás, cual testimonio perpetuo de la naturaleza y de los resultados terribles del pecado, debía servir de lección al universo en todo el curso de las edades futuras. La obra del gobierno de Satanás, sus efectos sobre los hombres y los ángeles, harían patentes los resultados del desprecio por  la autoridad divina. Demostrarían que de la existencia del gobierno de Dios y de su ley depende el bienestar de todas las criaturas que El ha formado.  De este modo la historia del terrible experimento de la rebeldía, sería para todos los seres santos una salvaguardia eterna destinada a precaverlos contra todo engaño respecto a la índole de la trasgresión, y a guardarlos de cometer pecado y de sufrir el castigo consiguiente.

El gran usurpador siguió justificándose hasta el fin mismo de la controversia en el cielo. Cuando se dio a saber que, con todos sus secuaces, iba a ser expulsado de las moradas del cielo, el jefe rebelde declaró audazmente su desprecio por la ley del Creador.  Reiteró su aserto de que los ángeles no necesitaban sujeción, sino que debía dejárseles seguir su propia voluntad, que los dirigiría siempre bien. Denunció los estatutos divinos como restricción de su libertad y declaró que el objeto que él perseguía era asegurar la abolición de la ley para que, libres de esta traba, las huestes del cielo pudiesen alcanzar un grado de existencia más elevado y glorioso.

De común acuerdo Satanás y su hueste culparon a Cristo de su rebelión, declarando que si no hubiesen sido censurados, no se habrían rebelado. Así obstinados y arrogantes en su deslealtad, vanamente empeñados en trastornar el gobierno de Dios, al mismo tiempo que en son de blasfemia decían ser ellos mismos víctimas inocentes de un poder opresivo, el gran rebelde y todos sus secuaces fueron al fin echados del cielo.

El mismo espíritu que fomentara la rebelión en el cielo, continúa inspirándola en la tierra.  Satanás ha seguido con los hombres la misma política que siguiera con los ángeles.  Su espíritu impera ahora en los hijos de desobediencia.  Como él, tratan éstos de romper el freno de la ley de Dios, y prometen a los hombres la libertad mediante la transgresión de los preceptos de aquélla. La represión del pecado despierta aún el espíritu de odio y resistencia.  Cuando los mensajeros que Dios envía para amonestar tocan a la conciencia, Satanás induce a los hombres a que se justifiquen y a que busquen la simpatía de otros en su camino de pecado.  En lugar de enmendar sus errores, despiertan la indignación contra el que los reprende, como si éste fuera la única causa de la dificultad. Desde los días del justo Abel hasta los nuestros, tal ha sido el espíritu que se ha manifestado contra quienes osaron condenar el pecado.

Mediante la misma falsa representación del carácter de Dios que empleó en el cielo, para hacerle parecer severo y tiránico, Satanás indujo al hombre a pecar.  Y logrado ésto, declaró que las restricciones injustas de Dios habían sido causa de la caída del hombre, como lo habían sido de su propia rebeldía.

Pero el mismo Dios eterno da a conocer así su carácter:    “¡Jehová! ¡Jehová! Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado”  (Exo.34:6,7).   (Elena White)

 

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CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL-parte 6-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR-parte 5-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR –parte 5- 

Al principio Satanás había ocultado su obra bajo una astuta profesión de lealtad para con Dios.  Aseveraba que se desvelaba por honrar a Dios, afianzar su gobierno y asegurar el bien de todos los habitantes del cielo.  Mientras difundía el descontento entre los ángeles que estaban bajo sus órdenes, aparentaba hacer cuanto le era posible por que desapareciera ese mismo descontento.  Sostenía que los cambios que reclamaba en el orden y en las leyes del gobierno de Dios eran necesarios para conservar la armonía en el cielo.

En su trato con el pecado, Dios no podía sino obrar con justicia y verdad. Satanás podía hacer uso de armas de las cuales Dios no podía valerse: la lisonja y el engaño.  Satanás había tratado de falsificar la palabra de Dios y había representado de un modo falso su plan de gobierno ante los ángeles, sosteniendo que Dios no era justo al imponer leyes y reglas a los habitantes del cielo; que al exigir de sus criaturas sumisión y obediencia, sólo estaba buscando su propia gloria.  Por eso debía ser puesto de manifiesto ante los habitantes del cielo y ante los de todos los mundos, que el gobierno de Dios era justo y su ley perfecta.

Satanás había dado a entender que el mismo trataba de promover el bien del universo.  Todos debían llegar a comprender el verdadero carácter del usurpador y el propósito que le animaba.  Había que dejarle tiempo para que se diera a conocer por sus actos de maldad. Satanás achacaba a la ley y al gobierno de Dios la discordia que su propia conducta había introducido en el cielo.  Declaraba que todo el mal provenía de la administración divina.  Aseveraba que lo que él mismo quería, era perfeccionar los estatutos de Jehová.  Era pues necesario que diera a conocer la naturaleza de sus pretensiones y los resultados de los cambios que él proponía introducir en la ley divina.

