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Posts Tagged ‘de ira’

LAS PROMESAS DE LA BIBLIA-parte 12-

CODICIA-parte 2-

Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.

Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.  (Tito 3: 3-5)

Entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.  Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.  (Efesios 2:3-6)

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.  (Tito 2:11, 12)

 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.  (Gálatas 5:24)

Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.  (Santiago 1:13, 14)

Los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.  Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.  Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.  (Judas 18-21)

…Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.  Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.  (Gálatas 5:16, 17)

Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.  No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias.

 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.  (Romanos 6: 11, 12, 14)

Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. (2 Pedro 1:4)

  

 

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LA VERDAD ACERCA DE LOS ANGELES-RESPUESTAS FIRMEMENTE BASADAS EN LA PALABRA DE DIOS—parte 47-

LOS ÁNGELES DESDE EL TIEMPO DE LOS JUECES HASTA EL PRIMER REINADO-parte 5-

SAÚL SE ENCUENTRA CON UN ÁNGEL

Saúl permitió que sus impulsos controlaran su juicio hasta que se sumió en una furia de pasión.  Tenía arranques de ira y locura y estaba listo a quitar la vida de cualquiera que se atreviese a oponerse a su voluntad.  Fue el carácter sin tacha de David, y su noble fidelidad, lo que despertó la ira del rey. Veía la vida y el carácter de David como un reproche sobre sí mismo.

Saúl llegó a Rama y se detuvo en el gran pozo de Secú. Preguntó a la gente que venía a buscar agua del pozo donde estaban Samuel y David.  Cuando se le dijo que estaban en Naiot se apresuró a llegar allí.  Pero el ángel del Señor se interpuso y lo controló. 

El Espíritu de Dios descendió sobre él, y comenzó a profetizar, orar y cantar sagradas melodías. Profetizó acerca del Mesías como Redentor del mundo. Cuando llegó a Naiot de Ramá, se despojó de sus vestimentas reales, y pasó el día y la noche junto a Samuel y sus discípulos bajo la influencia del Espíritu divino. (ST)

ENCUENTRO DE SAÚL EN ENDOR Y SU POSTERIOR MUERTE-parte 1-

Otra vez se declaró la guerra entre Israel y los filisteos.  Saúl sabía que David y su fuerza estaban con los filisteos, y pensó que el hijo de Isaí aprovecharía esta oportunidad para vengarse de los agravios que había recibido.  El rey estaba muy angustiado.

Al día siguiente, Saúl debía entablar batalla con los filisteos. Le rodeaban las oscuras sombras de la destrucción inminente; anhelaba tener ayuda y dirección.  Pero era en vano que buscara el consejo de Dios.  “Pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas”. (1 Sam.28:6)

Dijo entonces Saúl a sus siervos: “Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella, y por medio de ella pregunte” (1 Sam.28:7). Se le dijo al rey que una mujer que tenía espíritu de adivinación vivía oculta en Endor.  Esta mujer había pactado con Satanás entregarse por completo a su dominio y cumplir sus propósitos; y en cambio, el príncipe del mal hacia milagros para ella, y le revelaba cosas secretas.

Disfrazándose, Saúl salió protegido por las sombras de la noche con dos acompañantes, para buscar el retiro de la pitonisa. Bajo la protección de las tinieblas nocturnas, Saúl y sus asistentes avanzaron a través de la llanura, y dejando sin tropiezo a un lado a la hueste filistea, cruzaron la montaña para llegar al solitario domicilio de la pitonisa de Endor.

Después de practicar sus encantamientos, ella le dijo: “He visto dioses que suben de la tierra…Un hombre anciano viene, cubierto de un manto.  Saúl entonces entendió que era Samuel…”

No fue el santo profeta de Dios el que vino, evocado por los encantamientos de la pitonisa.  Samuel no estuvo presente en aquella guarida de los espíritus malos.  Aquella aparición sobrenatural fue producida solamente por el poder de Satanás.  (PP-731-734).

