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Posts Tagged ‘sumo sacerdote’

CRISTO EN SU SANTUARIO-parte 18-

EL GLORIOSO TEMPLO DE DIOS

LA PURIFICACION DEL SANTUARIO CELESTIAL

Este ministerio siguió efectuándose durante 18 siglos en el primer departamento del santuario. La sangre de Cristo, ofrecida en beneficio de los creyentes arrepentidos, les aseguraba perdón y aceptación cerca del Padre.  No obstante, sus pecados  permanecían registrados en los libros del cielo. Como en el ritual simbólico había una obra de expiación al fin del año, así también, antes que se complete la obra de Cristo para la redención de los hombres, queda por hacer una obra de expiación para eliminar el pecado del Santuario Celestial. Entonces, así como lo había anunciado Daniel el profeta, nuestro Sumo Sacerdote entró en el Lugar Santísimo para cumplir la última parte de su solemne obra: la purificación del Santuario Celestial.

Así como en la antigüedad los pecados del pueblo eran puestos por fe sobre la víctima ofrecida, y por medio de la sangre de ésta se transferían figurativamente al santuario terrenal, así también, en el nuevo pacto, los pecados de los que se arrepienten son puestos por fe sobre Cristo, y transferidos, de hecho, al Santuario Celestial.  Y así como la purificación simbólica de lo terrenal se efectuaba eliminando los pecados con los cuales había sido contaminado, así también la purificación real de lo celestial debe efectuarse eliminando o borrando los pecados registrados en el cielo. Pero antes que ésto pueda cumplirse deben examinarse los registros para determinar quiénes son los que, por su arrepentimiento del pecado y su fe en Cristo, tienen derecho a los beneficios de la expiación llevada a cabo por El.  La purificación del santuario implica, por lo tanto, una obra de investigación, una obra de juicio. Esta obra debe realizarse antes que venga Cristo para redimir a su pueblo, pues cuando venga, traerá con El su galardón, para otorgar la recompensa a cada uno según haya sido su obra. (Apocalipsis 22:12).

Mientras el holocausto señalaba a Cristo como sacrificio, y el sumo sacerdote representaba a Cristo como Mediador, el macho cabrío simbolizaba a Satanás, autor del pecado, sobre quien eran colocados finalmente los pecados de los verdaderamente arrepentidos. Cuando el sumo sacerdote, en virtud de la sangre del holocausto, eliminaba los pecados del santuario, los ponía sobre la cabeza del macho cabrío destinado a Azazel.  Cuando Cristo, en virtud de su propia sangre, elimine del Santuario Celestial los pecados de su pueblo al fin de su ministerio, los pondrá sobre Satanás, el cual en la consumación del juicio debe cargar con la pena final.  Se llevaba lejos el macho cabrío, a un lugar desierto, para que no volviera jamás a la congregación de Israel.  Así también Satanás será desterrado para siempre de la presencia de Dios y su pueblo, y será aniquilado en la destrucción final del pecado y los pecadores.  (El Gran Conflicto, págs.461-475).

PREGUNTAS PARA MEDITAR

1.        ¿En qué consiste la purificación del Santuario Celestial?  ¿Por qué debe efectuarse antes de la segunda venida de Cristo?

2.       Note el paralelismo que existe entre los servicios del santuario del Antiguo Testamento y los del santuario del Cielo.

3.       ¿Por qué medios los pecados del pecador arrepentido son transferidos al Santuario Celestial?

4.       ¿De qué manera se purifica el Santuario Celestial del registro de los pecados?

 NUESTRO SUMO SACERDOTE

-Continúa en parte 19-

 

 

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CRISTO EN SU SANTUARIO-parte 12-

EL SANTUARIO CELESTIAL EN MINIATURA-parte 10-

EL SERVICIO DEL SANTUARIO-parte 5-

UNA FIGURA DE LAS COSAS CELESTIALES

Como se ha dicho, el santuario terrenal fue construido por Moisés, conforme al modelo que se le mostró en el monte.  “Es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios”. Los dos lugares santos eran “figuras de las cosas celestiales”. Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, es el “Ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre” (Heb.9:9, 23; 8:2). Cuando en visión se le mostró al apóstol Juan el templo de Dios que está en el cielo, vio que allí “ardían siete lámparas de fuego”. Vio también a un ángel  “con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono” (Apoc.4:5; 8:3). Se le permitió al profeta contemplar el lugar santo del santuario “el altar de oro”, representados por el candelero de oro y el altar del incienso o perfume en el santuario terrenal.