Su propia obra debía condenarle. Satanás había declarado desde un principio que no estaba en rebelión.  El universo entero debía ver al seductor enmascarado. Aún cuando quedó resuelto que Satanás no podría permanecer por más tiempo en el cielo, la sabiduría infinita no le destruyó.  En vista de que sólo un servicio de amor puede ser aceptable a Dios, la sumisión de sus criaturas debe proceder de una convicción de su justicia y benevolencia.  Los habitantes del cielo y de los demás mundos, no estando preparados para comprender la naturaleza ni las consecuencias del pecado, no podrían haber reconocido la justicia y misericordia de Dios en la destrucción de Satanás.

De haber sido éste aniquilado inmediatamente, aquéllos habrían servido a Dios por miedo más bien que por amor. La influencia del seductor no habría quedado destruida del todo, ni el espíritu de rebelión habría sido extirpado por completo.  Para bien del universo entero a través de las edades sin fin, era preciso dejar que el mal llegase a su madurez, y que Satanás desarrollase más completamente sus principios, a fin de que todos los seres creados reconociesen el verdadero carácter de los cargos que arrojara él contra el gobierno divino y a fin de que quedaran para siempre incontrovertibles la justicia y la misericordia de Dios, así como el carácter inmutable de su Ley. (Elena White)

 

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CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL-parte 5-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR-parte 4-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR –parte 4-

Satanás se empeñó en defender su proceder insistiendo en que no necesitaba arrepentirse, y se entregó de lleno al gran conflicto con su Hacedor. Desde entonces dedicó todo el poder de su gran inteligencia a la tarea de engañar, para asegurarse la simpatía de los ángeles que habían estado bajo sus órdenes.  Hasta el hecho de que Cristo le había prevenido y aconsejado fue desnaturalizado para servir a sus pérfidos designios.  A los que estaban más estrechamente ligados a él por el amor y la confianza, Satanás les hizo creer que había sido mal juzgado, que no se había respetado su posición y que se le quería coartar la libertad.  Después de haber así desnaturalizado las palabras de Cristo, pasó a prevaricar y a mentir descaradamente, acusando al Hijo de Dios de querer humillarlo ante los habitantes del cielo.

Además, trato de crear una situación falsa entre sí mismo y los ángeles aún leales.  Todos aquellos a quienes no pudo sobornar y atraer completamente a su lado, los acusó de indiferencia respecto a los intereses de los seres celestiales.  Acusó a los que permanecían fieles a Dios, de aquello mismo que estaba haciendo.  Y para sostener contra Dios la acusación de injusticia para con él, recurrió a una falsa presentación de las palabras y de los actos del Creador. 

Su política consistía en confundir a los ángeles con argumentos sutiles acerca de los designios de Dios.  Todo lo sencillo lo envolvía en misterio, y valiéndose de artera perversión, hacía nacer dudas respecto a las declaraciones más terminantes de Jehová.  Su posición elevada; y su estrecha relación con la administración divina, daban mayor fuerza a sus representaciones, y muchos ángeles fueron inducidos a unirse con él en su rebelión contra la autoridad celestial.

Dios permitió en su sabiduría que Satanás prosiguiese su obra hasta que el espíritu de desafecto se convirtiese en activa rebeldía. Era necesario que sus planes se desarrollaran por completo para que su naturaleza y sus tendencias quedaran a la vista de todos. Lucifer, como querubín ungido, había sido grandemente exaltado; era muy amado por los seres celestiales y ejercía poderosa influencia sobre ellos. El gobierno de Dios no incluía sólo los habitantes del cielo sino también a los de todos los mundos que El había creado; y Satanás pensó que si podía arrastrar a los ángeles del cielo en su rebeldía, podría arrastrar a los habitantes de los demás mundos.

Había presentado arteramente su manera de ver la cuestión valiéndose de sofismas y fraude para conseguir sus fines.  Tenía gran poder para engañar, y al usar su disfraz de mentira había obtenido una ventaja.  Ni aún los ángeles leales podían discernir plenamente su carácter ni ver adonde conducía su obra.

