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DOCTRINA DE LOS ACONTECIMIENTOS FINALES

LA TIERRA NUEVA-PORQUE ALLÍ DIOS MISMO MORARÁ CON SU PUEBLO-CONCEPTO-

EN LA TIERRA NUEVA, DONDE MORARÁN LOS JUSTOS, DIOS PROPORCIONARÁ UN HOGAR ETERNO PARA LOS REDIMIDOS Y UN AMBIENTE PERFECTO PARA LA VIDA, EL AMOR Y EL GOZO SIN FIN, Y PARA APRENDER JUNTO A SU PRESENCIA. PORQUE ALLÍ DIOS MISMO MORARÁ CON SU PUEBLO, Y EL SUFRIMIENTO Y LA MUERTE TERMINARÁN PARA SIEMPRE. 

EL GRAN CONFLICTO HABRÁ TERMINADO Y EL PECADO NO EXISTIRÁ MÁS.  TODAS LAS COSAS, ANIMADAS E INANIMADAS, DECLARARÁN QUE DIOS ES AMOR, Y EL REINARÁ PARA SIEMPRE JAMÁS. AMÉN.

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ESPERANZA EN LA PALABRA-JESÚS LA UNICA ESPERANZA-parte 33-

EN BUSCA DE UN HOGAR– NO HEMOS HALLADO LA PATRIA VERDADERA HASTA QUE NOS ENCONTREMOS EN NUESTRO HOGAR CELESTIAL DEFINITIVO-

CUANDO Marco Polo regresó a Venecia después de recorrer por mucho tiempo el Lejano Oriente, sus amigos lo daban por loco. ¡Contaba tantas historias fantásticas! Decía, por ejemplo, que había visitado una ciudad llena de plata y oro, que había visto piedras negras que ardían, y una tela que no se quemaba aunque la arrojaban al fuego.

Hablaba de enormes serpientes con mandíbulas tan grandes que eran capaces de comerse a un hombre entero; de nueces del tamaño de la cabeza de un hombre, y de una sustancia que brotaba de la tierra y servía de combustible para las lámparas. Como nadie había visto ni carbón, ni cocodrilos, ni petróleo, se burlaban de esas historias que les parecían cuentos de hadas.

Cuando los escritores bíblicos tratan de pintarnos el increíble hogar de eterna felicidad que Dios ha preparado para nosotros –su casa y mi casa en los cielos- nos sucede algo así como lo que ocurría con los amigos de Marco Polo.  Tenemos que tratar de imaginarnos una cantidad de cosas que nunca hemos visto, pero que no por eso son menos reales y menos asombrosas.  En efecto, las Escrituras nos afirman que el cielo es mucho más que eso de pasar la eternidad sentado en una nube tocando el arpa.

En primer lugar, nos afirman que es un lugar real.

“NO SE TURBE VUESTRO CORAZÓN; –nos dice Jesús- CREÉIS EN DIOS, CREED TAMBIÉN EN MI. EN LA CASA DE MI PADRE MUCHAS MORADAS HAY; SI ASÍ NO FUERA, YO OS LO HUBIERA DICHO; VOY, PUES, A PREPARAR LUGAR PARA VOSOTROS.  Y SI ME FUERE Y OS PREPARARE LUGAR, VENDRÉ OTRA VEZ, Y OS TOMARE A MI MISMO, PARA QUE DONDE YO ESTOY, VOSOTROS TAMBIÉN ESTEIS”  (JUAN 14:1-3).

SI, el lugar que Jesús nos está preparando no es ni ilusorio ni fantástico: ¡ES REAL!  Vendrá por segunda vez de acuerdo con su promesa para llevarnos a un hogar perfecto, la ciudad más hermosa del universo: La Nueva Jerusalén, que supera por lejos nuestros sueños más preciados.  Y todo será real ¡DE VERAS!

Las Escrituras nos dicen que cuando venga Jesús nos llevará al cielo para estar con El allí durante mil años.  Transcurrido ese tiempo nos traerá a nuestro hogar definitivo: LA TIERRA. El último libro de la Biblia declara:

“VI UN CIELO NUEVO Y UNA TIERRA NUEVA; PORQUE EL PRIMER CIELO Y LA PRIMERA TIERRA PASARON, Y EL MAR YA NO EXISTÍA MAS.  Y YO JUAN VI LA SANTA CIUDAD, LA NUEVA JERUSALÉN, DESCENDER DEL CIELO, DE DIOS, DISPUESTA COMO UNA ESPOSA ATAVIADA PARA SU MARIDO. Y OÍ UNA GRAN VOZ DEL CIELO QUE DECÍA: HE AQUÍ EL TABERNÁCULO DE DIOS CON LOS HOMBRES, Y EL MORARA CON ELLOS; Y ELLOS SERÁN SU PUEBLO, Y DIOS MISMO ESTARÁ CON ELLOS COMO SU DIOS” (APOCALIPSIS 21:1-3).

