MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 125-
LA IRA. Palabras duras hieren el corazón mediante el oído, despiertan las peores pasiones del alma y tientan a hombres y mujeres a violar los Mandamientos de Dios. –parte 2-
IMPACIENCIA PRODUCE UNA COSECHA FUNESTA: ¡Cuánto daño producen en el círculo familiar las palabras impacientes, pues una expresión de impaciencia de parte de uno de los miembros induce a otro a contestar de la misma manera y con el mismo espíritu!
Luego vienen las palabras de represalia, y las de justificación propia, con las que se fragua un yugo pesado y amargo para nuestra cerviz; porque todas esas palabras acerbas volverán a nuestra alma en funesta cosecha.
Palabras duras hieren el corazón mediante el oído, despiertan las peores pasiones del alma y tientan a hombres y mujeres a violar los Mandamientos de Dios. Las palabras son como semillas implantadas.
Entre los miembros de muchas familias se sigue el hábito de hablar con descuido, o para atormentar a otros, y la costumbre de decir palabras duras se fortalece a medida que se cede a ella.
Así se dicen muchas cosas objetables que concuerdan con el espíritu de Satanás, y no con el de Dios. Las quemantes palabras de ira no debieran ser pronunciadas, porque delante de Dios y de los santos ángeles son como una especie de blasfemia.
LOS TRES PRIMEROS AÑOS DE VIDA DEL NIÑO: Permítase que el egoísmo, la ira y la terquedad sigan su curso durante los primeros tres años de la vida de un niño, y será difícil ayudarlo a someterse a una disciplina saludable. Su disposición ha llegado a ser descontenta, su deleite es hacer su propia voluntad y el control paterno le resulta desagradable.
Estas malas tendencias crecen con el desarrollo del niño, hasta que en la virilidad el egoísmo supremo y una falta de autocontrol lo colocan a merced de los males que corren a rienda suelta en nuestro mundo.
NO DISCIPLINEMOS CUANDO ESTEMOS ENOJADOS: Dios considera con ternura a los niños. Quiere que ganen victorias cada día. Tratemos que los niños sean vencedores. No permitamos que las ofensas dirigidas hacia ellos provengan de los miembros de su propia familia.
No permitamos que nuestras acciones y palabras sean de tal naturaleza que provoque a ira a nuestros hijos. Deben ser fielmente disciplinados y corregidos cuando hacen algo malo, pero no lo hagamos nunca cuando estemos enojados.
Un padre cede a la ira delante de su hijo, y después se pregunta por que es tan difícil controlarlo. Pero, ¿qué podría esperar? Los niños son traídos para imitar, y no hacen sino poner en práctica las lecciones que les enseñaron sus padres mediante las explosiones de ira.
Nunca castigue a su hijo cuando está enojado. Corregirlo de esa manera equivale a cometer dos errores al tratar de reparar uno. Postergue el castigo hasta que haya hablado con usted mismo y con Dios. Pídale a Dios sabiduría para tratar con su hijo descarriado de manera que pueda acercarlo a Ud. y a su Padre Celestial.
LAS EMOCIONES VIOLENTAS PONEN LA VIDA EN PELIGRO: Muchos mueren víctimas de una explosión de rabia y pasión. Muchos se adiestran para caer en esas explosiones. Lo podrían impedir si quisieran, pero eso requiere fuerza de voluntad para contrarrestar una conducta equivocada.
Todo esto debe ser parte de la educación que recibimos, porque somos propiedad de Dios. El sagrado templo de nuestro cuerpo debe mantenerse puro y sin contaminación para que el Espíritu Santo de Dios more en él. (Elena White)
Continúa en parte 126
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