Satanás había sido tan altamente honrado, y todos sus actos estaban tan revestidos de misterio, que era difícil revelar a los ángeles la verdadera naturaleza de su obra. Antes de su completo desarrollo, el pecado no podía aparecer como el mal que era en realidad. Hasta entonces no había existido en el universo de Dios, y los seres santos no tenían idea de su naturaleza y malignidad. No podían ni entrever las terribles consecuencias que resultarían de poner a un lado la Ley de Dios.  (Elena White)

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CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL-parte 4-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR-parte 3-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR –parte 3- 

Lucifer dejó prevalecer sus celos y su rivalidad con Cristo, y se volvió aún más obstinado.  El orgullo de su propia gloria le hizo desear la supremacía.  Lucifer no apreció como don de su Creador los altos honores que Dios le había conferido, y no sintió gratitud alguna.  Se glorificaba de su belleza y elevación, y aspiraba a ser igual a Dios. Era amado y reverenciado por la hueste celestial.  Los ángeles se deleitaban en ejecutar sus órdenes, y estaba revestido de sabiduría y gloria sobre todos ellos. Sin embargo, el Hijo de Dios era el soberano reconocido del cielo, y gozaba de la misma autoridad y poder que el Padre. Cristo tomaba parte en todos los consejos de Dios, mientras que a Lucifer no le era permitido entrar así en los designios divinos. Y este ángel poderoso se preguntaba por que había de tener Cristo la supremacía y recibir más honra que él mismo.

Abandonando el lugar que ocupaba en la presencia inmediata del Padre, Lucifer salió a difundir el espíritu de descontento entre los ángeles.  Obrando con misterioso sigilo y encubriendo durante algún tiempo sus verdaderos fines bajo una apariencia de respeto hacia Dios, se esforzó en despertar el descontento respecto a las leyes que gobernaban a los seres divinos, insinuando que ellas imponían restricciones innecesarias.  Insistía en que siendo dotados de una naturaleza santa, los ángeles debían obedecer los dictados de su propia voluntad.  Procuró ganarse la simpatía de ellos haciéndoles creer que Dios había obrado injustamente con él, concediendo a Cristo honor supremo.  Dio a entender que al aspirar a mayor poder y honor, no trataba de exaltarse a sí mismo sino a asegurar libertad para todos los habitantes del cielo, a fin de que pudiesen así alcanzar a un nivel superior de existencia.

En su gran misericordia, Dios soportó por largo tiempo a Lucifer. Este no fue expulsado inmediatamente de su elevado puesto, cuando se dejó arrastrar por primera vez por el espíritu de descontento, ni tampoco cuando empezó a presentar sus falsos asertos a los ángeles leales.  Fue retenido aún por mucho tiempo en el cielo.  Varias y repetidas veces se le ofreció el perdón con tal de que se arrepintiese y se sometiese.  Para convencerle de su error se hicieron esfuerzos de que solo el amor y la sabiduría infinitos eran capaces.  Hasta entonces no se había conocido el espíritu de descontento en el cielo.  El mismo Lucifer no veía en un principio hasta donde le llevaría este espíritu; no comprendía la verdadera naturaleza de sus sentimientos. Pero cuando se demostró que su descontento no tenía motivo, Lucifer se convenció de que no tenía razón, que lo que Dios pedía era justo, y que debía reconocerlo ante todo el cielo.  De haberlo hecho así, se habría salvado a sí mismo y a muchos ángeles. 

Aunque había abandonado su puesto de querubín cubridor, habría sido no obstante restablecido en su oficio si, reconociendo la sabiduría del Creador, hubiese estado dispuesto a volver a Dios y se hubiese contentado con ocupar el lugar que le correspondía en el plan de Dios. Pero el orgullo le impidió someterse. Se empeño en defender su proceder insistiendo en que no necesitaba arrepentirse, y se entregó de lleno al gran conflicto con su Hacedor. (Elena White)

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CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL-parte 3-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR-parte 2-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR –parte 2-

Como la ley de amor era el fundamento del gobierno de Dios, la dicha de todos los seres creados dependía de su perfecta armonía con los grandes principios de justicia.  Dios quiere que todas sus criaturas le rindan un servicio de amor y un  homenaje que provenga de la apreciación inteligente de su carácter.  No le agrada la sumisión forzosa, y da a todos libertad para que le sirvan voluntariamente.

Pero hubo  un ser que prefirió pervertir esta libertad.  El pecado nació en aquél que, después de Cristo, había sido el más honrado por Dios, y el más exaltado en honor y en gloria entre los habitantes del cielo.  Antes de su caída, Lucifer era el primero de los querubines que cubrían el propiciatorio santo y sin mácula.  “Así dice Jehová el Señor: ¡tu eras el sello de perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura!  En Edén, en el huerto de Dios, estuviste, de toda piedra preciosa era tu vestidura…Tú, querubín grande, protector, Yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezeq.28:12-15).

Lucifer habría podido seguir gozando del favor de Dios, amado y honrado por toda la hueste angélica, empleando sus nobles facultades para beneficiar a los demás y para glorificar a su hacedor.  Pero el profeta dice: “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor” (vers.17), poco a poco, Lucifer se abandonó al deseo de la propia exaltación. “Por cuanto pusiste tu corazón, como corazón de Dios”  “Tú que decías… ¡al cielo subiré; junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré…sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.”  (Ezeq.28:6; Isaías 14:13,14).

