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DIOS EL ESPIRITU SANTO -primera parte-

Dios el Espíritu Santo estuvo activo con el Padre y el Hijo en ocasión de la creación,  la encarnación y la redención. Inspiró a los autores de las Escrituras. Infundió poder a la vida de Cristo. Atrae y convence a los seres humanos; y a los que responden, renueva y transforma a imagen de Dios. Enviado por el Padre y el Hijo está siempre con sus hijos, distribuye dones espirituales a la iglesia, la capacita para dar testimonio a favor de Cristo, y en armonía con las Escrituras conduce a toda verdad.

¿QUIEN ES EL ESPIRITU SANTO?  LA BIBLIA REVELA QUE EL ESPÍRITU SANTO ES UNA PERSONA, NO UNA FUERZA IMPERSONAL. Declaraciones como ésta: Ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros” (Hech.15:28, revelan que los primeros creyentes lo consideraban una persona. Cristo también se refirió a El  como a una persona distinta. “El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).

El Espíritu Santo tiene personalidad. Contiende (Gen.6:3), enseña (Luc.12:12), convence (Juan16:8), dirige los asuntos de la iglesia (Hech.13:2), ayuda e intercede (Rom.8:26), inspira (2 Ped.1:21), y santifica (1 Ped. 1:2). Estas actividades no pueden ser realizadas por un poder, una influencia o un atributo de Dios. SOLAMENTE UNA PERSONA PUEDE LLEVARLAS A CABO.

EL ESPIRITU SANTO ES VERDADERAMENTE DIOS. La Escritura presenta al Espíritu Santo como Dios. Pedro le dijo a Ananías que, al mentirle al Espíritu Santo, “no has mentido a los hombres sino a Dios” (Hech.5:3, 4). Jesús definió el pecado imperdonable como  “la blasfemia contra el Espíritu”, diciendo:A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo no le será perdonado,  ni en este siglo ni en el siglo venidero” (Mat.12: 31,32). ESTO PUEDE SER VERDADERO SI EL ESPÍRITU SANTO ES DIOS.

La escritura asocia los atributos divinos con el Espíritu Santo. Pablo se refirió a El llamándolo “Espíritu de vida” (Rom.8:2). Cristo lo llamó “el Espíritu de verdad” (Juan 16:13). Las expresiones “el amor del Espíritu” (Rom.15:30) y “Espíritu Santo de Dios” (Efe. 4:30) revelan que el amor y la santidad son parte de su naturaleza.

El Espíritu Santo es omnipotente. Distribuye dones espirituales “repartiendo a cada uno en particular como El quiere” (1 Cor.12:11). Es omnipresente. Estará con su pueblopara siempre” (Juan 14:16). Nadie puede escapar a su influencia (Sal.139:7-10). Es omnisapiente, porque “El Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios” (1 Cor.2:10,11). Pablo proclamó El que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará  también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Rom.8:11). Únicamente un Dios personal y omnipresente—no una influencia impersonal ni un ser creado— podría realizar un milagro de traer al Cristo divino a un individuo, por ejemplo Maria.   

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FRUTOS DEL ESPÍRITU

BONDAD

“Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”.  (Mateo 12:36, 37)

Dios desea que individualmente adoptemos una posición que le permita hacernos depositarios de su amor.  Por considerar que el ser humano es de muchísimo valor, lo redimió mediante el sacrificio de su Hijo unigénito. Por lo tanto, en nuestro prójimo debemos ver a alguien rescatado por la sangre de Cristo.  Si nos amamos entre nosotros, continuaremos creciendo en amor por Dios y por la verdad.  Duele mucho el corazón al ver cuán poco se cultiva el amor en nuestro medio.  El amor es una planta de origen celestial, y si deseamos que florezca en nuestros corazones, debemos cultivarlo diariamente. La apacibilidad, la delicadeza, el no dejarse irritar con facilidad, el soportar todas las cosas y el ser paciente constituyen precioso frutos del árbol del amor.

