LA FUENTE DE CURACION-parte 52-
El HOGAR-parte 7-
RESPONSABILIDAD DEL PADRE
El esposo y padre es cabeza de la familia. Es justo que la esposa busque en él amor, simpatía y ayuda para la educación de los hijos, pues son de él tanto como de ella, y él tiene tanto interés como ella en el bienestar de ellos. Los hijos buscan sostén y dirección en el padre, quien necesita tener un concepto correcto de la vida y de las influencias y compañías que han de rodear a su familia. Ante todo, debería ser dirigido por el amor y temor de Dios y por las enseñanzas de la Palabra divina, para poder encaminar los pasos de sus hijos por la buena senda.
El padre es el legislador de su familia. Dios le dijo a Abrahán, que debía hacer de la ley de Dios la regla de su hogar. “YO LO HE CONOCIDO, SE QUE MANDARA A SUS HIJOS Y A SU CASA” (Gen.18:19) En la casa del patriarca no habría descuido culpable en cuanto a reprimir el mal. Dios ha dado reglas. No se debe permitir que los niños se aparten de la senda segura trazada en la Palabra de Dios, para ir por los caminos peligrosos que existen por doquiera. Hay que refrenar sus malos deseos y reprimir sus malas inclinaciones bondadosamente, pero con firmeza, perseverancia y oración.
El padre debe hacer que rijan en su familia las virtudes más austeras: la energía, la integridad, la honradez, la paciencia, la diligencia y el sentido práctico. Y lo que exija de sus hijos debe practicarlo él mismo, dando ejemplo de dichas virtudes con su comportamiento.
Los padres no deben desalentar a sus hijos, combinando el cariño con la autoridad, la bondad y la simpatía con la firme represión. Dedíquenles tiempo, intimen con ellos, asóciense con ellos en sus trabajos y juegos, y ganarán su confianza. Cultiven la amistad. De ese modo ejercerán sobre ellos una poderosa influencia para el bien.
El padre debe hacer cuanto está de su parte por la felicidad del hogar. Cualesquiera que sean los cuidados o perplejidades que le ocasionen sus negocios, no deben permitir que arrojen sombra sobre su familia; deben volver a casa siempre con la sonrisa y buenas palabras.
Por la mañana, antes de irse a su trabajo, reúna el padre a sus hijos en torno suyo, y postrados ante Dios, encomiéndelos al cuidado del Padre celestial. Cuando hayan pasado los afanes del día, vuélvase a reunir la familia en oración de acción de gracias, Para reconocer el cuidado divino del cuál fue objeto durante el día.
Padres y madres. Por muy urgentes que sean sus ocupaciones, no dejen nunca de reunir a su familia en torno a Dios. Pidan el amparo de los santos ángeles para vuestra casa. La senda de los jóvenes y viejos está sembrada de molestias cotidianas. Quienes quieren llevar una vida de paciencia, amor y gozo, han de orar.
Cada uno de los esposos, procure la felicidad de su cónyuge. Debe haber completa confianza entre los esposos. Ambos deben hacer frente a sus responsabilidades. Juntos deben trabajar por el mayor bien de sus hijos. Jamás deben en presencia de éstos, criticar el uno los planes del otro ni poner en tela de juicio el criterio del otro. Padres, demuestren a sus hijos que los aman y que quieren hacer cuanto puedan para asegurar su felicidad.
Gobiernen a sus hijos con ternura y compasión, teniendo siempre presente que “SUS ÁNGELES EN LOS CIELOS VEN SIEMPRE LA FAZ DE MI PADRE QUE ESTA EN LOS CIELOS” (Mat.18:10) Si quieren que los ángeles desempeñen a favor de sus hijos el ministerio que Dios les ha encomendado, cooperad con ellos haciendo vuestra parte.
Criados bajo la prudente y amante dirección de un hogar verdadero, los hijos no abrigaran deseos de ir a buscar en otra parte placer y compañía. El mal no tendrá atractivo para ellos. El espíritu prevaleciente en el hogar amoldará su carácter; contraerán hábitos y adoptarán principios que serán para ellos amparo seguro contra la tentación cuando tengan que alejarse del hogar y ocupar su puesto en el mundo. Tanto los hijos como los padres tienen importantes deberes que cumplir en el hogar. Se les ha de enseñar a los primeros que también forman parte de la sociedad del hogar. Se les da de comer, se les viste, se les ama y se les cuida; y ellos a su vez deben corresponder a todos estos favores compartiendo las responsabilidades domésticas y proporcionando toda la felicidad posible a su familia.
Los niños se sienten a veces tentados a irritarse bajo la restricción; pero en la vida adulta bendecirán a sus padres por el solícito cuidado y la estricta vigilancia con que los guardaron y guiaron en sus años de inexperiencia.
EN EL HOGAR DEBEN CONVIVIR LA ALEGRÍA, LA CORTESÍA Y EL AMOR; Y DONDE RESIDEN ESTAS VIRTUDES HABRÁ FELICIDAD Y PAZ
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