LA FUENTE DE CURACION-parte 5-
DESARROLLO Y SERVICIO
La vida cristiana es más de lo que a muchos se le representa. No consiste toda ella en dulzura, paciencia, mansedumbre y benevolencia. Estas virtudes son esenciales; pero también se necesita valor, fuerza, energía y perseverancia. La senda que Cristo señala es estrecha y requiere abnegación. Para internarse en ella e ir al encuentro de dificultades y desalientos, se requieren valientes y no seres débiles.
LA FUERZA DEL CARÁCTER
Se necesitan hombres y mujeres firmes que no esperen a que el camino se les allane y quede despejado de todo obstáculo, hombres y mujeres que inspiren nuevo celo a los débiles esfuerzos de los desalentados, hombres y mujeres cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y cuyas manos tengan fuerza para hacer la obra del Maestro.
Dios desea que aprovechemos toda oportunidad de prepararnos para su obra. Espera que dediquemos todas nuestras energías a realizar dicha obra, y que mantengamos nuestros corazones susceptibles a su carácter tan sagrado y a sus temibles responsabilidades.
Nadie debe consentir en ser mera máquina, accionada por la inteligencia de otro hombre. Dios nos ha dado capacidad para pensar y obrar, y actuando con cuidado, buscando en Dios nuestra sabiduría, llegaremos a estar en condición en llevar nuestras cargas.
El mismo espíritu y los mismos principios en que uno se inspira en el trabajo diario compenetrarán toda la vida. Se necesitan hombres y mujeres de energía, integridad y diligencia; que estén dispuestos a hacer cuanto deba hacerse.
Cristo no prestó un servicio limitado. No midió su obra por horas. Dedicó su tiempo, su corazón, su alma y su fuerza a trabajar en beneficio de la humanidad. Paso días de rudo trabajo y noches enteras pidiendo a Dios, gracia y fuerza para realizar una obra mayor. Con clamores y lágrimas rogó al Cielo que fortaleciese su naturaleza humana para hacer frente al astuto adversario en todas sus obras de decepción, y que le sostuviese para el cumplimiento de su misión de enaltecer a la humanidad. A sus obreros les dice:
“EJEMPLO OS HE DADO, PARA QUE COMO YO OS HE HECHO, VOSOTROS TAMBIÉN HAGAIS”. (Juan 13:15)
SINCERIDAD DE PROPOSITO
Todo aquél que acepte a Cristo como su Salvador personal anhelará tener el privilegio de servir a Dios. Al considerar lo que el Cielo ha hecho por él, su corazón se sentirá conmovido de amor y agradecimiento. Ansiará manifestar su gratitud dedicando sus capacidades al servicio de Dios.
Anhelará demostrar su amor por Cristo y por los demás. El verdadero obrero de Dios trabajará lo mejor que pueda, porque así podrá glorificar a su Maestro. Obrará bien para satisfacer las exigencias de Dios. Se esforzará para perfeccionar sus facultades. Todo hijo de Dios estará dispuesto a negarse a sí mismo y sacrificarse por la causa del Redentor.
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