Las primeras palabras de la mujer cuando estuvo bajo la influencia de su encantamiento se dirigieron al rey: “¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl” (1 Sam.28:13).  De modo que el primer acto del espíritu malo que se presentó como el profeta consistió en comunicarse secretamente con esta mujer impía, para advertirla de cómo se la había engañado. 

El mensaje que el profeta fingido le dio a Saúl fue: “¿Por qué me has inquietado  haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por ésto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer” (1 Sam.28:15).

Continúa en parte 48

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 11-

LA ESTRELLA REBELDE  -parte 4-

Hay varias cosas que podemos saber a ciencia cierta en cuanto a Lucifer:

7. Cuando Adán y Eva pecaron, desobedecieron el mandato explícito de Dios. Su pecado era inexcusable.  Dios había prometido que la consecuencia de dicho acto iba a ser la muerte.  Es más, Dios afirmó que el mismo día que comieran del árbol iban a morir (Génesis 2:17). Entonces, ¿por qué no murieron ese mismo día?  Próximamente estudiaremos esta pregunta, pero antes debemos aclarar algunos puntos importantes.

Dios estaba obligado a castigar el pecado de Adán y Eva con la muerte, pues había dicho: “El día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Romanos 6:23 afirma: “La paga del pecado es muerte”. La justicia y la veracidad de Dios exigían la muerte de Adán y Eva, pero su amor y misericordia querían salvarlos.  Aparentemente había una discordia irreconciliable entre la justicia y la misericordia de Dios. ¿Cómo podía Dios castigar el pecado y al mismo tiempo salvar al pecador?

Estudiaremos el maravilloso plan que Dios puso en práctica para reconciliar su amor y su justicia, pero antes debemos entender que el virus mortal del pecado no afectó tan sólo a nuestros primeros padres. La infección se extendió también a todos sus descendientes.  Según la Biblia, todos nacemos en este mundo a imagen de Adán que pecó (Génesis 5:1-3) Recibimos de él una naturaleza pecaminosa, inclinada hacia el mal, desviada hacia el pecado.  El hombre nace egoísta, enemistado contra Dios, rebelde, lleno de suficiencia propia.

Tiene una tendencia hacia el pecado que por sí mismo no puede resistir. Efesios 2:3-4 afirma que somos por naturaleza hijos de ira y en Salmo 51:5 se nos dice que somos concebidos en pecado.  Debe quedar algo claro que no somos culpables del pecado que cometió Adán, pero si heredamos sus consecuencias.  El salmista David dice que el hombre es rebelde desde el momento de su concepción (Salmo 58:3).  Con el transcurso del tiempo la naturaleza pecaminosa que recibimos de Adán nos lleva a cometer actos de pecado.  Es decir, heredamos de Adán una naturaleza pecaminosa que no puede sino pecar. Toda  la raza humana está bajo sentencia de muerte, pues en Adán todos mueren (1 Corintios 15:22).  El apóstol Pablo afirma: “No hay justo, ni aún uno…Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:10,23).

Todos nacemos en este mundo perdidos y condenados a muerte, y lo peor es que no podemos por nosotros mismos cambiar nuestra condición ni nuestra sentencia. El profeta Jeremías pregunta: “Mudará el etíope  su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal? (Jeremías 13:23).

El pecado del hombre pareció poner en aprietos a Dios. Satanás lo desafió: “Si no castigas al hombre con la muerte, eres un mentiroso pues has dicho, ‘el alma que pecare esa morirá’.  Por otro lado, si castigas al hombre con muerte eterna por su pecado, no lo amas pues un Dios de amor no haría tal cosa” ¿Qué podía hacer Dios para disipar las tenebrosas sombras que cubrían al planeta Tierra? ¡Había un plan!

LA HUMILDAD DE DIOS

Continúa en parte 12

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