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DOS=UNO-El CONCEPTO DE UNIDAD-parte 51-

MISTERIOS SUPREMOS REVELADOS-parte 2-

 

El misterio o secreto no es otra cosa que un despliegue de la variedad de ideas referentes a la fusión o amalgama, pretendiendo que proporciona a los que lo practican, todas las funciones de la Divinidad: inmortalidad, armonía, paz, autocontrol, sanidad, poder, penetración y conocimiento supremo.

Satán utiliza toda avenida posible y adapta constantemente su estrategia para conseguir su objetivo DE CAMBIAR LA LEY DE DIOS O REBELARSE CONTRA ELLA.

El mal, disfrazado con frecuencia de virtud, se nos pinta en la Biblia como revestido de:

“PURPURA Y ESCARLATA, ADORNADO DE ORO Y PIEDRAS PRECIOSAS Y PERLAS, CON UNA COPA DE ORO EN LA MANO; PERO ES UNA RAMERA, CABALGANDO EN UNA BESTIA, LLENA DE NOMBRES DE BLASFEMIA, LA COPA LLENA DE ABOMINACIONES E INMUNDICIAS DE SU FORNICACIÓN, LLAMADA MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERA Y ABOMINACIONES DE LA TIERRA”.(APOC.17:1-5) 

Todos estos términos son equivalentes a una mezcla y uniones fraudulentas y en consecuencia desenmascaradas por la revelación de Dios como FALSOS.

El poder engañoso de Satán ha dado lugar a multiplicidad de errores que oscurecen la verdad.  El error no puede permanecer por sí solo, y se habría extinguido, si no se agarrase, como un parásito, al árbol de la verdad. El árbol de la verdad lleva su propio espíritu auténtico, mostrando su verdadero origen y naturaleza. El parásito del error lleva también su propio fruto, muy diferente del de la planta de origen divino.

La Mitología quisiera que  consideráramos que Satán en un personaje grotesco, con pezuñas y cuernos.  La Biblia nos lo presenta disimulado como un engañador:”el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz”. (2 Cor.11:14)  Es un hecho casi desconocido, aunque no menos peligroso, que el mal raramente aparece por lo que realmente es. Agazapándose detrás de la verdad o escudándose en la misma, consigue aceptación.

El mal no es como algunos dicen una simple ilusión.  Más bien lo que ocurre es que el mal crea una ilusión opuesta a la verdad, y con todo dice ser la verdad.

“¡AY DE LOS QUE AL MAL LLAMAN BIEN, Y AL BIEN MAL; QUE HACEN DE LA LUZ TINIEBLAS, Y DE LA TINIEBLAS LUZ; QUE PONEN LO AMARGO POR DULCE, Y LO DULCE POR AMARGO!”  (Isaías 5:20)

¿Cuál es el misterio de la PIEDAD?  Si Dios es vida, amor y verdad, sin esconder nada de lo que mantienen estos eternos principios, debe afectar a una actividad de Dios, única notable, explicable, pero insondable en lo que se refiere al modo como trata la rebelión.

“DÁNDONOS A CONOCER EL MISTERIO DE SU VOLUNTAD SEGÚN SU BENEPLÁCITO, EL CUAL SE HABÍA PROPUESTO EN SI MISMO, CON MIRAS A RESTAURAR TODAS LAS COSAS EN CRISTO, EN CUMPLIMIENTO DE LOS TIEMPOS, TANTO LAS QUE ESTÁN EN LOS CIELOS, COMO LAS QUE ESTÁN EN LA TIERRA” (EFESIOS 1:9,10)

Continúa en parte 52

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 29-

LOS DOS MISTERIOS -parte 3-

EL MISTERIO DE LA PIEDAD-parte 1-

Mientras que el misterio de iniquidad se destaca por un espíritu de orgullo y exaltación, el misterio de la piedad se distingue por la abnegación y la humildad. “Dios fue manifestado en carne”, dice el apóstol Pablo al describir el misterio de la piedad.  Ahora bien, entre los paganos era muy común pensar que los hombres de renombre en vida, se convirtieran en dioses después de la muerte.  Pero que un dios llegara a ser hombre, era para ellos una locura, un concepto absurdo (1 Corintios 1:23).

¿Por qué un dios iba a tener que rebajarse y humillarse así? En los días de Daniel, cuando los sabios de Babilonia no  pudieron decirle al rey Nabucodonosor el sueño que había tenido, se quejaron de que el rey pedía algo injusto pues sólo los dioses “cuya morada no es con la carne” (Daniel 2:11) podían decirle el sueño. En otras palabras los dioses no tenían nada que ver con los que vivían en la carne. Cuán grande el contraste entre este concepto pagano y el cristiano.  En San Juan 1:14 se afirma que aquel Verbo, que era Dios, que tenía todo el poder y la gloria, llegó a ser carne y habitó entre los hombres.

Aún los judíos rehusaron comprender la misión de Cristo porque sus corazones estaban enceguecidos por el espíritu del misterio de iniquidad.  Para ellos, el Mesías debía ser un rey poderoso, glorioso y avasallador, que iba a destruir a los romanos para luego poner a Israel en lo alto, por encima de todas las demás naciones.

Pero Jesús contradijo estas expectaciones.  Cuando vino era como raíz de tierra seca.  No había en El parecer llamativo, ni hermosura, ni atractivo para que lo desearan (ver Isaías 53:2). Por lo tanto llegó a ser piedra de tropiezo para ellos (1 Corintios 1:23).  Ni los judíos ni los romanos podían aceptar que Dios mostrara debilidad; ¡y que muriera era imposible!

Según Filipenses 2:6 aunque Jesús era Dios, no considero la igualdad a Dios como algo a que aferrarse.  Es decir, no reclamó sus derechos como Dios sino que “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:7). No vemos a Cristo reclamando sus propios derechos y luchando por conservar su poder, dignidad y privilegios.  Siempre abogó por los derechos ajenos y por la gloria de su Padre. Podría haber conservado su elevada posición en el cielo, pero escogió descender para servir.

Esta actitud de siervo la vemos ejemplificada en un episodio que ocurrió hacia el final de su ministerio. Los discípulos habían discutido constantemente sobre quién de ellos iba a ser el mayor o más importante en el reino que Cristo iba a establecer (ver Marcos 9:33-34); estaban llenos de orgullo y cada uno quería tener el primer puesto u ocupar el cargo más importante. El jueves de la Semana de la Pasión, después de celebrar la fiesta de Pascua con sus discípulos en el aposento alto, Cristo buscó una palangana con agua, se ciñó con una toalla  y comenzó a lavar los pies de sus discípulos.

¡Increíble, el Rey del cielo y de la tierra lavando los pies de sus seguidores, incluyendo los de Judas, el traidor! Jesús quiso enseñarles a sus discípulos que el espíritu de exaltación es satánico y que el de humillación es divino.

Continúa en parte 30

 

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