Nuevamente “el templo de Dios fue abierto en el cielo” (Apoc.11:19), y vio el lugar santísimo detrás del velo interior. Allí contempló “el arca del testamento”, representada por el arca sagrada construida por Moisés para guardar la Ley de Dios.

Moisés hizo el santuario terrenal, “conforme al modelo que había visto”. Pablo declara que “el tabernáculo y todos los vasos del ministerio”, después de haber sido hechos, eran “figuras de las cosas  celestiales” (Hech.7:44; Heb.9:21, 23). Y Juan dice que vio el santuario celestial. Aquel santuario, en el cual oficia Jesús en nuestro favor, es el gran original, del cual el santuario construido por Moisés era una copia.

Ningún edificio terrenal podría representar la grandeza y la gloria del templo celestial, la morada del Rey de reyes donde “millares de millares” le sirven y “millones de millones” están delante de El (Dan.7:10), de aquel templo henchido de la gloria del trono eterno, donde los serafines, sus guardianes resplandecientes, se cubren el rostro para adorar al Rey.  Sin embargo, las verdades importantes acerca del santuario celestial y de la gran obra que allí se efectúa a favor de la redención del hombre debían enseñarse mediante el santuario terrenal y sus servicios.

Después de su ascensión, nuestro Salvador iba a principiar su obra como nuestro Sumo Sacerdote. El apóstol Pablo dice: “No entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Heb.9:24).  Como el ministerio de Cristo se dividiría en dos grandes partes, ocuparía cada una un período y tendría un sitio distinto en el santuario celestial, así también el culto simbólico consistía en el servicio diario y el anual, y a cada uno de ellos se dedicaba una sección del tabernáculo.

Como Cristo, después de su ascensión, compareció ante la presencia de Dios para ofrecer su sangre en beneficio de los creyentes arrepentidos, así el sacerdote rociaba en el servicio diario la sangre del sacrificio en el lugar santo a favor de los pecadores.

Aunque la sangre de Cristo debía librar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, no había de anular el pecado; éste queda registrado en el santuario hasta la expiación final; así en el símbolo, la sangre de la víctima quitaba el pecado del arrepentido, pero quedaba en el santuario hasta el día de la expiación.

SE LIMPIA EL REGISTRO DE LOS PECADOS

-Continúa en parte 13-

 

 

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CRISTO EN SU SANTUARIO-parte 8-

EL SANTUARIO CELESTIAL EN MINIATURA-parte 6-

EL SERVICIO DEL SANTUARIO-parte 1-

No sólo el santuario mismo, sino también el ministerio de los sacerdotes, debían servir de “figura y sombra de las cosas celestiales” (Heb.8:5). Por eso era de suma importancia; y el Señor, por medio de Moisés, dio las instrucciones más claras y precisas acerca de cada uno de los puntos de este culto simbólico.

El ministerio del santuario consistía en dos partes: un servicio diario y otro anual. El servicio diario se efectuaba en el altar de holocaustos en el atrio del tabernáculo, y en el lugar santo; mientras que el servicio anual se realizaba en el lugar santísimo.

Ningún ojo mortal, excepto el del sumo sacerdote, debía mirar el interior del lugar santísimo. Sólo una vez al año podía entrar allí el sumo sacerdote, y eso después de la preparación más cuidadosa y solemne.  Temblando, entraba para presentarse ante Dios, y el pueblo en reverente silencio esperaba su regreso, con los corazones elevados en fervorosa oración para pedir la bendición divina.  Ante el propiciatorio, el sumo sacerdote hacia expiación por Israel; y en la nube de gloria, Dios se encontraba con él. Si su permanencia en dicho sitio duraba más tiempo del acostumbrado, el pueblo sentía temor de que, a causa de los pecados de ellos o de él mismo, lo hubiese muerto la gloria del Señor.

El servicio diario consistía en el holocausto matutino y vespertino, en el ofrecimiento del incienso en el altar de oro y en los sacrificios especiales por los pecados individuales. Además, había sacrificios para los sábados, las lunas nuevas y las fiestas especiales.

