Feeds:
Entradas
Comentarios

Posts Tagged ‘salvos’

ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 36-

COMO SOMOS SALVOS –parte 3-

EL ARREPENTIMIENTO Y LA CONFESIÓN 

Desde el mismo comienzo de la historia, Dios ha tomado la iniciativa para salvar al hombre. Cuando Adán y Eva pecaron, se escondieron de Dios entre los árboles del huerto. Fue Dios quien los buscó. “¿Dónde estás tú?” (Génesis 3:9), preguntó.  La voz de Dios procuraba hablar a la conciencia de Adán y Eva para que reconocieran su pecado.  Pero ellos procuraron excusar lo que habían hecho. La mujer le echó la culpa a la serpiente y el hombre le echó la culpa a la mujer (Génesis 3: 12-13). Vemos aquí uno de los más serios frutos del pecado.  En vez de admitir su culpabilidad, Adán y Eva procuraron justificarse.

El verdadero arrepentimiento consiste en admitir sin excusas ni pretextos que hemos pecado contra Dios. Es reconocer que hemos quebrantado la Ley de Dios y que ésto ha traído como resultado separación entre El y nosotros. Es entristecernos por el pecado.  El verdadero arrepentimiento es un don de Dios, impartido por el Espíritu Santo, quien nos redarguye de pecado (Juan 16:8). Dios es quien obra en nosotros el arrepentimiento y nunca podremos lograrlo por nosotros mismos.

Debemos distinguir entre arrepentirse del pecado y admitir el pecado. Es posible admitirlo sin estar arrepentido de él.

Algunos mueren de cáncer al pulmón por haber fumado toda la vida. Cuando están moribundos en el hospital se arrepienten de haber fumado, pero en realidad no están tristes porque creen que fumar es un pecado o porque creen haber contaminado el templo del Espíritu Santo, sino porque van a morir. Se entristecen por las consecuencias que el fumar le ha traído y no por el acto de fumar.

La verdadera tristeza por el pecado se manifiesta en la confesión.  En el arrepentimiento reconocemos que hemos pecado y en la confesión lo admitimos. Dios promete: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).  Dios ha dicho que todos hemos pecado. Si digo que no he pecado, ¡estoy afirmando que Dios es mentiroso! El sabio Salomón escribió: “El que encubre sus pecados no prosperará; más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia (Proverbios 28:13).

Podemos ver como este último versículo se ejemplifica en el contraste entre Acán y David. Ambos cometieron actos terribles.  David mandó matar a Urías heteo para poder quedarse con su esposa (vea 2 Samuel 11). Acán codició y robó lo que Dios había prohibido (Vea Josué 7). Sin embargo Acán fue apedreado y David fue perdonado.  A primera vista esto parece injusto. Da la impresión que Dios hace acepción de personas. Pero no es así.  Acán se vio obligado a admitir lo que había hecho. Se le dieron muchas oportunidades para que se arrepintiera y confesara su pecado, pero no lo hizo.

Cuan diferente fue el caso de David. Cuando Dios por medio del profeta Natán, trajo a la luz el pecado de David, se despertó la conciencia del rey. Oía retumbar en sus oídos los mandamientos “No mataras”, “No cometerás adulterio».  David reconoció la gravedad de su pecado y se arrepintió.  Su arrepentimiento y confesión se hallan registrados en el Salmo 51. Citemos algunos versículos “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado esta siempre delante de mí.  Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos…Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades” (Salmo 51: 3-4-, 9).

Pero David no sólo pidió perdón por lo que había hecho.  Anhelaba un corazón limpio que le permitiese apartarse del pecado. En el mismo salmo le ruega a Dios:

“Purifícame con hisopo, y seré limpio, lávame, y seré más blanco que la nieve…Crea en mí, oh Dios un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mi” (Salmo 51: 7, 10).

El verdadero arrepentimiento no sólo nos lleva a confesar el pecado sino a querer abandonarlo; no sólo anhela el perdón sino la limpieza.

EL INOCENTE SUFRE POR LOS CULPABLES

Continúa en parte 37

 

Read Full Post »

ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 35-

COMO SOMOS SALVOS –parte 2-

 Como puede verse, la Ley es un reflejo o copia del carácter de Dios. Por eso cuando pecamos no lo estamos haciendo contra unas tablas de piedra, ¡sino contra Dios mismo! El pecado es más que transigir un código.  Un código no habla, ni siente, ni se ofende.  Es contra Dios que pecamos (Salmo 51:4). Es a Dios a quien ofendemos.

Por ejemplo, cuando empleo irreverentemente el nombre de Dios, no estoy ofendiendo al tercer mandamiento, “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano”; (Leer Éxodo 20:3-17) estoy ofendiendo a Dios mismo. El mandamiento meramente me revela en forma escrita el carácter sagrado de su nombre.

El pecado causa separación entre Dios y los seres humanos. El profeta Isaías afirmó: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:2).

EL RESULTADO DEL PECADO

La Ley de Dios es exigente y estricta. No admite excusas.  Detesta con minuciosa precisión cada violación de sus principios, por pequeñas que estas sean.  La Ley no puede salvar a ningún ser humano pues su función es detectar el pecado, acusar al culpable y justificar al inocente.

