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Posts Tagged ‘ceremonias’

CRISTO EN SU SANTUARIO-parte 15-

EL EVANGELIO EN LOS SÍMBOLOS Y LA REALIDAD-parte 2-

DIOS MANIFIESTA SU ACEPTACION

El coro sagrado elevó sus voces en alabanza a Dios, y la melodía de sus cantos fue acompañada por toda clase de instrumentos musicales.  Y mientras en los atrios del templo resonaba la alabanza, la nube de la gloria de Dios tomó posesión de la casa, como anteriormente había llenado el tabernáculo del desierto. “Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová. Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová” (1 Reyes 8:10, 11).

Así como el santuario terrenal edificado por Moisés de acuerdo con el modelo que se le mostró en el monte, el templo de Salomón, con todos sus servicios, era un “símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios”, sus dos compartimientos sagrados eran “figura y sombra de las cosas celestiales”; Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote es un “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre” (Heb.8:2)  (Review and Herald).

Todo el sistema de los tipos y símbolos era una profecía resumida del Evangelio, un medio por el cual se presentaban las promesas de la redención (Los Hechos de los Apóstoles-pág.13).

SE PERDIO DE VISTA LA REALIDAD

El Señor Jesús era el fundamento de todo el sistema judaico. Su imponente ritual era divinamente ordenado.  El propósito de él era enseñar a la gente que en el tiempo prefijado vendría Aquel a quien señalaban esas ceremonias (Palabras de Vida del Gran Maestro-pág. 17).

Al apartarse de Dios, los judíos perdieron de vista mucho de los que enseñaba el ritual. Este ritual había sido instituido por Cristo mismo. En todos sus aspectos, era un símbolo de El; y había estado lleno de vitalidad y hermosura espiritual.  Pero los judíos perdieron la vida espiritual de sus ceremonias, y se aferraron a las formas muertas. Confiaban en los sacrificios y los ritos mismos, en vez de confiar en Aquel a quien éstos señalaban. A fin de reemplazar lo que habían perdido, los sacerdotes y rabinos multiplicaron los requerimientos de su invención; y cuanto más rígidos se volvían, tanto menos del amor de Dios manifestaban (El Deseado de Todas las Gentes-pág.21).

EL SERVICIO DEL TEMPLO PERDIO SU SIGNIFICADO-parte 1-

Cristo era el fundamento y la vida del templo. Sus servicios eran típicos del sacrificio del Hijo de Dios. El sacerdocio había sido establecido para representar el carácter y la obra mediadora de Cristo. Todo el plan del culto de los sacrificios era una predicción de la muerte del Salvador para redimir al mundo.  No habría eficacia en estas ofrendas cuando el gran suceso al cual señalaran durante siglos fuese consumado.

Puesto que toda la economía ritual simbolizaba a Cristo, no tenía valor sin El.  Cuando los judíos sellaron su decisión de rechazar a Cristo entregándolo a la muerte, rechazaron todo lo que daba significado al templo y sus ceremonias.  Su carácter sagrado desapareció.  Quedó condenado a la destrucción.  Desde ese día los sacrificios rituales y las ceremonias relacionadas con ellos dejaron de tener significado.  Como la ofrenda de Caín, no expresaban fe en el Salvador. Al dar muerte a Cristo los judíos destruyeron virtualmente su templo.  Cuando Cristo fue crucificado, el velo interior del templo se rasgó en dos desde arriba hacia abajo, indicando que el gran sacrificio final había sido hecho, y que el sistema de los sacrificios rituales había terminado para siempre.

-Continúa en parte 16-

 

 

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CRISTO EN SU SANTUARIO-parte 10-

EL SANTUARIO CELESTIAL EN MINIATURA-parte 8-

EL SERVICIO DEL SANTUARIO-parte 3-

La parte más importante del servicio diario era la que se realizaba a favor de los individuos. El pecador arrepentido traía su ofrenda a la puerta del tabernáculo, y colocando la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados; así, en un sentido figurado, los trasladaba de su propia persona a la víctima inocente. Con su propia mano mataba entonces al animal, y el sacerdote llevaba la sangre al lugar santo y la rociaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la ley que el pecador había violado.  Con esta ceremonia y en un sentido simbólico, el pecado era trasladado al santuario por medio de la sangre.  En algunos casos no se llevaba la sangre al lugar santo, sino que el sacerdote debía comer la carne, tal como Moisés ordenó a los hijos de Aarón, diciéndoles: “La dio él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación” (Lev.10: 17)*. Las dos ceremonias simbolizaban igualmente el traslado del pecado del hombre arrepentido al santuario.

Tal era la obra que se hacía diariamente durante todo el año.  Con el traslado de los pecados de Israel al santuario, los lugares santos quedaban manchados, y se hacía necesaria una obra especial para quitar de allí esos pecados. Dios ordenó que se hiciera expiación por cada una de las sagradas divisiones lo mismo que por el altar.  Así “lo limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel” (Lev. 16:19).

*NOTA: Cuando el sacerdote presentaba una ofrenda por el pecado y por toda la congregación, se llevaba la sangre al lugar santo, se la asperjaba delante del velo y se la ponía sobre los cuernos del altar de oro. El sebo era consumido sobre el altar de holocaustos que estaba en el atrio, pero el cuerpo de la víctima era quemado afuera del campamento.  (Lev.4:1-21).

Sin embargo, cuando la ofrenda era por un gobernante o por uno del pueblo, la sangre no se llevaba al lugar santo, sino que el sacerdote comía la carne como el Señor le indicó a Moisés (véase Lev. 6:26; 4:22-35).

De ese modo, “Los pecados de la gente eran transferidos simbólicamente al sacerdote oficiante, que era el mediador del pueblo.  El sacerdote no podía por sí mismo convertirse en ofrenda por el pecado y expiarlo por medio de su vida, porque también era pecador.  Por tanto, en vez de sufrir el mismo la muerte, sacrificaba un cordero sin defecto.  El castigo del pecado era transferido al animal inocente, que así llegaba a ser su sustituto inmediato y simbolizaba la perfecta ofrenda de Jesucristo.  Mediante la sangre de esta víctima, el hombre veía por fe en el porvenir la sangre de Cristo que expiaría los pecados del mundo”(Elena White-Mensajes Selectos, tomo 1, pág.270).

EL DÍA DE LA EXPIACIÓN

-Continúa en parte 11-

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