MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 102-
LA COMUNICACIÓN. Hay más de un alma valiente, en el conflicto con las potencias del mal. No la desalentemos en su dura lucha. Alegrémosla con palabras de valor, ricas en esperanza que la impulsen por su camino.–parte 2-
EN PROCURA DE SIMPATÍA HUMANA: Cuando la conversación es de carácter frívolo y es una desasosegada búsqueda de simpatía y aprecio humano, brota de un sentimentalismo amoroso enfermizo, y ni los jóvenes ni los hombres maduros están seguros. Cuando la verdad de Dios sea un principio permanente en el corazón, se asemejará a una fuente viva.
Pueden hacerse tentativas para reprimirla, pero brotará en otro lugar. Si está en el corazón no puede ser reprimida. Cuando la verdad está en el corazón es un manantial de vida. Refresca a los cansados, y refrena los pensamientos y las palabras viles.
NUNCA PRONUNCIEMOS PALABRAS DE DUDA: Todos tenemos pruebas, aflicciones duras que sobrellevar y tentaciones fuertes que resistir. Llevemos todo a Dios en oración. Tengamos por regla no proferir palabras de duda o desaliento. Si hablamos palabras de gozo y esperanza, podremos hacer mucho más para alumbrar el camino de otros y fortalecer sus esfuerzos.
NUESTRAS PALABRAS EJERCEN INFLUENCIA SOBRE NOSOTROS: Las palabras son más que un indicio del carácter; tienen poder para influir sobre el carácter. Los hombres sufren la influencia de sus propias palabras. Con frecuencia, bajo un impulso momentáneo, provocado por Satanás, expresan celos o malas sospechas, dicen algo que no creen en realidad; pero la expresión reacciona sobre los pensamientos.
Son engañados por sus palabras, y llegan a creer como verdad lo que dijeron por instigación de Satanás. Habiendo expresado una vez una opinión o decisión, son con frecuencia, demasiado orgullosos para retractarse, y tratan de demostrar que tienen razón, hasta que llegan a creer que realmente la tienen. Es peligroso pronunciar una palabra de duda, y poner en tela de juicio y criticar la verdad divina.
La costumbre de hacer críticas descuidadas e irreverentes influye sobre el carácter y fomenta irreverencia e incredulidad. Más de un hombre que seguía esta costumbre ha proseguido, inconsciente del peligro, hasta que estuvo dispuesto a criticar y rechazar la obra del Espíritu Santo.
LOS REPROCHES REACCIONAN SOBRE NOSOTROS MISMOS: Las palabras de reproche influyen sobre nuestras propias almas. El adiestramiento de la lengua debería comenzar con nosotros personalmente. No hablemos mal de nadie.
PRONUNCIEMOS PALABRAS DE VALOR Y ESPERANZA: Hay más de un alma valiente, acosada en extremo por la tentación, casi a punto de desmayar en el conflicto que sostiene consigo misma y con las potencias del mal. No la desalentemos en su dura lucha. Alegrémosla con palabras de valor, ricas en esperanza que la impulsen por su camino. De este modo la luz de Cristo resplandecerá de nosotros.
“Ninguno de nosotros vive para sí” (Rom.14:7)
Por nuestra influencia inconsciente pueden los demás ser alentados y fortalecidos, o desanimados y apartados de Cristo y de la Verdad.
PEQUEÑOS ACTOS DE CORTESIA Y PALABRAS AFECTUOSAS: Son las pequeñas atenciones, los numerosos incidentes cotidianos y las sencillas cortesías, las que constituyen la suma de la felicidad en la vida; y el descuido manifestado al no pronunciar palabras bondadosas, afectuosas y alentadoras ni poner en práctica las pequeñas cortesías, es lo que contribuye a formar la suma de la miseria de la vida.
Se encontrará al fin que el haberse negado a sí mismo para bien y felicidad de los que nos rodean, constituye una gran parte de lo que se registra en el cielo acerca de la vida. Se descubrirá también el hecho de que preocuparse de sí mismo, sin tener en cuenta el bien o la felicidad de los demás, no deja de ser notado por nuestro Padre celestial. (Elena White)
Continúa en parte 103
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