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Archive for the ‘1.00-RECIBIREIS PODER -Persona, Presencia y Obra del Espíritu Santo- La Venida del Espíritu.’ Category

RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 41-

FRUCTIFEROS EN  EL ESPIRITU

AMOR

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a El” (1 Juan 3:1)

 

Juan dijo: “Mirad cuál amor nos dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. Ningún idioma puede expresarlo. Hasta cierto punto es posible describir en forma muy imperfecta ese amor que sobrepasa todo conocimiento.  Se necesitó el idioma de  lo alto para poder definir ese amor que hizo posible que llegáramos a ser hijos de Dios. Al hacerse cristiano, el hombre no se rebaja. No tiene por qué avergonzarse de estar relacionado con el Dios viviente.

Jesús cargó sobre sí la vergüenza y humillación que le corresponde sufrir a los pecadores. El es la Majestad del cielo, el Rey de gloria, e igual al Padre.  Sin embargo, al vestir su divinidad con la humanidad, su humanidad pudo tocar a la humanidad y su divinidad pudo asirse de la divinidad. 

Si hubiera venido como un ángel, no podría haber participado de nuestros sufrimientos, tampoco podría haber sido tentado en todo como nosotros, ni haber sentido nuestras tristezas.  En cambio, al venir vestido de humanidad, como seguro sustituto del hombre, estuvo en condiciones de vencer, en nuestro lugar, al príncipe de las tinieblas, para que podamos ser victoriosos gracias a sus méritos.

Bajo la sombra de la cruz del Calvario, la influencia de su amor llena nuestros corazones.  A menos que no recibamos y dejemos actuar al Espíritu Santo, nuestro corazón no estará en condiciones de ser depositario del amor divino.  Pero mediante una conexión viviente con Cristo, recibimos inspiración que nos imparte amor, celo y buena fe.

No somos como un trozo de mármol que, aunque puede reflejar la luz del sol, no tiene el don de la vida.  Estamos en condiciones de responder a los brillantes rayos del Sol de Justicia gracias a que Cristo ilumina e imparte luz y vida a todo creyente.  Podemos beber del amor de Cristo del mismo modo como el sarmiento se nutre de la vid.  Si estamos injertados en Cristo, y si cada fibra está unida a la Vid viviente, lo evidenciaremos gracias a los abundantes y ricos racimos que produciremos.  (Review and Herald)

 

 

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 40-

EL ARREPENTIMIENTO COMO PRIMER FRUTO

“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado”. (Salmo 51:1, 2)

 

El arrepentimiento es uno de los primeros frutos de la gracia salvadora.  En sus lecciones al hombre caído, nuestro gran Maestro presenta el poder viviente de su gracia afirmando que, en virtud a ella, el hombre y la mujer pueden experimentar la pureza y la santidad de la nueva vida.  Quien viva esta experiencia desarrollará los principios del reino de los cielos.  Al enseñar acerca de Dios, conduce a otros a andar por caminos rectos.  No llevará al cojo a transitar por senderos de incertidumbre. 

La obra del Espíritu Santo identifica al que es participante de la naturaleza divina.  Cada creyente en quien obra el Espíritu de Cristo recibe tan generoso abastecimiento de la rica gracia, que los incrédulos no pueden menos que reconocer que esa persona es controlada y sustentada por el poder divino; ésto los inspira a glorificar a Dios.

Pese a todas las invitaciones de Cristo, lamentablemente hay personas que continúan manifestando rasgos de impiedad.  A ellos Dios les dice: “¿Hasta cuándo, oh simples amaréis la simpleza…Volveos a mi reprensión; he aquí que yo derramaré mi Espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras”   (Prov.1:22,23).

El arrepentimiento del pecado es el primer fruto de la actuación del Espíritu Santo en la vida.  Es el único proceso mediante el cual la infinita pureza refleja la imagen de Cristo en sus redimidos.  En El habita toda la plenitud.  La ciencia que no está en armonía con Jesús es sin valor.  El mismo nos enseña a refutar como pérdida todas las cosas por la excelencia del conocimiento de Jesús nuestro Señor. Este conocimiento es la más elevada de todas las ciencias que el hombre puede alcanzar.

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 39-

VICTORIA PASO A PASO

“Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea al aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. (1 Corintios 9:26, 27)

 

Dios conduce a su pueblo paso a paso.  La vida cristiana es una marcha y una batalla.  En esta guerra no hay tregua. El esfuerzo debe ser constante y perseverante.  Mediante la lucha persistente es como se obtiene la victoria sobre las tentaciones de Satanás.  La integridad cristiana se logra buscándola con avidez y con irresistible energía, y se la mantiene en virtud de una definida resolución de propósitos. 

