LA FUENTE DE CURACION-parte 24-
EDUCACION PARA EL CONFLICTO DE LA VIDA-parte 2-
LAS EXIGENCIAS DE DIOS DEBEN ESTAMPARSE EN LA CONCIENCIA. HOMBRES Y MUJERES DEBEN DESPERTAR Y SENTIR SU OBLIGACION DE DOMINARSE A SI MISMOS. HAN DE RECONOCER QUE TODAS LAS FACULTADES DE SU MENTE Y SU CUERPO SON DONES DE DIOS, Y QUE DEBEN CONSERVARLAS EN LA MEJOR CONDICION POSIBLE.
Sin el poder divino, ninguna reforma verdadera puede llevarse a cabo. Sólo cuando la vida de Cristo es en nuestra vida un poder vivificador podemos resistir las tentaciones que nos acometen.
Cristo vino a este mundo y vivió conforme a la ley de Dios para que el hombre pudiera dominar las inclinaciones naturales que corrompen el alma. EL es el Medico del alma y del cuerpo y da la victoria sobre las pasiones guerreantes. Al entregarse a Cristo, la mente se sujeta a la dirección de la ley; pero ésta es la ley real, que proclama libertad a todo cautivo. Al hacerse uno con Cristo, el hombre queda libre. Sujetarse a la voluntad de Cristo significa ser restaurado a la perfecta dignidad de hombre.
Obedecer a Dios es quedar libre de la servidumbre del pecado y de las pasiones e impulsos humanos. El hombre puede ser vencedor de sí mismo, triunfar de sus propias inclinaciones, de principados y potestades, de los “señores del mundo, gobernadores de las tinieblas”, y de las “malicias espirituales en los aires”. (Efesios 6:12)
En ninguna parte se necesita más esta enseñanza, ni resultará de más beneficio, que en el hogar. Los padres contribuyen a echar los fundamentos de los hábitos y del carácter. Para comenzar la reforma, deben presentar los principios de la ley de Dios como factores que influyen en la salud física y moral. Deben enseñar que la obediencia a la Palabra de Dios es nuestra única salvaguardia contra los males que arrastran al mundo a la destrucción.
Hay que hacer resaltar la responsabilidad de los padres, no sólo consigo mismos, sino para con sus hijos, pues les dan el ejemplo de la obediencia o el de la transgresión. Por su ejemplo y su enseñanza, deciden la suerte de sus familias. Los hijos serán lo que sus padres los hagan.