Al estar con otros, cuide sus palabras.  Que la conversación sea de tal naturaleza que no necesite arrepentirse.  “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efe.4:30). “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mateo 12:35). Si usted tiene el amor de Dios en su corazón y ama la verdad, con la fe más santa deseará contribuir al desarrollo de su hermano. Si oye algún comentario que perjudica a un amigo o hermano, no lo fomente; es obra del enemigo.  Al que lo exprese, bondadosamente recuérdela que la Palabra de Dios prohíbe esa clase de conversación.

Debemos vaciar el corazón de todo lo que profane el templo del creyente para que Cristo pueda habitar en él.  Nuestro Redentor nos ha dicho como podemos darlo a conocer al mundo.  Si apreciamos al Espíritu, manifestaremos amor por los otros, velaremos por sus intereses, y si, gracias a esos frutos, somos bondadosos, pacientes, y perdonadores, el mundo tendrá las evidencias de que somos hijos de Dios.  (Review and Herald)

 

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LA DEIDAD -cuarta parte-

¿Existe un solo Dios?  ¿Que sucede con Cristo, y  con el Espíritu Santo?

 La Unidad de Dios:   En contraste con los paganos de las naciones circundantes, Israel creía en la existencia de un solo  Dios.  El Nuevo Testamento coloca el mismo énfasis en la unidad de Dios.  Este énfasis monoteísta no contradice el concepto cristiano del Dios triuno o Trinidad: Padre, Hijo y Espiritu Santo; más bien afirma que no existe un panteón de diversas divinidades.  En ciertas ocasiones Dios emplea plurales como: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”  (Gen.1:26); “He aquí el hombre es como uno de nosotros” (Gen.3:22);  Ahora, pues, «descendamos” (Gen.11:7).  A veces, la expresión “Angel del Señor “esta identificada con Dios.  Cuando le apareció a Moises, el Angel de Señor dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abrahan, Dios de Isaac, y Dios de Jacob” (Exo. 3:6)  En diversas referencias se hace una distinción entre Dios y su Espiritu: “El Espiritu de Dios se movia sobre la faz de las aguas” (Gen. 1:2) Algunos textos incluyen a una tercera persona en la obra de la redención:  “Ahora me envió (habla el Hijo) Jehová el Señor(el Padre), y el Espíritu (Espíritu Santo) “(Isa. 48:16); He aquí mi siervo (habla el Padre)…he puesto sobre él (el Hijo) mi Espíritu; el traerá justicia a las naciones”(Isa.42:1)

     La relación que existe entre la Personas de la Deidad:   El Evangelio de Juan revela que la Deidad consiste en Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo, una unidad de tres Persona co-eternas, vinculadas por una relación misteriosa y especialísima.

Una relación de amor:   Cuando Cristo exclamó: “Dios mío, Dios mío, Porque me has desamparado? (Mar.15:34), estaba expresando el sufrimiento producido por la separación de su Padre que el  pecado  había causado.  El pecado quebrantó la relación original de la humanidad con Dios (Gen.3:6, Isa.59:2).  En sus ultimas horas, Jesus, el Ser que no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros. Al tomar nuestro pecado, al ocupar nuestro lugar, experimentó la separación de Dios que nos correspondería a nosotros, y en consecuencia pereció. Los pecadores nunca comprenderemos lo que significó para la Deidad la muerte de Jesus. Desde la eternidad el Hijo había estado con su Padre y con el Espíritu.  Habian compartido una vida co-eterna, co-existente, en absoluta abnegación y amor mutuos. El hecho de haber podido pasar tanto tiempo juntos, revela el amor perfecto y absoluto que siempre existió en la Deidad.

