LA FUENTE DE CURACION-parte 47
EL HOGAR-parte 2-
LA MADRE- parte 2-
EL EXCESO DE TRABAJO
Hay que velar con cariño por las fuerzas de la madre. En vez de permitir que las malgaste en tareas agotadoras, hay que reducir sus cargas. Muchas veces el esposo desconoce las leyes físicas que el bienestar de su familia exige que conozca. Absorto en la lucha por la vida, o empeñado en labrarse una fortuna y acosado por cuidados y apuros, permite que caigan sobre la esposa cargas que agotan sus fuerzas en el período mas crítico de su vida y le causan debilidad y enfermedad.
En el camino penoso de la vida sepa el marido ir “poco a poco” al paso en que pueda seguirle a su compañera de viaje. En medio del gentío que corre locamente tras el dinero y el poder, aprenda el esposo a medir sus pasos, a confortar y a sostener al ser humano llamado a andar junto a él.
ALEGRIA Y BUEN HUMOR
La madre debe cultivar un genio alegre, contento y feliz. Todo esfuerzo hecho en este sentido será recompensado con creces en el bienestar físico y el carácter moral de sus hijos. Un genio alegre fomentará la felicidad de su familia y mejorará en alto grado su propia salud.
Ayude el marido a su esposa con su simpatía y cariño constante. La bondad y cortesía que le demuestre serán para ella un precioso aliento, y la felicidad que sepa comunicarle allegará gozo y paz a su propio corazón.
El esposo y padre malhumorado, egoísta y autoritario no sólo se hace infeliz, sino que aflige a todos los de la casa. Cosechará lo que sembró, viendo a su mujer desanimada y enfermiza, y a sus hijos contaminados con su propio genio displicente.
Si la madre se ve privada del cuidado y las comodidades que merece, si se le permite que agote sus fuerzas con el recargo de trabajo o con las congojas y tristezas, sus hijos se verán a su vez privados de la fuerza vital, de la flexibilidad mental y del espíritu siempre alegre que hubieran debido heredar. Mucho mejor seria alegrar la vida de la madre, evitarle la penuria, el trabajo cansador y los cuidados deprimentes, a fin de conseguir que los hijos hereden una buena constitución, que les permita pelear las batallas de la vida con sus propias fuerzas.
El carácter, la conducta de los padres y sus métodos de educación deben interpretar las palabras divinas. La influencia de los padres ganará o ahuyentará la confianza de los hijos en las promesas del Señor.
PRIVILEGIO DE LOS PADRES: EDUCAR A SUS HIJOS
Dichosos los padres que hacen que las promesas y los mandamientos de Dios despierten en los hijos gratitud y reverencia. Dichosos los padres cuya ternura, justicia y longanimidad interpreten para el niño el amor, la justicia y la paciencia de Dios, y que al enseñar a sus hijos a amarlos y a confiar en ellos y a obedecerles, les enseñan a amar a su Padre celestial, a confiar en él y a obedecerle. Los padres que hacen a sus hijos semejante dádiva los enriquecen con un tesoro precioso, un tesoro tan duradero como la eternidad.