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Posts Tagged ‘el tabernaculo’

CRISTO EN SU SANTUARIO-parte 6-

EL SANTUARIO CELESTIAL EN MINIATURA-parte 4-

EL TABERNACULO Y SU CONSTRUCCIÓN-parte 3-

No hay palabras que puedan describir la gloria de la escena que se veía dentro del santuario, con sus paredes doradas que reflejaban la luz de los candeleros de oro, los brillantes colores de las cortinas ricamente bordadas con sus relucientes ángeles, la mesa y el altar del incienso refulgentes de oro;  y más allá del segundo velo, el arca sagrada, con sus querubines místicos, y sobre ella la santa “Shekinah”, manifestación visible de la presencia de Jehová; pero todo ésto era apenas un pálido reflejo de las glorias del templo de Dios en el cielo, que es el gran centro de la obra que se hace a favor de la redención del hombre.

Se necesitó alrededor de medio año para construir el tabernáculo.  Cuando se terminó, Moisés examinó toda la obra de los constructores, comparándola con el modelo que se le enseñó en el monte y con las instrucciones que había recibido de Dios.  “Y vio Moisés toda la obra, y he aquí que la habían hecho como Jehová había mandado; y los bendijo” (Éxodo 39:43).  Con anhelante interés las multitudes de  Israel se agolparon para ver el sagrado edificio.  Mientras contemplaban la escena con reverente satisfacción, la columna de  nube descendió sobre el santuario, y lo envolvió. “Y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo” (Éxodo 40:34). Hubo una revelación de la majestad divina, y por un momento ni siquiera Moisés pudo entrar.  Con profunda emoción, el pueblo vio la señal de que la obra de sus manos era aceptada. No hubo demostraciones de regocijo en alta voz.  Una solemne reverencia se apoderó de todos.  Pero la alegría de sus corazones se manifestó en lágrimas de felicidad, y susurraron fervientes palabras de gratitud porque Dios había condescendido a morar con ellos.

EL SACERDOTE Y SU VESTIMENTA-parte 1-

En virtud de las instrucciones divinas, se apartó a la tribu de Leví para el servicio del santuario.  En tiempos anteriores, cada hombre había sido sacerdote en su propia casa.  En los días de Abrahán, por derecho de nacimiento, el sacerdocio recaía en el hijo mayor.  Ahora, en vez del primogénito de todo Israel, el Señor apartó a la tribu de Leví para la obra del santuario.  Mediante este señalado honor, Dios manifestó su aprobación por la fidelidad de los levitas, tanto por haber cumplido fielmente su servicio como por haber ejecutado sus juicios cuando el resto de las tribus apostataron el rendir culto al becerro de oro. El sacerdocio, no obstante, se restringió a la familia de Aarón. Este  y sus hijos fueron los únicos a quienes se les permitió oficiar ante el Señor; al resto de la tribu se les encargó el cuidado del tabernáculo y su mobiliario.  Además, debían ayudar a los sacerdotes en su ministerio, pero no podían ofrecer sacrificios, ni quemar incienso, ni mirar los utensilios sagrados hasta que estuviesen cubiertos.

Se designó para los sacerdotes un traje especial, que concordaba con su oficio. “Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura” (Éxodo 28:2), fue la instrucción divina que se le dio a Moisés.  El hábito del sacerdote común era de lino blanco tejido de una sola pieza.  Se extendía casi hasta los pies, y estaba ceñido en la cintura por una faja de lino blanco bordada de azul, púrpura y rojo.  Un turbante de lino, o mitra, completaba su vestidura exterior.

-Continúa en parte 7-

 

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CRISTO EN SU SANTUARIO-parte 5-

EL SANTUARIO CELESTIAL EN MINIATURA-parte 3-

EL TABERNACULO Y SU CONSTRUCCIÓN-parte 2-

En el primer departamento, o lugar santo, estaban la mesa para los panes de la proposición, el candelero o lámpara y el altar del incienso. La mesa de los panes de la proposición estaba hacia el norte.  Tanto ella como su borde decorado estaban revestidos de oro puro.  Sobre esta mesa los sacerdotes debían poner cada sábado doce panes, arreglados en dos pilas y rociados con incienso.  Por ser santos, los panes que se quitaban debían ser comidos por los sacerdotes.  Al sur estaba el candelero de siete brazos, con sus siete lámparas.  Sus brazos estaban decorados con flores exquisitamente labradas y parecidas a lirios; el conjunto estaba hecho de una pieza sólida de oro. Como no había ventanas en el tabernáculo, las lámparas nunca se extinguían todas al mismo tiempo, sino que ardían día y noche.  Exactamente frente al velo que separaba el lugar santo del santísimo y de la inmediata presencia de Dios, estaba el altar de oro del incienso.  Sobre este altar el sacerdote debía quemar incienso todas las mañanas y todas las tardes; sobre sus cuernos se aplicaba la sangre de la victima de la expiación, y en el gran día de la expiación era rociado con sangre. El fuego que estaba sobre el altar fue encendido por Dios mismo, y se lo cuidaba devotamente. Día y noche, el santo incienso difundía su fragancia por los recintos sagrados del tabernáculo y por sus alrededores.