La Ley de Dios es inclemente para con el pecado; por eso el apóstol Pablo nos dice que “la ley produce ira” (Romanos 4:15). No por ésto es mala la Ley. La Ley es buena, el malo es el pecador.  La Ley no es la que debe morir sino el pecador por haber quebrantado sus principios.

La pena por el pecado es la muerte. El apóstol Pablo nos dice, “porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) y Santiago afirma: “El pecado, siendo consumado, da a luz la muerte’ (Santiago 1:15).

Como ya hemos visto, el pecado nos separa de Dios y separados de Dios, estamos condenados a muerte. Como ramas separadas del tronco, los pecadores separados de Dios no pueden vivir.

ES IMPOSIBLE CAMBIARNOS A NOSOTROS MISMOS

Hemos visto que el primer paso en la salvación es reconocer que somos pecadores. Por medio de la Ley, el Espíritu Santo nos revela el pecado y sus consecuencias. Nos revela nuestra gran necesidad de salvación, pero no nos puede salvar.

El siguiente paso es que debemos reconocer que es imposible que nos cambiemos nosotros mismos.  Leamos lo que Dios nos dice por medio del profeta Jeremías: “Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí” (Jeremías 2:22) “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal”? (Jeremías 13:23).

Por más que nos esforcemos para hacer el bien estamos intentando una imposibilidad. Es como si nos estuviéramos hundiendo en arena movediza: mientras más luchamos, más rápido nos hundimos. La Biblia emplea la lepra como símbolo del pecado. Cuando una persona sospechaba que tenía lepra, debía ir al sacerdote para que la examinara. 

Si el sacerdote declaraba que tenía lepra, el enfermo debía recluirse de la sociedad y esperar una muerte segura. Note que la lepra causaba separación de los seres amados y finalmente conducía a la muerte.  El leproso no podía curarse a sí mismo; sólo un milagro divino podía salvarlo.

La Ley revela nuestra lepra espiritual. Esta lepra también nos separa de Dios y nos lleva finalmente a la muerte.  No podemos curarnos a nosotros mismos del pecado. Nuestra única esperanza de vida está en un milagro divino.

EL ARREPENTIMIENTO Y LA CONFESIÓN  

Continúa en parte 36

Read Full Post »

ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 34-

COMO SOMOS SALVOS –parte 1-

“Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”  (Romanos 6:22-23).

RECONOCER NUESTRA CONDICIÓN -parte 1-

El primer paso en la salvación es reconocer que somos pecadores.  El apóstol Pablo describe la condición deplorable de la humanidad; “No hay justo, ni aún uno…Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno…Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”… (Romanos 3:10, 12, 23).

Según Job 25:6, los seres humanos son como gusanos.  Desde el momento que nacemos nos extraviamos de Dios pues recibimos de nuestros padres una naturaleza pecaminosa, inclinada hacia el mal.  Por ésto nuestras obras jamás pueden recomendarnos a Dios, porque son malas. De un corazón malo fluyen obras malas.

Lo que nos da conciencia de nuestros pecados es la LEY de DIOS. “Por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Algunos cristianos piensan que la Ley fue abolida en la cruz, pero ésto es imposible pues si no hubiese Ley, no podría existir el pecado. 

Dice el apóstol Pablo: “Donde no hay ley, tampoco hay transgresión” (Romanos 4:15). El mismo apóstol también dice: “Yo no conocí el pecado sino por la ley: porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás” (Romanos 7:7).  El apóstol Juan define categóricamente lo que es el pecado:

“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4).

La Ley no es un código muerto, escrito en tablas de piedra.  La Ley es espiritual (Romanos 7:14) y discierne no solo nuestras malas acciones sino los pensamientos e intenciones de nuestro corazón (Hebreos 4:12-13).  No sólo condena el adulterio como acción sino  como pensamiento. No sólo condena la acción del asesinato sino la ira contra nuestro hermano (Mateo 5:21-22, 27-28).

La Ley es como un espejo (Santiago 1:23).  Cuando nos levantamos por la mañana y nos miramos en el espejo éste nos dice exactamente como nos vemos. Si estamos despeinados y necesitamos lavarnos la cara, el espejo nos lo dice. No miente ni esconde nuestros defectos. Así es la Ley de Dios. Siendo “santa, justa y buena”, reprende todo lo que no está en armonía con sus principios.

La Ley es un reflejo de quien es Dios. Por eso la Biblia describe la Ley y el carácter de Dios con terminología similar.

Veamos los siguientes textos que muestran la correspondencia entre Dios y la Ley:

DIOS

Dios es Espíritu (Juan 4:24). 

Dios es amor (1 Juan 4:8).

Dios es verdad (Salmo 31:5, Isaías 65:16; Juan 14:6).

Dios es justo (Salmo 145:17; 1 Corintios 1:30).

Dios es santo (Levítico 11:44; Isaías 6:3).   

Dios es perfecto (Mateo 5:48).