Cada mañana y cada tarde se ofrecía en holocausto sobre el altar un cordero de un año, con las oblaciones apropiadas para simbolizar la consagración diaria a Dios de toda la nación y su constante dependencia de la sangre expiatoria de Cristo.  Dios les indicó expresamente que toda ofrenda presentada para el servicio del santuario debía ser “sin defecto” (Éxodo 12:5).  Los sacerdotes debían examinar todos los animales que se traían como sacrificio, y rechazar los defectuosos. Sólo una ofrenda “sin defecto” podía simbolizar la perfecta pureza de Aquel que había de ofrecerse como “cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:19).

El apóstol Pablo señala estos sacrificios como una ilustración de los que los seguidores de Cristo han de llegar a ser. Dice: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1). Hemos de entregarnos al servicio de Dios, y debiéramos tratar de hacer esta ofrenda tan perfecta como sea posible. Dios no quedará satisfecho sino con lo mejor que podamos ofrecerle.  Los que lo aman de todo corazón desearán darle el mejor servicio de su vida, y constantemente tratarán de poner todas las facultades de su ser en perfecta armonía con las leyes que los habilitan para hacer la voluntad de Dios.

Al presentar la ofrenda del incienso el sacerdote se acercaba más directamente a la presencia de Dios que en ningún otro acto de los servicios diarios. Como el velo interior del santuario no llegaba hasta el techo del edificio, la gloria de Dios, que se manifestaba sobre el propiciatorio, era parcialmente visible desde el lugar santo.  Cuando el sacerdote ofrecía incienso ante el Señor, miraba hacia el arca; y mientras ascendía la nube del incienso, la gloria divina descendía sobre el propiciatorio que no podía contemplar, así ahora el pueblo de Dios a de dirigir sus oraciones a Cristo, su gran Sumo Sacerdote quien, invisible para el ojo humano, está intercediendo en su favor en el santuario celestial.

-Continúa en parte 9-

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CRISTO EN SU SANTUARIO-parte 3-

EL SANTUARIO CELESTIAL EN MINIATURA-parte 1-

Mientras Moisés estaba en el monte, Dios le ordenó: “Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Éxodo 25:8); y les dio instrucciones completas para la construcción del tabernáculo.  A causa de su apostasía, los israelitas habían perdido el derecho a la bendición de la presencia divina, y por el momento hicieron imposible la construcción del santuario de Dios entre ellos.  Pero después que le fuera devuelto el favor del Cielo, el gran caudillo procedió a ejecutar la orden divina.

Ciertos hombres escogidos fueron especialmente dotados por Dios con habilidad y sabiduría para la construcción del sagrado edificio.  Dios mismo le dio a Moisés el plano con instrucciones detalladas acerca del tamaño y la forma, así como de los materiales que debían emplearse y de todos los objetos y muebles que había de contener. Los dos lugares santos hechos a mano, habían de ser “figura del verdadero”, “figuras de las cosas celestiales” (Hebreos 9:24, 23), es decir, una representación, en miniatura, del templo celestial donde Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, después de ofrecer su vida como sacrificio, habría de interceder a favor de los pecadores. Dios presentó ante Moisés en el monte una visión del santuario celestial, y le ordenó que hiciera todas las cosas de acuerdo con el modelo que se le había mostrado. Todas estas instrucciones fueron escritas cuidadosamente por Moisés, quien las comunicó a los jefes del pueblo. 

Para la construcción del santuario fue necesario hacer grandes  y costosos preparativos; hacía falta gran cantidad de los materiales más preciosos y caros; no obstante, el Señor sólo aceptó ofrendas voluntarias. “Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda” (Éxodo 25:2). Tal fue la orden divina que Moisés repitió a la congregación. La devoción a Dios y un espíritu de sacrificio fueron los primeros requisitos para construir la morada del Altísimo.

Todo el pueblo respondió unánimemente. “Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra del tabernáculo de reunión y para toda su obra, y para las sagradas vestiduras. Vinieron así hombres como mujeres, todos los voluntarios de corazón, y trajeron cadenas y zarcillos, anillos y brazaletes y toda clase de joyas de oro; y todos presentaban ofrenda de oro a Jehová».

“Todo hombre que tenía azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, o pieles de tejones, lo traía.  Todo el que ofrecía ofrenda de plata o de bronce traía a Jehová la ofrenda; y todo el que tenía madera de acacia la traía para toda la obra del servicio.

“Además todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: azul, púrpura, carmesí, o lino fino.  Y todas las mujeres cuyo corazón las impulsó en sabiduría hilaron pelo de cabra.

 “Los príncipes trajeron piedras de ónice, y las piedras de los engastes para el efod y el pectoral, y las especias aromáticas y el aceite para el alumbrado, y para el aceite de la unción, y para el incienso aromático” (Éxodo 35:21-28).

