MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 85-
EL TEMOR. Presentemos a Dios nuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores. No podemos agobiarlo ni cansarlo…Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas…-parte 3-
LOS TRATOS DE DIOS SON CLAROS: Pero al mismo tiempo no quiere que nos engañemos. El nos dice: “No temas; no hay peligro en tu camino”. El sabe que hay pruebas y peligros y nos lo ha manifestado abiertamente. El no ofrece quitar a su pueblo de en medio de este mundo de pecado y maldad, sino que le presenta un refugio que nunca falla. Su oración por los discípulos fue:
“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. “En el mundo –dice- tendréis tribulación; pero tened buen ánimo; yo he vencido al mundo” (Juan 17:15; 16:33).
APARTEMOS LA VISTA DEL YO: Apartemos nuestra vista de nosotros mismos y miremos a Jesús. Nosotros podemos reconocer que somos pecadores, y al mismo tiempo es nuestro privilegio reconocer a Cristo como nuestro Salvador. No vino a llamar justos sino a pecadores al arrepentimiento. Satanás le presentará a la mente humana dificultades y sugerencias para debilitar la fe y destruir el valor.
Tiene muchísimas tentaciones que pueden acudir en tropel a la mente, una detrás de otra; pero si nosotros estudiamos detenidamente nuestras emociones y damos lugar a nuestros sentimientos, estaremos atendiendo al mal huésped de la duda, y al hacerlo nos enredaremos en perplejidades y desesperación. ¿Qué hay que hacer frente a estas terribles sugerencias?
Expulsémoslas de nuestra mente mediante la contemplación de las incomparables profundidades del amor del Salvador. No exaltemos nuestros sentimientos, no discutamos con ellos, no los adoremos, ya sean buenos o malos, tristes o animadores.
VENZAMOS EL TEMOR MEDIANTE LA CONFIANZA EN CRISTO: Jesús nos invita a acudir a El, y entonces levantará la carga de nuestros cansados hombros y pondrá sobre nosotros su yugo, que es fácil, y su carga, que es liviana. La senda por la cual nos sugiere caminar nunca nos habría costado un sufrimiento si siempre hubiéramos andado por ella. Cuando nos apartamos de la senda del deber, nos volvemos difíciles y agresivos.
Los sacrificios que debemos hacer al seguir a Cristo son sólo otros tantos pasos para regresar a la senda de la luz, la paz y la felicidad. Las dudas y los temores provienen del hecho de admitirlos; mientras más los admitimos, más difíciles de vencer se volverán. Hay seguridad en rechazar todo sostén terrenal y tomar la mano del que levantó y salvó al discípulo que se hundía en el tormentoso mar.
CRISTO, EL PORTADOR DE CARGAS: Presentemos a Dios nuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores. No podemos agobiarlo ni cansarlo…Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aún por nuestra presentación de ellas. Ninguna cosa es demasiado grande que El no pueda soportarla; El sostiene los mundos y gobierna todos los asuntos del universo.
Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que El no la note. No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan oscuro que El no pueda leer, ni perplejidad tan grande que El no pueda desenredar.
Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo puede alegrar, ninguna oración sincera escapará de los labios, sin que el Padre Celestial esté al tanto de ello, sin que tome en ello un interés inmediato…
Las relaciones entre Dios y cada alma son tan claras y plenas como si no hubiese otra alma sobre la tierra a quien brindar su cuidado, otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado. (Elena White)
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