     Si bien es cierto que la Deidad no es una en personas, Dios es uno en propósito, mente, y carácter.  Esta unidad no destruye las distintas personalidades del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Además, el hecho de que en la Deidad haya personalidades separadas, no destruye la enseñanza monoteísta de la Escritura, según la cual el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios.  El gran propósito de la Trinidad es llevar a todo corazón el conocimiento de Cristo y la presencia de Dios (Juan 17:3), y hacer que la presencia de Jesus sea una realidad.   El punto de contacto entre Dios y la humanidad fue y es siempre a través de Jesucristo el  Dios que se hizo hombre. Si bien los tres miembros de la Trinidad obran unidos para salvarnos, solo Jesus vivió como hombre, murió como hombre y se convirtió en nuestro Salvador.  El es quien ocupa el lugar central en los Evangelios, es las Buenas Nuevas, la Bendita Esperanza que proclamaron los discípulos. El Antiguo Testamento apuntaba hacia su venida futura; el Nuevo Testamento testifica de su primer advenimiento y mira con esperanza hacia su retorno.

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FRUTOS DEL ESPÍRITU

PACIENCIA

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos, amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”. (Colosenses 3:12)

El Capitán de nuestra salvación no reclamó para sí ninguna posición honrosa.  En cambio, tomó la forma de siervo para que la humanidad pudiera relacionarse con la divinidad. El hombre debe representar a Cristo. Para ello, necesita ser paciente con sus congéneres, perdonador y lleno de amor semejante al de Cristo.  El que está verdaderamente convertido manifestará respeto por sus hermanos y estará dispuesto a proceder como el Señor lo ordenó. Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros.  En ésto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:34, 35).  El creyente en quien abunda el amor de Dios manifestará tal expresión de ese amor que será comprendido por el mundo.

No todo el que habla de Cristo es uno con El. Los que no tienen el Espíritu y la gracia de Jesús no son suyos, no importa lo que profesen. Por sus frutos los conoceréis.  Las prácticas y costumbres que siguen los dictados del mundo no promueven los principios de la Ley de Dios.  Y por no tener el aliento de su Espíritu, tampoco expresan su carácter. La semejanza a Cristo será revelada únicamente por los que se asemejan a la imagen divina.  Sólo los que son modelados mediante el Espíritu Santo, pueden llegar a ser hacedores de la Palabra.  Esto los pone en condiciones de dar a conocer la mente y la voluntad de Dios.

En el mundo existe una falsificación del cristianismo genuino.  El verdadero espíritu del hombre se da a conocer por el modo como este se relaciona con su prójimo.  Podemos preguntar: ¿Representa el carácter de Cristo en espíritu y en acción, o simplemente es una manifestación natural del carácter egoísta, propio de los que pertenecen al mundo? La simple profesión de fe no significa nada para Dios.  Antes que sea demasiado tarde para rectificar la conducta equivocada, que cada uno se pregunte: ¿Quién soy yo? Depende de nosotros mismos desarrollar el carácter que nos permita integrar la familia celestial, la realeza de Dios.  (Review and Herald)

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FRUTOS  DEL ESPÍRITU

PAZ

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4: 6, 7)

El Redentor del mundo decidió ofrecerles a sus atribulados discípulos el más poderoso de los consuelos.  De una extensa gama de posibilidades, escogió el tema del Espíritu Santo para que inspirará y vivificará sus corazones.  Sin embargo, aunque Cristo hizo mucho para darlo a conocer, ¡cuán poco habita en medio de las iglesias!  Aunque la divina influencia es esencial para la obra del perfeccionamiento del carácter cristiano, muchas veces son ignorados el nombre y la presencia del Espíritu Santo.

Algunos no están en paz. No tienen descanso, Están en un estado de irritación permanente, permiten que los dominen los impulsos y las pasiones.  Nada saben acerca de experimentar la paz y el descanso en Cristo. Al no tener ancla, son como un barco azotado y arrastrado por el viento.  En cambio, los que permiten que el Espíritu Santo gobierne sus mentes, proceden con mansedumbre y humildad. Por obrar en cooperación con Cristo serán guardados en completa paz.  Los que no se dejan guiar por el Espíritu Santo son como las agitadas aguas del océano.