En lugar de procurar que Dios fuese objeto principal de los afectos y de la obediencia de sus criaturas, Lucifer se esforzó por granjearse el servicio y el homenaje de ellas.  Y, codiciando los honores que el Padre Infinito había concedido a su Hijo, este príncipe  de los ángeles aspiraba a un poder que sólo Cristo tenía derecho a ejercer.

El cielo entero se había regocijado en reflejar la gloria del Creador, y entonar sus alabanzas.  Y en tanto que Dios era así honrado, todo era paz y dicha.  Pero una nota discordante vino a romper las armonías celestiales.  El amor y la exaltación de sí mismo, contrarios al plan del Creador, despertaron presentimientos del mal en las mentes de aquellos entre quienes la gloria de Dios lo superaba todo. Dios mismo había establecido el orden del cielo, y Lucifer al apartarse de él, iba a deshonrar a su Creador y a atraer la ruina sobre sí mismo.  Lucifer dejó prevalecer sus celos y su rivalidad con Cristo, y se volvió aún más obstinado.  El orgullo de su propia gloria le hizo desear la supremacía.  (Elena White)

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CONFLICTO ENTRE EL BIEN Y EL MAL-parte 2-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR-parte 1-

EL ORIGEN DEL MAL Y DEL DOLOR –parte 1-

¿Cómo empezó el pecado?  ¿Por qué hay pecado? He aquí uno de los temas más abarcantes.  De toda las historias, la más asombrosa-¿cómo empezó el pecado?-

Aunque rodeado de abnegación, algo sucedió. ¿Qué podía transformar un ángel de luz en un diablo- en el mero centro del cielo? Esto es algo que Ud. querrá leer.  Le explicará ¿porqué Dios tuvo que esperar?, y el maravilloso futuro para sus hijos por haber esperado.

Para muchos el origen del pecado y el por que de su existencia es causa de gran perplejidad.  Ven la obra del mal con sus terribles resultados de dolor y desolación, y se preguntan como puede existir todo eso bajo la soberanía de Aquél cuya sabiduría, poder y amor son infinitos.  Es ésto un misterio que no pueden explicarse.  Y su incertidumbre y sus dudas los dejan ciegos antes las verdades plenamente reveladas en la Palabra de Dios y esenciales para la salvación.

Hay quienes, en sus investigaciones acerca de la existencia del pecado, tratan de inquirir lo que Dios nunca reveló; de aquí que no encuentren solución a sus dificultades; y los que son dominados por una  disposición a la duda y a la cavilación lo aducen como disculpa para rechazar las palabras de la Santa Escritura.  Otros, sin embargo, no se pueden dar cuenta satisfactoria del gran problema del mal, debido a la circunstancia de que la tradición y las falsas interpretaciones han obscurecido las enseñanzas de la Biblia referentes al carácter de Dios, la naturaleza de su gobierno y los principios de su actitud hacia el pecado.

Es imposible explicar el origen del pecado y dar razón de su existencia.  Sin embargo, se puede comprender suficientemente lo que atañe a la disposición final del pecado, para hacer enteramente manifiesta la justicia y benevolencia de Dios en su modo de proceder contra todo mal.  Nada se enseña con mayor claridad en las Sagradas Escrituras que el hecho de que Dios no fue en nada responsable de la introducción del pecado en el mudo, y que no hubo retención arbitraria de la gracia de Dios, ni error alguno en el gobierno divino que dieran lugar a la rebelión.  El pecado es un intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia.

Es algo misterioso e inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo.  Si se pudiera encontrar alguna excusa en su favor o señalar la causa de su existencia, dejaría de ser pecado.  La única definición del pecado es la que da la Palabra de Diosel pecado es transgresión de la ley”; es la manifestación exterior de un principio en pugna con la gran ley de amor que es el fundamento del gobierno divino.

Antes de la aparición del pecado había paz y gozo en todo el universo. Todo guardaba perfecta armonía con la voluntad del Creador.  El amor de Dios estaba por encima de todo, y el amor de unos a otros era imparcial, Cristo el verbo, el Unigénito de Dios, era uno con el Padre Eterno: uno en naturaleza, en carácter y designios; era el Único ser en todo el universo que podía entrar en todos los consejos y designios de Dios.  Fue por intermedio de Cristo por quien el Padre efectuó la creación de todos los seres celestiales. “Por El fueron creadas todas las cosas, en los cielos,… ora sean tronos, o dominios, o principados, o poderes” (Colos.1:16); y todo el cielo rendía homenaje tanto a Cristo como al Padre. (Elena White)

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