DIOS EL ESPIRITU SANTO -primera parte-
Dios el Espíritu Santo estuvo activo con el Padre y el Hijo en ocasión de la creación, la encarnación y la redención. Inspiró a los autores de las Escrituras. Infundió poder a la vida de Cristo. Atrae y convence a los seres humanos; y a los que responden, renueva y transforma a imagen de Dios. Enviado por el Padre y el Hijo está siempre con sus hijos, distribuye dones espirituales a la iglesia, la capacita para dar testimonio a favor de Cristo, y en armonía con las Escrituras conduce a toda verdad.
¿QUIEN ES EL ESPIRITU SANTO? LA BIBLIA REVELA QUE EL ESPÍRITU SANTO ES UNA PERSONA, NO UNA FUERZA IMPERSONAL. Declaraciones como ésta: “Ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros” (Hech.15:28, revelan que los primeros creyentes lo consideraban una persona. Cristo también se refirió a El como a una persona distinta. “El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).
El Espíritu Santo tiene personalidad. Contiende (Gen.6:3), enseña (Luc.12:12), convence (Juan16:8), dirige los asuntos de la iglesia (Hech.13:2), ayuda e intercede (Rom.8:26), inspira (2 Ped.1:21), y santifica (1 Ped. 1:2). Estas actividades no pueden ser realizadas por un poder, una influencia o un atributo de Dios. SOLAMENTE UNA PERSONA PUEDE LLEVARLAS A CABO.
EL ESPIRITU SANTO ES VERDADERAMENTE DIOS. La Escritura presenta al Espíritu Santo como Dios. Pedro le dijo a Ananías que, al mentirle al Espíritu Santo, “no has mentido a los hombres sino a Dios” (Hech.5:3, 4). Jesús definió el pecado imperdonable como “la blasfemia contra el Espíritu”, diciendo: “A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo no le será perdonado, ni en este siglo ni en el siglo venidero” (Mat.12: 31,32). ESTO PUEDE SER VERDADERO SI EL ESPÍRITU SANTO ES DIOS.
La escritura asocia los atributos divinos con el Espíritu Santo. Pablo se refirió a El llamándolo “Espíritu de vida” (Rom.8:2). Cristo lo llamó “el Espíritu de verdad” (Juan 16:13). Las expresiones “el amor del Espíritu” (Rom.15:30) y “Espíritu Santo de Dios” (Efe. 4:30) revelan que el amor y la santidad son parte de su naturaleza.
El Espíritu Santo es omnipotente. Distribuye dones espirituales “repartiendo a cada uno en particular como El quiere” (1 Cor.12:11). Es omnipresente. Estará con su pueblo “para siempre” (Juan 14:16). Nadie puede escapar a su influencia (Sal.139:7-10). Es omnisapiente, porque “El Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios” (1 Cor.2:10,11). Pablo proclamó “El que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Rom.8:11). Únicamente un Dios personal y omnipresente—no una influencia impersonal ni un ser creado— podría realizar un milagro de traer al Cristo divino a un individuo, por ejemplo Maria.
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