Mientras se llevaba a cabo la construcción del santuario, el pueblo, fuesen ancianos o jóvenes, adultos, mujeres o niños, continuaron trayendo sus ofrendas hasta que los encargados de la obra vieron que ya tenían lo suficiente, y aún más de lo que podrían usar. Y Moisés hizo proclamar por todo el campamento: “Ningún hombre ni mujer haga más para la ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más” (Éxodo 36:6).

-Continúa en parte 4-

 

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DIOS EL HIJO –décima parte-

EL SACERDOCIO CELESTIAL DE CRISTO: EL MINISTERIO SACERDOTAL QUE JESÚS COMENZÓ EN ESTE MUNDO, SE COMPLETA EN EL CIELO. LA HUMILLACIÓN QUE CRISTO SUFRIÓ EN ESTE MUNDO COMO EL SIERVO SUFRIENTE DE DIOS, LO CALIFICÓ PARA SER NUESTRO SUMO SACERDOTE EN EL CIELO (HEB.2:17, 18;  4:15;  5:2).  La profecía revela que el Mesías sería sacerdote en el trono de Dios (Zac.6:13). Después de su resurrección, el Cristo humillado fue exaltado. AHORA NUESTRO SUMO SACERDOTE SE SIENTA “A LA DIESTRA DEL TRONO DE SU MAJESTAD EN LOS CIELOS” MINISTRANDO EN EL SANTUARIO CELESTIAL (HEB. 8: 1,2; VÉASE CAP.1:3; 9:24).

 Cristo comenzó su obra intercesora inmediatamente después su ascensión. La nube de incienso que asciende en el lugar santo del Templo tipifica los méritos, las oraciones y la justicia de Cristo, que hacen que nuestro culto y nuestras oraciones sean aceptables a Dios. El incienso podía ofrecerse únicamente colocándolo sobre los carbones ardientes tomados del altar de los sacrificios, lo cuál revela que existe una íntima conexión entre la intercesión y el sacrificio expiatorio del altar. De este modo, la obra intercesora de Cristo se funda en los méritos de su completo sacrificio expiatorio. JESÚS “PUEDE TAMBIÉN SALVAR PERPETUAMENTE A LOS QUE POR EL SE ACERCAN A DIOS, VIVIENDO SIEMPRE PARA INTERCEDER POR ELLOS” (Heb.7:25).

CRISTO EL REY: DIOS “ESTABLECIÓ EN LOS CIELOS SU TRONO, Y SU REINO DOMINA SOBRE TODOS” (Sal.103:19) ES DE POR SÍ EVIDENTE QUE EL HIJO DE DIOS, EN SU CALIDAD DE MIEMBRO DE LA DEIDAD, COMPARTE EL GOBIERNO DIVINO SOBRE TODO EL UNIVERSO. CRISTO, COMO EL DIOS-HOMBRE, EJERCE SU AUTORIDAD REAL SOBRE LOS QUE LE HAN ACEPTADO COMO SEÑOR Y SALVADOR: “TU TRONO, OH DIOS, ES ETERNO Y PARA SIEMPRE; CETRO DE JUSTICIA ES EL CETRO DE TU REINO” (SAL.45:6; HEB.1:8, 9). EL NOMBRE DEL REY QUE OCUPARÍA EL TRONO DE DAVID ES JEHOVÁ, JUSTICIA NUESTRA” (JER.23:5,6). SU GOBIERNO ES ÚNICO, POR CUANTO FUNCIONA EN EL TRONO CELESTIAL TANTO EN CALIDAD DE SACERDOTE COMO DE REY (ZAC.6:13). A LA VIRGEN MARÍA, EL ÁNGEL GABRIEL LE ANUNCIÓ QUE JESÚS HABÍA DE SER ESE GOBERNANTE MESIÁNICO, DICIENDO:REINARÁ SOBRE LA CASA DE JACOB PARA SIEMPRE Y SU REINO NO TENDRÁ FIN” (LUC.1:33).SE DESCRIBE SU CALIDAD DE REY POR MEDIO DE DOS TRONOS, QUE SIMBOLIZAN SUS DOS REINOS. EL “TRONO DE LA GRACIA” (HEB.4:16) REPRESENTA EL REINO DE LA GRACIA;  SU “TRONO DE GLORIA” (MAT.25:31) REPRESENTA EL REINO DE LA GLORIA.