Más allá del velo interior estaba el lugar santísimo que era el centro del servicio de expiación e intercesión, y constituía el eslabón que unía el cielo y la tierra.  En ese departamento está el arca, que era un cofre de madera de acacia, recubierto de oro por dentro y por fuera, y que tenía un reborde de oro encima.  En el estaban guardadas las tablas de piedra, en las cuales Dios mismo había grabado los Diez Mandamientos.  Por consiguiente, se lo llamaba arca del testamento de Dios, o arca de la alianza, puesto que los Diez Mandamientos eran la base de la alianza hecha entre Dios e Israel.

La cubierta del arca sagrada se llamaba “propiciatorio”.  Estaba hecha de una sola pieza de oro, y encima tenía dos querubines de oro, uno en cada extremo. Un ala de cada ángel se extendía hacia arriba, mientras la otra permanecía plegada sobre el cuerpo (véase Ezeq.1:11) en señal de reverencia y humildad.  La posición de los querubines,  con la cara vuelta el uno hacia el otro y mirando reverentemente hacia abajo sobre el arca, representaba la reverencia con la cual la hueste celestial mira la Ley de Dios y su interés en el plan de redención.

Encima del propiciatorio estaba la “Shekinah”, o manifestación de la divina presencia; y desde en medio de los querubines Dios daba a conocer su voluntad.  Los mensajes divinos eran comunicados a veces al sumo sacerdote mediante una voz que salía de la nube.  Otras veces caía una luz sobre el ángel de la derecha, para indicar aprobación o aceptación o una sombra o nube descansaba sobre el ángel de la izquierda, para revelar desaprobación o rechazamiento.

La Ley de Dios, guardada como reliquia dentro del arca, era la gran regla de la rectitud y del juicio.  Esa ley determinaba la muerte del transgresor; pero encima de la ley estaba el propiciatorio, donde se revelaba la presencia de Dios y desde el cual, en virtud de la expiación, se otorgaba perdón al pecador arrepentido.  Así, en la obra de Cristo a favor de nuestra redención, simbolizada por el servicio del santuario, “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron” (Salmo 85:10).

-Continúa en parte 6-

 

 

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CRISTO EN SU SANTUARIO-parte 4-

EL SANTUARIO CELESTIAL EN MINIATURA-parte 2-

Las murmuraciones de los israelitas y cómo Dios castigó sus pecados fueron registrados como advertencia para las futuras generaciones. Y su  devoción, su celo y generosidad, son un ejemplo digno de imitarse.  Todos los que aman el culto a Dios y aprecian la bendición de su santa  presencia, mostrarán el mismo espíritu de sacrificio en la preparación de una casa donde El pueda reunirse con ellos.  Desearán traer al Señor una ofrenda de lo mejor que posean.  La casa que se construya para Dios no debe quedar endeudada, pues con ello Dios será deshonrado.  Debiera darse una cantidad suficiente para llevar a cabo la obra, para que los que la construyen puedan decir, como dijeron los constructores del tabernáculo: “No traigáis más ofrenda”

EL TABERNACULO Y SU CONSTRUCCION -parte 1-

El tabernáculo construido era desarmable, de modo que los israelitas pudieran llevarlo en su peregrinaje. Era por consiguiente pequeño, de sólo cincuenta y cinco pies de largo por diez y ocho de ancho y alto (Aproximadamente 17 m. de largo por 5 m. de ancho y alto).  No  obstante, era una construcción magnifica. La madera que se empleo en el edificio y en sus muebles era de acacia, la menos susceptible al deterioro de todas las que había en el Sinaí. Las paredes consistían  en tablas colocadas verticalmente, fijadas sobre basas de plata y aseguradas por columnas y travesaños; y todo cubierto de oro, lo cual hacia aparecer al edificio como de oro macizo.  El techo estaba formado de cuatro juegos de cortinas, el de más adentro era “de lino torcido, azul, y púrpura, y carmesí: y…querubines de obra primorosa” (Éxodo 26:1); los otros tres eran de pelo de cabras, de cueros de carnero tenidos de rojo y de cueros de tejones, arreglados de tal manera que ofrecían completa protección.