El Señor nos ha dado la debida orientación para que podamos conocer su voluntad.  Los que tienen su mente centrada en el yo, son autosuficientes.  Piensan que no necesitan estudiar la Biblia, y se sienten muy perturbados cuando otros no tienen sus mismas ideas equivocadas e idéntica visión distorsionada.  En cambio, los que son guiados por el Espíritu Santo afirman el ancla detrás del velo, donde Jesús entró por nosotros. Investigan en las Escrituras con toda seriedad, y buscan la luz y el conocimiento que puedan guiarlos en medio de las perplejidades y peligros que encuentran a cada paso.  Al contrario, los que son impacientes se quejan y murmuran, leen la Biblia sólo con el propósito de vindicar su propio curso de acción, mientras ignoran y pervierten el consejo de Dios.  El que tiene paz es porque puso su voluntad del lado de Dios y quiere seguir la divina orientación.  (Signs of the Times)

 

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RECIBIREIS PODER- Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo- La Venida del Espíritu-parte 50-

FRUCTIFEROS EN  EL ESPÍRITU

DOMINIO PROPIO

“Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto al jefe de los eunucos que no se le obligue a contaminarse”. (Daniel 1:8)

 

Haríamos bien en ponderar las lecciones que este texto encierra.  Un estricto acatamiento a las exigencias de la Biblia será una bendición para el cuerpo y todo el ser.  El fruto del Espíritu no es solamente amor, gozo paz; también es temperancia. Por ser templos del Espíritu Santo tenemos el desafío de no contaminar nuestros cuerpos.

Los cautivos hebreos fueron hombres con pasiones semejantes a las nuestras; sin embargo, permanecieron firmes en medio de las atractivas influencias de la lujuriosa corte de Babilonia.  La juventud de nuestro tiempo está rodeada por las seducciones de la gratificación propia.  Especialmente en las grandes ciudades, cada expresión de la complacencia sensual se presenta en forma incitante y al alcance de todos.

Los que, como Daniel, rehúsan contaminarse, cosecharán la recompensa de los hábitos temperantes.  Gracias a un mayor vigor físico y su acrecentado poder de resistencia, contarán con una reserva para afrontar situaciones de emergencia.Los buenos hábitos físicos contribuyen a la superioridad mental. El poder intelectual, el vigor físico y las expectativas de vida depende de leyes inmutables. La naturaleza creada por Dios no interfiere para preservar al ser humano de las consecuencias resultantes de la violación de sus exigencias.

El que lucha por la victoria debe ser temperante en todo.  La claridad de pensamiento y firmeza de propósito de Daniel, su poder para adquirir conocimiento y resistir la tentación, en buena medida fueron logrados por la sencillez de la dieta en conexión con su vida de oración. La historia de Daniel y sus valiosos compañeros fue registrada en las páginas de la Palabra divina para beneficio de la juventud de las generaciones posteriores.

Mediante el relato de la fidelidad a los principios de salud, Dios comunica su mensaje a jóvenes  de nuestros días para invitarlos a recoger y exaltar los preciosos rayos de luz que El ha proporcionado en el tema de la temperancia cristiana, y para que se pongan en armonía con las leyes de salud.   (The Youth’s Instructor)

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LA DEIDAD -primera parte- 

Hay un solo Dios, que es una unidad de tres personas coeternas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.  Este Dios uno y trino es inmortal, todopoderoso, omnisapiente, superior a todos y omnipresente.  Es infinito y escapa a la comprensión humana, no obstante lo cuál se lo puede conocer mediante su propia revelación que ha efectuado de sí mismo.  Es eternamente digno de reverencia, adoración y servicio por parte de toda la creación.

 EL CONOCIMIENTO DE DIOS: Las muchas teorías que procuran explicar a Dios, y los numerosos argumentos en pro y en contra de su existencia, muestran que la sabiduría humana no puede penetrar lo divino. Depender exclusivamente de la sabiduría humana con el fin de aprender acerca de Dios, equivale a usar una lupa en el estudio de las constelaciones.  Por ésto, para muchos la sabiduría de Dios es una “sabiduría oculta” (1Cor.2:7).  Para ellos, Dios es un misterio. Pablo escribió: “….”La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria”.  (1 Cor.2:8)

 Uno de los mandamientos más básicos de la Escritura es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”  (Mat.22:37, véase también Deut.6:5) No podemos amar a alguien del cuál no sabemos nada; por otra parte, no podemos descubrir las cosas profundas de Dios buscándolas por cuenta propia (Job 11:7). ¿Cómo podemos entonces llegar a conocer y amar al Creador?