EL REINO DE LA GRACIA: En cuanto el primer ser humano pecó, se instituyó el reino de la gracia. Pasó a existir gracias a la promesa de Dios. Por fe, los hombres podrían llegar a ser ciudadanos en  El. Pero no fue establecido plenamente sino hasta la muerte de Cristo. Cuando el Salvador exclamó en la cruz: Consumado es”, se cumplieron los requisitos del plan de redención y se ratificó el nuevo pacto (Heb.9:15-18). La proclamación que hizo Jesús:”El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado” (Mar.1:15) constituía una referencia directa al reino de gracia que pronto sería establecido por su muerte. Este reino, fundado sobre la obra de la redención, y no sobre la Creación, recibe a sus ciudadanos a través de la regeneración, es decir, el nuevo nacimiento. Jesús decreto:EL QUE NO NACIERE DE AGUA Y DEL ESPIRITU, NO PUEDE ENTRAR EN EL REINO DE DIOS” (Juan3:5 véase vers. 3).

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DOCTRINA DE LA SALVACION

EL TEMA CENTRAL ¿CUÁL ES EL TEMA CENTRAL?

EL GOBIERNO Y LA LEY DE DIOS. La ley moral de Dios es tan esencial para la existencia de su universo como lo son las leyes físicas que le dieron origen y lo mantienen funcionando. El pecado es la transgresión de la ley” (1Juan 3:4), oilegalidad”, como lo indica la palabra griega anomia. La ilegalidad brota del rechazo de Dios y su gobierno. En vez de aceptar la responsabilidad por la ilegalidad que reina en el mundo, Satanás le echa la culpa a Dios. Afirma que la ley de Dios, que según él, es arbitraria, estorba la libertad individual. Además -afirma Satanás- por cuánto es imposible obedecerla, sus efectos son contrarios a los mejores intereses de los seres creados. Por medio de sus constantes e insidiosos intentos de socavar la ley, Satanás procura echar por tierra el gobierno de Dios y aún derrocar a Dios mismo.

CRISTO Y LA OBEDIENCIA. Las tentaciones que Cristo debió afrontar durante su ministerio terrenal, revelaron cuán seria es la controversia acerca de la obediencia y la entrega a la voluntad de Dios. Al enfrentar esas tentaciones, lo cuál lo preparó para venir a ser misericordioso y fiel Sumo Sacerdote” (Heb.2:17), entró en combate singular con un enemigo mortal. Pero la mayor prioridad de Cristo consistía en vivir por la Palabra de su Padre.

CONFRONTACION EN EL CALVARIO. Esta controversia cósmica adquiere su enfoque más claro en el Calvario. Satanás intensificó sus esfuerzos por hacer abortar la misión de Jesús, a medida que se acercaba el tiempo de su culminación. Satanás tuvo especial éxito en usar a los dirigentes religiosos de ese tiempo, cuyos celos de la popularidad de Cristo causaron tanta dificultad que el Salvador se vio obligado a terminar su ministerio público (Juan 12:45-54).

 Por la traición de uno de sus discípulos, Jesús fue arrestado, enjuiciado y condenado a muerte. Guardando absoluta obediencia a la voluntad de su Padre, Jesús se mantuvo fiel hasta la muerte. Al referirse a la cruz, Cristo dijo: Ahora el príncipe de este mundo  será echado fuera” (Juan 12:31); “el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado” (Juan 16:11). La controversia cósmica llegó a su punto culminante en la cruz. El amor y la fidelidad obediente de Cristo que se demostraron allí, a pesar de la crueldad de Satanás, destruyeron la base de la posición de Satanás, asegurando así su eventual caída definitiva.

CONTROVERSIA ACERCA DE LA VERDAD COMO ES EN JESUS: En nuestros días, la gran controversia se libra con furia en torno a Cristo y las Escrituras. Se han desarrollado formas de interpretación bíblica que dejan poco o ningún lugar para la revelación divina. Se trata a la Escritura como si fuera igual a cualquier documento antiguo, y se la analiza con la misma metodología crítica. Un numero creciente de cristianos, incluso teólogos, ya no consideran que las Escrituras son la Palabra de Dios, la revelación  infalible de su voluntad. En consecuencia, han llegado  a dudar de la validez de la posición bíblica con respecto a la persona de Jesucristo; su naturaleza, su nacimiento virginal, sus milagros y su resurrección, son ampliamente debatidos.

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