Se trata de nuestro hogar y nuestro Dios.  El reino que nos permite vislumbrar la Escritura es mucho más que la morada de seres etéreos, fantasmagóricos.  Estará habitado por seres humanos de carne y hueso glorificados que disfrutarán de la vida plenamente, tanto en lo físico como en lo espiritual.

Una notable escritora cristiana, Elena de White, comenta de esta manera las bellezas del mundo venidero: “Allí intelectos inmortales contemplarán con eterno deleite las maravillas del poder creador, los misterios del amor redentor… Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada…

Las mayores empresas podrán llevarse a cabo, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las más encumbradas ambiciones; y sin embargo surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetos que agucen las facultades del espíritu, del alma y del cuerpo.  Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios” (El conflicto de los siglos pág. 736).

¿No se anima, amiga, amigo? Recuerde que se trata de su casa y su morada eterna; la misma que Jesús está preparando ahora mismo para usted y para todos los que aceptan su salvación, y El promete que vendrá a buscarnos para que donde El está, usted y yo también estemos. ¡Qué Hermosa Promesa! Sólo falta agregar:

AMEN; SI, VEN SEÑOR JESÚS” (APOCALIPSIS 22:20)

-Frank Gonzalez- orador del programa de radio: La Voz de la Esperanza-

 

 

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 DOCTRINA DE LA VIDA CRISTIANA

El hogar es el ambiente primario para la restauración de la imagen de Dios en los seres humanos.  Dentro de la familia, el padre, la madre y los hijos pueden expresarse libremente, y suplir sus necesidades mutuas en lo que se refiere a pertenecer a un grupo social, el amor y la intimidad.  Aquí se establece la identidad y se desarrollan los sentimientos de valía personal.  El hogar es también el lugar en que, por la gracia de Dios, se practican los principios del verdadero cristianismo, y sus valores se trasmiten de una generación a la siguiente.

La familia puede ser un lugar en el cuál reine gran felicidad.  Por otra parte, también puede ser la escena de terrible sufrimiento.  La vida familiar armoniosa demuestra verdadera aplicación de los principios del cristianismo, y revela el carácter de Dios.  Desgraciadamente, la manifestación de estas características es sumamente rara en los hogares modernos.  En vez de ella, muchas familias demuestran los pensamientos e intenciones del corazón humano egoísta: peleas, rebeliones, rivalidades, ira, actitudes impropias, y aún crueldad. Sin embargo, estas características no eran parte del plan original de Dios.  Jesús dijo: Al principio no fue así” (Mat.19:8).

DESDE  EL  COMIENZO.  El sábado y el matrimonio son dos de los dones originales que Dios le concedió a la familia humana.  Fueron dados con el fin de proveer el gozo del reposo y de pertenecer, sin limitaciones de época, lugar o cultura.  El establecimiento de estas dos instituciones culminó la creación de este mundo que realizó  Dios.  Fueron su toque final, lo mejor de los excelentes dones que le concedió a la humanidad en la creación.  Al establecer el sábado, Dios les concedió a los seres humanos un tiempo de reposo y renovación, una ocasión de gozar de comunión con El.  Al formar la primera familia, estableció la unidad social básica para la humanidad, dándole un sentido de pertenencia y proveyendo una oportunidad para que sus miembros se desarrollasen como individuos completos en el servicio a Dios y a los demás.

EL VARÓN Y LA MUJER HECHOS A IMAGEN DE DIOS.  ”Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gen1:27). El término hombre se usa aquí (tanto en hebreo como en español) en el sentido genérico, tal como sucede más de 500 veces en otros lugares del Antiguo Testamento.  Este término incluye tanto al varón como a la mujer.  El texto deja en claro que no se trataba de que el varón fuese creado a la imagen de Dios  y la mujer a la imagen del varón.  Por el contrario, ambos fueron hechos a imagen de Dios.

La familia y el hogar están fundados sobre el hecho de la diferenciación sexual.  Dios podría haber propagado la vida en el mundo sin crear varón o hembra, como se demuestra en la reproducción asexual de ciertas formas de vida animal. Pero Dios creó “dos individuos idénticos en la forma y características generales, pero cada  uno de los cuáles contenía en sí mismo algo que en el otro faltaba, y necesitaba complementación”. Un mundo hecho exclusivamente de miembros de cualquiera de los dos sexos no estaría completo.

EL MATRIMONIO. De la diversidad del varón y la mujer, Dios produjo orden  y unidad. Ese primer viernes de la historia, el Creador celebró el primer matrimonio. Y desde entonces el matrimonio ha constituido el fundamento de la familia y de la sociedad. Según la disposición divina, “dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”  (Gen.2:24) La relación del matrimonio debe tener primacía sobre la relación existente entre padres e hijos. Sin este proceso,  no existe un fundamento firme para el matrimonio.

 

    

 

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