 Se puede conocer a Dios.  Dios conoce el dilema que enfrentamos los seres humanos; por eso en su amor y compasión, ha llegado hasta nosotros por medio de la Biblia. En sus páginas revela que el “cristianismo no es el registro de la búsqueda que los hombres hacen de Dios;  es el producto de la revelación que Dios hace de sí mismo y de sus propósitos para con el hombre”  Esta auto revelación esta designada para salvar el abismo que existe entre este mundo rebelde y nuestro amante Dios.

 La mayor manifestación del amor de Dios llegó hasta nosotros por medio de su suprema revelación, es decir de Jesucristo su Hijo. Por medio de Jesús, podemos conocer al Padre.  Jesús declaró: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quién has enviado” (Juan  17:2).  Si bien es imposible conocer completamente a Dios, las Escrituras nos permiten obtener un conocimiento práctico de El que basta para permitirnos entrar en una relación salvadora con El.

 COMO CONOCER A DIOS:   A diferencia de otros procesos de investigación, el conocimiento de Dios tiene tanto que ver con el corazón como con el cerebro.  Abarca todo el ser, no sólo el intelecto.  Debemos abrirnos a la influencia del Espíritu Santo, y estar dispuestos a cumplir la voluntad de Dios (Juan 7:17; Mat.11:27).  Jesús dijo “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mat.5:8) Es claro entonces que los incrédulos no pueden comprender a Dios. La manera en que aprendemos a conocer a Dios por  medio de la Biblia difiere de todos los otros métodos de adquirir conocimiento.  No podemos colocarnos por encima de Dios y tratarlo como un objeto que debe ser analizado y cuantificado.  En nuestra búsqueda del conocimiento de Dios debemos someternos a la autoridad de su autorevelación: la Biblia, debemos someternos a los principios y métodos que provee. Sin estos indicadores bíblicos no podemos conocer a Dios.

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 43

FRUCTIFEROS EN  EL ESPÍRITU

PAZ

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4: 6, 7)

 

El Redentor del mundo decidió ofrecerles a sus atribulados discípulos el más poderoso de los consuelos.  De una extensa gama de posibilidades, escogió el tema del Espíritu Santo para que inspirara y vivificara sus corazones.  Sin embargo, aunque Cristo hizo mucho para darlo a conocer, ¡cuán poco habita en medio de las iglesias!  Aunque la divina influencia es esencial para la obra del perfeccionamiento del carácter cristiano, muchas veces son ignorados el nombre y la presencia del Espíritu Santo.

Algunos no están en paz. No tienen descanso, Están en un estado de irritación permanente, permiten que los dominen los impulsos y las pasiones.  Nada saben acerca de experimentar la paz y el descanso en Cristo. Al no tener ancla, son como un barco azotado y arrastrado por el viento.  En cambio, los que permiten que el Espíritu Santo gobierne sus mentes, proceden con mansedumbre y humildad. Por obrar en cooperación con Cristo serán guardados en completa paz.  Los que no se dejan guiar por el Espíritu Santo son como las agitadas aguas del océano.

El Señor nos ha dado la debida orientación para que podamos conocer su voluntad.  Los que tienen su mente centrada en el yo, son autosuficientes.  Piensan que no necesitan estudiar la Biblia, y se sienten muy perturbados cuando otros no tienen sus mismas ideas equivocadas e idéntica visión distorsionada.  En cambio, los que son guiados por el Espíritu Santo afirman el ancla detrás del velo, donde Jesús entró por nosotros. Investigan en las Escrituras con toda seriedad, y buscan la luz y el conocimiento que puedan guiarlos en medio de las perplejidades y peligros que encuentran a cada paso. 