El edificio se dividía en dos secciones mediante una bella y rica cortina, o velo, suspendida de columnas doradas; y una cortina semejante a la anterior cerraba la entrada de la primera sección.  Tanto estos velos como la cubierta interior que formaba el techo, eran de los más magníficos colores, azul, púrpura y escarlata, bellamente combinados, y tenían, recamados con hilos de oro y plata, querubines que representaban la hueste de los ángeles asociados con la obra del santuario celestial, y que son espíritus ministradores del pueblo de Dios en la tierra.

El santo tabernáculo estaba colocado en un espacio abierto llamado atrio, rodeado por cortinas de lino fino que colgaban de columnas de metal.  La entrada a este recinto se hallaba en el extremo oriental.  Estaba cerrada con cortinas de riquísima tela hermosamente trabajada aunque eran inferiores a las del santuario.  Como estas cortinas del atrio alcanzaban sólo a la mitad de la altura de las paredes del tabernáculo, el edificio podía verse perfectamente de afuera.

En el atrio, y cerca de la entrada, se hallaba el altar de bronce del holocausto.  En este altar se consumían todos los sacrificios que debían ofrecerse por medio del fuego al Señor, y sobre sus cuernos se rociaba la sangre expiatoria. Entre el altar y la puerta del tabernáculo estaba la fuente, también de metal. Había sido hecha con los espejos donados voluntariamente por las mujeres de Israel.  En la fuente los sacerdotes debían lavarse las manos y los pies cada vez que entraban en el santo compartimento, o cuando se acercaban al altar para ofrecer un holocausto al Señor.

-Continúa en parte 5-

 

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DOCTRINA DE LA VIDA CRISTIANA

LOS SANTOS DEFIENDEN LA LEY.  La obediencia caracteriza a los santos que esperan la segunda venida.  En el conflicto final se unen para exaltar la Ley de Dios. La Escritura los describe como los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apoc.12:17; 14:12) y esperan con paciencia el retorno de Cristo.

En preparación para la segunda venida, este grupo de creyentes proclaman el Evangelio, llamando a otros a adorar al Señor como Creador (Apoc.14:6, 7). Los que adoran a Dios en amor, le obedecerán; el apóstol Juan declaró:Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”  (1 Juan 5:3).

LOS JUICIOS DE DIOS Y LA LEY.   El juicio de Dios que consiste en las siete últimas plagas que caen sobre los desobedientes, se origina en el templo del tabernáculo del testimonio en el cielo (Apoc.15:5). En Israel se conocía bien el término el tabernáculo del testimonio; designaba el tabernáculo que Moisés había construido (Num.1:50, 53;  17:8;  18:2). Se lo llamaba así porque el tabernáculo conteníael arca del testimonio” (Exo.26:34), la cuál contenía las tablas deltestimonio” (Exo.31:18). Vemos así que los Diez Mandamientos son el  “testimonio”, el testigo ante la humanidad de la voluntad divina (Exo.34:28, 29).

Pero Apocalipsis 20:5 dice quefue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio”. La estructura que erigió Moisés era simplemente una copia del templo celestial (Exo.25:8, 40; compárese con Heb.8: 1-5); el gran original de los Diez Mandamientos está allí guardado. El Hecho que los juicios del tiempo del fin se hallan íntimamente  relacionados con la transgresión de la Ley de Dios, añade  evidencia a favor de la perpetuidad de los Diez Mandamientos.

El libro de Apocalipsis también muestra la apertura del templo celestial, lo cuál descubre ante la vista elarca de su pacto” (Apoc.11:19).  La expresión “arca del pacto” designaba el arca del Santuario terrenal, la cuál contenía las tablas conlas palabras del pacto”, los Diez Mandamientos (Exo.34:27; compárese con Núm.10:33;  Deut.9:9).  El arca del pacto que se halla en el santuario celestial es el arca original que contiene las palabras del pacto eterno-el Decálogo original.  Es claro, entonces, que el tiempo de los juicios finales que Dios envía sobre el mundo (Apoc.11:18) está  relacionado con la apertura del templo celestial, con su punto focal en el arca que contiene los Diez Mandamientos; en verdad, esta escena constituye un cuadro apropiado de la magnificación de la Ley de Dios como la norma del juicio.

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