MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 165-
PSICOLOGIA PRÁCTICA-parte 2-
COMPARTIENDO CONFIDENCIAS: El Señor quiere que acudamos a El diariamente con todas nuestras dificultades y que le confesemos nuestros pecados, y nos dará descanso, esa fe obra y purifica el alma. –parte 2-
NO HAY VIRTUD ESPECIAL EN CONFESARSE ANTE UN HOMBRE: Espero que nadie llegue a la conclusión de que se gana el favor de Dios mediante la confesión de los pecados, o que hay alguna virtud especial en confesarse ante otros seres humanos.
Debe manifestarse en la experiencia esa fe que obra y purifica el alma. El amor de Cristo subyugará las inclinaciones carnales. La verdad no solo lleva en sí misma la evidencia de su origen celestial, sino que prueba que por medio de la gracia del Espíritu de Dios es eficaz para la purificación del alma.
El Señor quiere que acudamos a El diariamente con todas nuestras dificultades y que le confesemos nuestros pecados, y nos dará descanso si llevamos su yugo y su carga. Su Santo Espíritu, mediante su influencia llena de gracia, invadirá el alma, y todo pensamiento será sometido a la obediencia de Cristo.
EL HOMBRE NO DEBE CONFESAR SUS PECADOS A OTRO HOMBRE CAÍDO: El hombre no se degrada cuando se inclina ante su Hacedor, confiesa sus pecados y suplica perdón por medio de los méritos de un Salvador crucificado y resucitado.
Es noble que reconozcamos nuestros errores delante de Aquél a quien herimos mediante nuestra transgresión y rebelión. Esto nos eleva delante de los hombres y de los ángeles; porque “el que se humilla será ensalzado”.
Pero quien se arrodilla delante de un hombre caído y expone en confesión sus pensamientos y las imaginaciones secretas del corazón, se deshonra a sí mismo al rebajar su humanidad y degradar toda noble tendencia del alma.
Esta degradante confesión de un hombre ante otro hombre caído es responsable de mucho de la creciente marea de mal que está contaminando al mundo y preparándolo para la destrucción final.
LA ABIERTA CONFESION DE LOS PECADOS SECRETOS SIEMBRA SEMILLAS DE MAL: Muchísimas confesiones nunca deberían haber sido pronunciadas ante oídos mortales; porque el resultado no lo puede anticipar el juicio limitado de los seres finitos.
Las semillas del mal se siembran en las mentes y los corazones de los que oyen, y cuando se encuentran frente a la tentación, esas semillas germinan y llevan fruto, y se repiten las mismas penosas experiencias. ¿Porqué? piensan los tentados, estos pecados no deben ser tan graves.
¿Acaso los que se confesaron antes, cristianos de larga data, no han hecho estas mismas cosas? De este modo la confesión abierta de estos secretos en la iglesia será un sabor para muerte en lugar de serlo para vida.
NO CONFIEMOS PROBLEMAS A OIDOS HUMANOS: Algunas veces derramamos nuestras dificultades en oídos humanos; les contamos nuestras aflicciones a aquellos que no pueden ayudarnos, y nos olvidamos de confiárselo todo a Jesús, quien puede cambiar nuestra pena en gozo. (Elena White)