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LA VERDAD ACERCA DE LOS ANGELES-RESPUESTAS FIRMEMENTE BASADAS EN LA PALABRA DE DIOS—parte 77-

LOS ÁNGELES DESDE LA RESURRECCIÓN HASTA LA ASCENCION DE CRISTO-parte 2-

INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

Los guardias romanos dejaron el sepulcro admirados de los que habían visto y oído, y se apresuraron a ir a la ciudad para informar a todos los que encontraban en su camino las maravillosas escenas que habían presenciado.  Mientras tanto, un mensajero había sido enviado a los sacerdotes y gobernantes con la noticia: “Cristo, al que vosotros crucificasteis, ha sido levantado de los muertos”.

Un siervo fue enviado inmediatamente con un mensaje ordenando a los guardias romanos a presentarse en el palacio del sumo sacerdote. Allí fueron celosamente interrogados, y ellos dieron un completo testimonio de lo que habían presenciado en el sepulcro: Que un poderoso mensajero había venido del cielo; su rostro era brillante como un relámpago y sus vestimentas blancas como nieve. 

Que la tierra se había sacudido y ellos habían perdido sus fuerzas; el ángel había tomado la inmensa piedra que guardaba el sepulcro y la había removido como si hubiera sido un guijarro.  Que un Ser con gran gloria había salido del sepulcro, y un coro de voces había llenado los cielos y la tierra con canciones de victoria y júbilo. Que una vez que el brillo y la música se habían esfumado, ellos habían recuperado sus fuerzas, y al mirar hacia el sepulcro, habían visto la tumba vacía y no habían encontrado el cuerpo de Jesús por ninguna parte. (Redemption Series)

Los guardias romanos se apresuraron a ir a los príncipes y sacerdotes con la maravillosa historia de lo que habían visto. Cuando estos criminales escucharon el extraordinario informe, sus rostros palidecieron y se llenaron de horror por lo que habían hecho.  Creer lo que oían significaba su propia condenación.

Se retiraron para consultar que hacer. Concluyeron que si el informe de la resurrección de Jesús se conocía, que si el pueblo llegaba a saber de la gloria sorprendente que había dejado a los guardias como muertos, se levantarían contra ellos y los matarían. Decidieron sobornar a los soldados para mantener el asunto secreto. 

Les ofrecieron una gran suma de dinero para que dijesen que mientras dormían durante la noche, sus discípulos habían venido y habían hurtado su cuerpo.  Cuando los guardias preguntaron qué acontecería con ellos por decir que se habían dormido en el puesto del deber, los príncipes y sacerdotes les dijeron que persuadirían al gobernador para que los salvase. (SG)

LAS MUJERES VIENEN AL SEPULCRO

La mujeres que habían estado al lado de la cruz de Cristo esperaron velando que transcurriesen las horas del sábado. El primer día de la semana, muy temprano, se dirigieron a la tumba llevando consigo especias preciosas para ungir el cuerpo del Salvador.

Ignorando lo que estaba sucediendo, se acercaron al huerto diciendo: “¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?” (Mar.16:3). Sabían que no podrían mover la piedra, pero seguían adelante. Vieron que la gran piedra había sido apartada.  El sepulcro estaba vacío.

María Magdalena fue la primera en llegar al lugar, y al ver que la piedra había sido sacada, se fue presurosa para contarlo a los discípulos. Mientras tanto, llegaron las otras mujeres. Un joven vestido de ropas resplandecientes estaba sentado al lado de la tumba.  Era el ángel que había apartado la piedra. 

Las mujeres inmediatamente se postraron hasta el suelo, la presencia del mensajero celestial era más de lo que podían soportar. “No temáis vosotras-les dijo-; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.  No está aquí, pues ha resucitado, como dijo.  Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos” (Mateo 28:5-7).  

Otro ángel les dijo: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día” (Luc.24:5-7)

¡Ha resucitado, ha resucitado! Las mujeres repiten las palabras vez tras vez (DTG-732-733)

CRISTO ASCIENDE A SU PADRE

Continúa en parte 78

 

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ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 29-

LOS DOS MISTERIOS -parte 3-

EL MISTERIO DE LA PIEDAD-parte 1-

Mientras que el misterio de iniquidad se destaca por un espíritu de orgullo y exaltación, el misterio de la piedad se distingue por la abnegación y la humildad. “Dios fue manifestado en carne”, dice el apóstol Pablo al describir el misterio de la piedad.  Ahora bien, entre los paganos era muy común pensar que los hombres de renombre en vida, se convirtieran en dioses después de la muerte.  Pero que un dios llegara a ser hombre, era para ellos una locura, un concepto absurdo (1 Corintios 1:23).

¿Por qué un dios iba a tener que rebajarse y humillarse así? En los días de Daniel, cuando los sabios de Babilonia no  pudieron decirle al rey Nabucodonosor el sueño que había tenido, se quejaron de que el rey pedía algo injusto pues sólo los dioses “cuya morada no es con la carne” (Daniel 2:11) podían decirle el sueño. En otras palabras los dioses no tenían nada que ver con los que vivían en la carne. Cuán grande el contraste entre este concepto pagano y el cristiano.  En San Juan 1:14 se afirma que aquel Verbo, que era Dios, que tenía todo el poder y la gloria, llegó a ser carne y habitó entre los hombres.

Aún los judíos rehusaron comprender la misión de Cristo porque sus corazones estaban enceguecidos por el espíritu del misterio de iniquidad.  Para ellos, el Mesías debía ser un rey poderoso, glorioso y avasallador, que iba a destruir a los romanos para luego poner a Israel en lo alto, por encima de todas las demás naciones.

Pero Jesús contradijo estas expectaciones.  Cuando vino era como raíz de tierra seca.  No había en El parecer llamativo, ni hermosura, ni atractivo para que lo desearan (ver Isaías 53:2). Por lo tanto llegó a ser piedra de tropiezo para ellos (1 Corintios 1:23).  Ni los judíos ni los romanos podían aceptar que Dios mostrara debilidad; ¡y que muriera era imposible!

Según Filipenses 2:6 aunque Jesús era Dios, no considero la igualdad a Dios como algo a que aferrarse.  Es decir, no reclamó sus derechos como Dios sino que “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:7). No vemos a Cristo reclamando sus propios derechos y luchando por conservar su poder, dignidad y privilegios.  Siempre abogó por los derechos ajenos y por la gloria de su Padre. Podría haber conservado su elevada posición en el cielo, pero escogió descender para servir.

Esta actitud de siervo la vemos ejemplificada en un episodio que ocurrió hacia el final de su ministerio. Los discípulos habían discutido constantemente sobre quién de ellos iba a ser el mayor o más importante en el reino que Cristo iba a establecer (ver Marcos 9:33-34); estaban llenos de orgullo y cada uno quería tener el primer puesto u ocupar el cargo más importante. El jueves de la Semana de la Pasión, después de celebrar la fiesta de Pascua con sus discípulos en el aposento alto, Cristo buscó una palangana con agua, se ciñó con una toalla  y comenzó a lavar los pies de sus discípulos.

¡Increíble, el Rey del cielo y de la tierra lavando los pies de sus seguidores, incluyendo los de Judas, el traidor! Jesús quiso enseñarles a sus discípulos que el espíritu de exaltación es satánico y que el de humillación es divino.

Continúa en parte 30

 

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