Al contrario, los que son impacientes se quejan y murmuran, leen la Biblia sólo con el propósito de vindicar su propio curso de acción, mientras ignoran y pervierten el consejo de Dios.  El que tiene paz es porque puso su voluntad del lado de Dios y quiere seguir la divina orientación.  (Signs of the Times)

 

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 33-

ELEGIDOS PARA LA SALVACIÓN

“Según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de El” (Efesios 1:4)

 

En virtud de la gracia de Cristo y de la  obra del Espíritu Santo, por fe debemos creer que somos elegidos por Dios para la salvación.  Alabemos y glorifiquemos al Señor por tan maravillosa manifestación de su inmerecido favor.  Es el amor de Dios lo que nos lleva a Cristo para ser recibidos en su gracia y presentados a su Padre. Entonces, en virtud de la obra del Espíritu Santo se renueva la divina relación entre Dios y el pecador. El dice:

“Y me seréis por pueblo, y yo seré vuestro Dios.  Ejerceré mi amor perdonador a favor de ustedes, les daré mi gozo y, además, serán mi especial tesoro. Este pueblo que formé para mí mismo, públicamente me alabará” (véase Jer.30:22; 31:1-33).

Cristo está llamando a sus hijos y es de nuestro interés presente y eterno  escuchar su invitación.  Jesús dijo: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16). Todos los que desean ser conocidos como hijos de Dios deben responder al ofrecimiento, y ponerse en una situación donde la luz celestial pueda iluminarlos. Así podrán saber lo que significa ser oidores y hacedores de las palabras de Cristo, la luz del mundo, y ser aceptos en el amado.

Dios ya hizo todo lo que podría hacer para garantizar la salvación.  En un solo don puso todos los tesoros del cielo.  El invita, y también suplica e insta.  Pero nunca fuerza a los que llama.  Espera la cooperación y aguarda el consentimiento de la voluntad con el fin de conceder al pecador las riquezas de su gracia; que están reservadas para el creyente desde la misma fundación del mundo. 

El Señor no proyectó neutralizar al poder humano, sino que éste, cooperando con Dios, pueda hacer que el hombre llegue a ser un agente más eficiente en sus manos.  Aunque débil, falible, frágil, pecador e imperfecto, el Señor le ofrece el privilegio de ser copartícipe en su obra. (The Messenger)

 

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 32-

NACIDOS DE NUEVO

“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3)

 

“Venga tu reino.  Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mat.6:10).  Durante toda su existencia Cristo tuvo el propósito de dar a conocer la voluntad de Dios, tanto en la tierra como en los cielos. Dijo: “El que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:3, 5, 6)

Para entrar a su reino Cristo no reconoce como necesaria la pertenencia a ninguna casta, color o nivel social.  La admisión no depende de la riqueza o de la superioridad del linaje.  Todos los que nacen del espíritu son súbditos. Es el carácter espiritual lo que Cristo valora.  Su reino no es de este mundo, y sus súbditos son los que participan de la naturaleza divina, “habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.  Es Dios quien nos concede dicha gracia.

Cristo no encuentra a sus súbditos ya preparados para su reino; los hace aptos mediante su poder divino.  Es la vida espiritual la que vivifica a los que están muertos en transgresiones y pecados.  Las facultades que Dios da para sus propósitos santos son refinadas, purificadas, exaltadas.  De este modo sus seguidores son guiados para formar un carácter a la semejanza divina. 

Aunque no hayan usado bien sus talentos y por ser desobedientes se hayan hecho siervos del pecado, e incluso Cristo haya sido para ellos piedra de tropiezo y roca de agravio a causa de haber tropezado en su Palabra, sin embargo, gracias a la atracción de su amor, al fin son conducidos a la senda del deber.  Cristo dijo: “He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Jesús es la luz de la vida e infunde su Espíritu a los que se dejan atraer con su poder invisible.  Al rechazar su servidumbre al pecado, y al entrar en la atmósfera espiritual, pueden captar que han sido el pasatiempo de las tentaciones de Satanás, que han estado bajo su dominio, y que felizmente lograron quebrar el yugo de la concupiscencia de la carne. 

Satanás hace lo imposible para retenerlos.  Los asalta con muchas tentaciones, pero el Espíritu actúa con el propósito de renovar la imagen que Dios creó en ellos.  (Review and Herald)

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