BUENA SALUD-conocimientos que le otorgarán una herramienta práctica y positiva para el resto de su vida-parte 21-
TRATE BIEN A SU CORAZON
HABITOS PERJUDICIALES
HABITOS ALIMENTARIOS
Por miles de años nuestros antepasados arrancaban su sustento de la tierra, trabajando duramente para obtener su alimento. Pero actualmente en muchos países altamente desarrollados se produce abundancia de alimento para la mayor parte de la población con muy escaso esfuerzo físico.
Esto explica por qué en estos mismos países miles de víctimas de ataques cardiacos son sepultados cada día. La sobrealimentación es en gran medida responsable de esta alta mortalidad, porque es capaz de producir por sí sola varios de los factores de riesgo, entre ellos:
Peso excesivo, aumento del colesterol en la sangre y aumento de otros lípidos (grasas) de la sangre.
El exceso de peso, por sí solo, puede aumentar el riesgo de muerte por ataque cardíaco. Cuanto mayor el grado de obesidad, mayores los riesgos.
El colesterol es una sustancia grasa que también permite identificar a las personas con alto riesgo de ataque cardíaco. En efecto, hombres entre 30 y 60 años de edad con niveles de colesterol mayores de 250 (250 mg. por 100 cm. de sangre) tienen en promedio cuatro veces más ataques cardíacos que los hombres de la misma edad con niveles de colesterol de 200 o menos.
Aunque el colesterol en pequeñas cantidades es necesario en el organismo para varias funciones biológicas, el promedio de la población en los países sobrealimentados tiene cantidades demasiado altas debido a su tipo de alimentación y a su inactividad física.
Entre los alimentos que producen estos altos niveles de colesterol en la sangre se encuentran: las grasas de origen animal, la carne, los huevos y los derivados de la leche (mantequilla, queso, y crema)
Los triglicéridos de la sangre cuando están aumentados por encima de sus valores normales también contribuyen a aumentar los riesgos de ataque cardíaco.
Esta condición se encuentra frecuentemente en los diabéticos y en personas predispuestas a esta enfermedad. Tanto los hombres como las mujeres con niveles altos de triglicéridos tienen triplicados los riesgos de padecer de ataques cardíacos.
Las proteínas y lo hidratos de carbono también pueden contribuir a elevar los lípidos o grasas de la sangre si se los come en exceso.
Se ha comprobado que la sacarosa o azúcar común de mesa contribuye a elevar los lípidos sanguíneos. El azúcar provee calorías vacías que el organismo transforma en grasas, las cuales a su vez pueden elevar las grasas o lípido de la sangre sino son rápidamente quemadas por el ejercicio.
Muchos de los postres de los cuales disfrutamos son mayormente azúcar. Un postre con helados contiene 25 cucharaditas de azúcar. Una porción de pastel de manzana puede contener hasta 15.
Pero los alimentos que contienen grasas saturadas y colesterol son tan peligrosos como los alimentos azucarados. El queso mantecoso contiene un 40% de grasas ricas en colesterol.
Los cardiólogos han llegado a la conclusión de que deberíamos comer más de 300mg. de colesterol por día, es decir la cantidad contenida en un huevo. Pero el promedio de la población en los países sobrealimentados ingiere más de 600mg. de colesterol por día.
La cafeína es un alcaloide que se encuentra en el café, el té, la yerba mate, y otros vegetales. Tiene un poderoso efecto sobre el organismo, especialmente sobre el sistema nervioso y sobre el aparato digestivo y circulatorio. Su consumo obliga al organismo a funcionar aunque esté cansado y necesite reposo.
Acelera los latidos del corazón, hace subir la presión de la sangre, e intensifica la actividad de ciertas zonas del cerebro. Este efecto estimulante es seguido por una depresión de las mismas funciones que antes se habían visto estimuladas. Esta depresión persiste en ciertos casos hasta 24 horas o más del consumo de té, café o mate.
En términos familiares diríamos que cada taza de bebida que contenga cafeína (esto incluye las bebidas gaseosas tipo Coca-Cola) es un verdadero latigazo que le propinamos al sistema nervioso.
Lo obligamos a trabajar más allá de lo prudente, y le negamos el descanso que necesita. Si este abuso se repite durante varios años, sus efectos se irán acumulando, y el resultado será: arteriosclerosis, hipertensión, úlceras, cáncer y envejecimiento prematuro.
HERENCIA
Continúa en parte 22