Dios es eterno (Habacuc 1:12; Génesis 21:33).

Dios es puro (1 Juan 3:3).

Dios no cambia (Malaquías 3:6; Santiago 1:17).

LEY

La Ley es espiritual (Romanos 7:14).

La Ley es amor (Mateo 22:36-40; Romanos 13:9-10).

La Ley es verdad (Salmo 119:142, 151).    

La Ley es justa (Salmo 119:172; Romanos 7:12).

La Ley es santa (Romanos 7:12).

La Ley es perfecta (Salmo 19:7).

La Ley es eterna (Salmo 119:152).

La Ley es pura (Salmo 19:8).

La Ley no cambia (Mateo 5:18; Salmo 89:34).

-Continúa en parte 35-

Read Full Post »

FE Y OBRAS–parte 38-

“SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS”(Heb.11:6)-“LA FE SIN OBRAS ES MUERTA” (Sant.2:20)

 COMO APROPIARSE DE LA JUSTICIA DE CRISTO

 LA DEBILIDAD ESPIRITUAL ES INEXCUSABLE

Los que creen plenamente en la justicia de Cristo, y lo contemplan con una fe viva, conocen al Espíritu de Cristo y son conocidos por Cristo.  La fe sencilla capacita al creyente a considerarse verdaderamente muerto al pecado, pero vivo para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Por gracia somos salvos por medio de nuestra fe; y ésto no de nosotros, pues es don de Dios. 

Si tratáramos de exponer estas preciosas promesas a los sabios según el mundo, ellos no harían sino ridiculizarnos, porque “el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y nos las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1Cor.2:14).

Cuando Jesús estaba por ascender al cielo, dijo a sus discípulos: “Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre; el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros” (Juan 14:16,17).

Dijo además: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (vers.21).

Hay muchos que encuentran satisfacción en identificarse con falsas doctrinas, para que no haya perturbación o diferencia entre ellos y el mundo; pero los hijos de Dios deben dar testimonio de la verdad, no sólo por medio de la voz, sino mediante el espíritu y el carácter.  Nuestro Salvador declara que el mundo no puede recibir el espíritu de verdad. 

Ellos no pueden discernir la verdad, porque no disciernen a Cristo, el Autor de la verdad.  Discípulos tibios, profesos insensibles, que no están imbuidos  del Espíritu de Cristo, no son capaces de discernir la preciosidad de su justicia, sino que procuran establecer su propia justicia.

El mundo busca las cosas del mundo: negocios, honor mundanal, ostentación, gratificación egoísta.  Cristo trata de romper este hechizo que mantiene a los hombres alejados de El. Trata de llamar  la atención de los hombres al mundo venidero, que Satanás se las ha ingeniado para eclipsar con su propia sombra. 

Cristo pone el mundo eterno al alcance de la vista de los hombres, presenta sus atractivos delante de ellos, les dice que ha de preparar mansiones para ellos, y que vendrá otra vez y los tomará a sí mismo. Es el propósito de Satanás llenar de tal manera la mente con amor desordenado por las cosas sensuales que el amor de Dios y el anhelo del cielo sean expulsados del corazón.  (Elena White)

 

 

 

Read Full Post »

 

RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 29-

TIEMPO PARA ARREPENTIRSE

“Así pues, que nosotros, como  colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.  Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido.  He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación”.   (2 Corintios 6:1, 2)

 

¿En qué consiste el pecado contra el Espíritu Santo? En atribuir voluntariamente a Satanás la obra del Espíritu Santo. Supongamos, por ejemplo, que uno presencia la obra especial del Espíritu de Dios. Tiene evidencia convincente de que la obra está en armonía con las Escrituras, y el Espíritu testifica a su espíritu, que es de Dios.

Pero más tarde, cae bajo la tentación- lo domina el orgullo, la suficiencia propia, o alguna otra característica mala- y, rechazando toda la evidencia de su carácter divino, declara que lo que antes conoció como ser del Espíritu Santo era poder de Satanás.

Por medio del Espíritu es como Dios obra en el corazón humano; y cuando los hombres rechazan voluntariamente al Espíritu y declaran que es de Satanás, cortan el conducto por medio del cual Dios puede comunicarse con ellos.  Al negar la evidencia que a Dios le agradó darles, apagan la luz que había resplandecido en sus corazones, y como resultado son dejados en tinieblas. 

Así se cumplen las palabras de Cristo: “Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas” (Luc.11:35). Por un tiempo, las personas que han cometido este pecado pueden aparentar ser hijos de Dios; pero cuando se presentan circunstancias que han de desarrollar el carácter, y manifestar que clase de espíritu las posee, se descubrirá que están en el terreno del enemigo, bajo su negro estandarte.

El Espíritu le invita hoy.  Acuda de todo corazón a Jesús.  Arrepiéntase de sus pecados, haga su confesión a Dios, abandone toda iniquidad y podrá acogerse a sus promesas. “Mirad a mí, y sed salvos” (Isa.45:22), en su misericordiosa invitación  (Joyas de los testimonios –t.2- pág.265, 266).

 

 

Read Full Post »

« Newer Posts