El cristianismo tiene un tema que debe ser enseñado, una ciencia mucho más profunda, amplia y alta que todas las disciplinas humanas y más elevada que el cielo.  Dadas nuestras inclinaciones, si deseamos servir a Dios, primero la mente debe ser educada, adiestrada y disciplinada. Hay tendencias al mal que tenemos que superar.

Algunas han sido heredadas y otras cultivadas.  Con frecuencia, hay que descartar la capacitación y la educación de toda una vida si uno desea aprender en la escuela de Cristo.  El corazón debe ser educado para que este firme en Dios.  Hay que cultivar hábitos de pensamiento que capaciten para resistir la tentación.  Tenemos que aprender a mirar hacia arriba.  Los principios de la Palabra de Dios –tan elevados como los cielos, y que abarcan la eternidad-, deben entenderse e incorporarse a nuestra vida.  Cada hecho, cada palabra y cada pensamiento tiene que estar en armonía con ellos.

Los preciosos dones del Espíritu Santo no se desarrollan en un momento.  El valor, la fortaleza, la mansedumbre, la fe y la confianza inconmovible en el poder de Dios para salvar, se adquieren por la experiencia de los años. En virtud a una vida de esfuerzos santos y de una firme adhesión a los principios rectos, es como los hijos de Dios sellarán su destino.

No tenemos tiempo que perder.  No sabemos cuán pronto finalizará el tiempo de gracia.  La eternidad se extiende delante de nosotros.  El telón está a punto de levantarse.  Cristo pronto volverá.  Los ángeles de Dios están tratando de sustraernos de nosotros mismos y las cosas terrenales.  No permitamos que trabajen en vano.  (Testimonios, t.8 pp.313, 314)

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 38-

FORTALECIMIENTO INTERIOR

“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:12, 13)

 

La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza, Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio.  A todo el que ha aceptado a Cristo como Salvador personal, el Espíritu Santo ha venido como consejero, santificador, guía y testigo. 

Cuanto más cerca de Dios han andado los creyentes, más clara y poderosamente han testificado del amor de su Redentor y de su gracia salvadora.  Los hombres y las mujeres que a través de largos siglos de persecución y prueba gozaron de una medida de la presencia del Espíritu en sus vidas, se destacaron como señales y prodigios en el mundo.  Revelaron ante los ángeles y los hombres el poder transformador del amor redentor.

Los que en Pentecostés fueron dotados con el poder de lo alto, no quedaron desde entonces libre de tentación y prueba.  Como testigos de la verdad y la justicia, repetidas veces eran asaltados por el enemigo de toda verdad, que trataba de despojarlos de su experiencia cristiana.  Estaban obligados a luchar con todas las facultades dadas por Dios para alcanzar la medida de la estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús. 

Oraban diariamente en procura de nuevas provisiones de gracia para poder elevarse más y más hacia la perfección.  Bajo la obra del Espíritu Santo, aun los más débiles, ejerciendo fe en Dios, aprendían a desarrollar las facultades que les habían sido confiadas y llegaron a ser santificados, refinados y ennoblecidos.  Mientras se sometían con humildad a la influencia modeladora del Espíritu Santo, recibían de la plenitud de la Deidad y eran amoldados a la semejanza divina.   (Los Hechos de los Apóstoles pág.40, 41)

 

 

 

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 37-

HUESOS SECOS VIVIFICADOS

“Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová”  (Ezequiel 37:14)

 

No es el agente humano el que inspira la vida.  El Señor Dios de Israel hará esa parte avivando la actividad en la naturaleza espiritualmente muerta. El aliento del Señor de los ejércitos debe entrar en los cuerpos muertos.  En el juicio, cuando se descubran todos los secretos, se sabrá que la voz de Dios habló mediante el agente humano, despertó la conciencia aletargada, conmovió las facultades muertas e impulsó a los pecadores al arrepentimiento, a la contrición y al abandono de los pecados. 

Entonces se verá claramente que, mediante el agente humano, se impartió fe en Jesucristo al alma que estaba muerta en delitos y pecados y fue vivificada con vida spiritual.

Pero esta comparación de los huesos secos no sólo se aplica al mundo, sino también a los que han sido bendecidos con gran luz, pues éstos también son como los esqueletos del valle.  Tienen la forma de hombres, la estructura del cuerpo, pero no tienen vida espiritual.  Sin embargo, en la parábola los huesos secos no quedan solamente unidos con apariencia de hombres, pues no es suficiente que haya simetría entre los miembros y el organismo entero.

El aliento de vida debe vivificar los cuerpos para que puedan levantarse y entrar en actividad. Esos huesos representan la casa de Israel, la iglesia de Dios, y la esperanza de la iglesia es la influencia vivificante del Espíritu Santo.  El Señor tiene que impartir su aliento a los huesos secos para que puedan vivir.

El Espíritu de Dios, con su poder vivificante, debe estar en cada agente humano para que pueda entrar en acción cada músculo y tendón espiritual.  Sin el Espíritu Santo, sin el aliento de Dios, hay embotamiento de conciencia, pérdida de vida espiritual.  Muchos que carecen de vida espiritual tienen sus nombres en los registros de la iglesia; pero no están escritos en el libro de la vida del Cordero. 

Pueden figurar en la lista de miembros pero no están unidos al Señor.  Quizá sean diligentes en el cumplimiento de determinados deberes, y ser considerados como seres vivientes; pero muchos están entre los que tienen “nombres de que” viven y están muertos. (Comentario bíblico t4, pág.1187)

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 36-

ARCILLA EN MANOS DEL ALFARERO

“Y la vasija de barro que él hacia se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.  Entonces vino a mi palabra de Jehová, diciendo: ¿no podré Yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?, dice Jehová.  He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel”.  (Jeremías 18:4-6)

 

El pueblo apóstata se parece a huesos secos.  El fin se acerca furtivo, silencioso e imperceptible, como los pasos del ladrón que de noche sorprende a la guardia que no vela. Deseamos que el Señor conceda su Santo Espíritu a los ociosos, para que no sigan durmiendo como los demás; que sean sobrios y estén alertas.

Después de haber desperdiciado la mayor parte del tiempo sin entregar al Alfarero el barro de su voluntad, ¿estaría dispuesto a cooperar con El para llegar a ser un vaso para su honra? Para ser susceptible a recibir las impresiones divinas, oh, ¡Cuánto tiempo debe quedar la arcilla en manos del Alfarero y permanecer expuesta a los brillantes rayos de su justicia! Si se le da oportunidad para que actúe en la vida, nada de origen terrenal y egoísta debe tolerarse a fin de que pueda modelar la imagen divina. El espíritu de la verdad santifica la vida interior. 

Cuando se comprende la grandiosidad de su obra, incluso los pensamientos se sujetan a Cristo.  Aunque supera nuestro entendimiento, es así como obra.  ¿Hay sabiduría en depender de las obras que realizamos? Dejemos actuar a Dios en nuestro favor. ¿Hay alguna excelencia en la conducta y el carácter que pueda tener su origen en seres humanos finitos?  No, todo procede de Dios, el gran centro o expresión del poder del alfarero sobre la arcilla.

Que los bendecidos por los tesoros de la verdad del Señor despierten para expresar de corazón: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”  (Hechos 9:6).  Cada vez hay más luz para alumbrar a toda persona que desee compartirla con otros.

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 35-

PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA

“Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:4)

 

Un cristiano fuerte es quien tiene a Cristo formado dentro, la esperanza de gloria.  Ama la verdad, la pureza y la santidad.  Gracias a su amor a la Palabra de Dios, su vitalidad espiritual lo lleva a buscar la comunión con los que viven en armonía con ella, a fin de poder captar cada rayo de luz que Dios comunica para revelar a Jesús, con el propósito de hacerlo más precioso para el creyente. 

El que tiene una fe sólida halla que Cristo es la vida del alma, y que para él es como una fuente que brota para vida eterna.  Así, con placer, somete todo poder personal a la obediencia de Dios.  El Espíritu, con su influencia vivificante, guardará a ese creyente en el amor de Dios.

A los cristianos se les escribe: “Gracia y paz os sean multiplicadas en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.  Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de Aquél que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 

Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.  Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 1:2-11).  -Review and Herald-

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 34-

UN TEMPLO PARA EL ESPÍRITU

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Cor.6:19, 20)

 

Un poder ajeno y superior al hombre debe actuar sobre él para que en la edificación del carácter se utilicen materiales sólidos.  Dios habita en el santuario del hombre. “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:

”Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” (2 Cor.6:16). “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Cor.3:16, 17)

Porque por medio de El los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.  Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efe. 2:18-22)

El hombre no puede hacer de sí mismo un templo, a menos que se valga de la cooperación de Dios.  El Señor tampoco puede hacer nada si la voluntad humana no se une con la del Omnipotente. Siendo que Jesús es el principal obrero, el agente humano debe trabajar con El para que se pueda completar el edificio celestial.  Todo el poder y la gloria pertenecen a Dios, mientras que toda la responsabilidad descansa en el agente humano.  Dios no puede hacer nada sin la cooperación del creyente. (Review and Herald)

 

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 33-

ELEGIDOS PARA LA SALVACIÓN

“Según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de El” (Efesios 1:4)

 

En virtud de la gracia de Cristo y de la  obra del Espíritu Santo, por fe debemos creer que somos elegidos por Dios para la salvación.  Alabemos y glorifiquemos al Señor por tan maravillosa manifestación de su inmerecido favor.  Es el amor de Dios lo que nos lleva a Cristo para ser recibidos en su gracia y presentados a su Padre. Entonces, en virtud de la obra del Espíritu Santo se renueva la divina relación entre Dios y el pecador. El dice:

“Y me seréis por pueblo, y yo seré vuestro Dios.  Ejerceré mi amor perdonador a favor de ustedes, les daré mi gozo y, además, serán mi especial tesoro. Este pueblo que formé para mí mismo, públicamente me alabará” (véase Jer.30:22; 31:1-33).

Cristo está llamando a sus hijos y es de nuestro interés presente y eterno  escuchar su invitación.  Jesús dijo: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros” (Juan 15:16). Todos los que desean ser conocidos como hijos de Dios deben responder al ofrecimiento, y ponerse en una situación donde la luz celestial pueda iluminarlos. Así podrán saber lo que significa ser oidores y hacedores de las palabras de Cristo, la luz del mundo, y ser aceptos en el amado.

Dios ya hizo todo lo que podría hacer para garantizar la salvación.  En un solo don puso todos los tesoros del cielo.  El invita, y también suplica e insta.  Pero nunca fuerza a los que llama.  Espera la cooperación y aguarda el consentimiento de la voluntad con el fin de conceder al pecador las riquezas de su gracia; que están reservadas para el creyente desde la misma fundación del mundo. 

El Señor no proyectó neutralizar al poder humano, sino que éste, cooperando con Dios, pueda hacer que el hombre llegue a ser un agente más eficiente en sus manos.  Aunque débil, falible, frágil, pecador e imperfecto, el Señor le ofrece el privilegio de ser copartícipe en su obra. (The Messenger)

 

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RECIBIREIS PODER-Persona, Presencia y  Obra del Espíritu  Santo-parte 32-

NACIDOS DE NUEVO

“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3)

 

“Venga tu reino.  Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mat.6:10).  Durante toda su existencia Cristo tuvo el propósito de dar a conocer la voluntad de Dios, tanto en la tierra como en los cielos. Dijo: “El que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:3, 5, 6)

Para entrar a su reino Cristo no reconoce como necesaria la pertenencia a ninguna casta, color o nivel social.  La admisión no depende de la riqueza o de la superioridad del linaje.  Todos los que nacen del espíritu son súbditos. Es el carácter espiritual lo que Cristo valora.  Su reino no es de este mundo, y sus súbditos son los que participan de la naturaleza divina, “habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”.  Es Dios quien nos concede dicha gracia.

Cristo no encuentra a sus súbditos ya preparados para su reino; los hace aptos mediante su poder divino.  Es la vida espiritual la que vivifica a los que están muertos en transgresiones y pecados.  Las facultades que Dios da para sus propósitos santos son refinadas, purificadas, exaltadas.  De este modo sus seguidores son guiados para formar un carácter a la semejanza divina. 

Aunque no hayan usado bien sus talentos y por ser desobedientes se hayan hecho siervos del pecado, e incluso Cristo haya sido para ellos piedra de tropiezo y roca de agravio a causa de haber tropezado en su Palabra, sin embargo, gracias a la atracción de su amor, al fin son conducidos a la senda del deber.  Cristo dijo: “He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Jesús es la luz de la vida e infunde su Espíritu a los que se dejan atraer con su poder invisible.  Al rechazar su servidumbre al pecado, y al entrar en la atmósfera espiritual, pueden captar que han sido el pasatiempo de las tentaciones de Satanás, que han estado bajo su dominio, y que felizmente lograron quebrar el yugo de la concupiscencia de la carne. 

Satanás hace lo imposible para retenerlos.  Los asalta con muchas tentaciones, pero el Espíritu actúa con el propósito de renovar la imagen que Dios creó en ellos.  (Review and Herald)

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