DOCTRINA DE LA VIDA CRISTIANA
EL SÁBADO. En compañía con Dios, Adán y Eva exploraron su hogar paradisíaco. El paisaje era maravilloso, indescriptible. Mientras el sol se ponía lentamente ese primer viernes, el sexto día de la creación, y comenzaban a brillar las estrellas, “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gen.1:31). De este modo Dios terminó su creación de “los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos” (Gen.2:1).
Pero si bien es cierto que el mundo que Dios acababa de completar era incomparablemente hermoso, el mayor don que el Creador pudiese concederle a la pareja recién creada era el privilegio de mantener una relación personal con El. Por eso les dio el sábado, un día especial de bendición, camaradería y comunión con su Creador.
EL SÁBADO A TRAVÉS DE LA BIBLIA. Tres actos divinos distintos establecieron el sábado.
- 1-DIOS REPOSÓ EN EL SÁBADO. El séptimo día, Dios “cesó y reposó” (Exo.31:17); sin embargo, no descansó porque necesitara hacerlo (Isa. 40:28). El verbo shabath significa literalmente “cesar” de trabajos o actividades (véase Gen.8:22). “El reposo de Dios no fue el resultado ni del agotamiento ni de la fatiga, sino el cesar de una ocupación anterior”. Dios reposó porque esperaba que los seres humanos descansaran; estableció un ejemplo para la raza humana (Exo.20:11). Y creó el día de reposo al descansar el sábado. La creación del día de reposo fue su toque final, que terminó su obra.
- 2-DIOS BENDIJO EL SÁBADO. Dios no sólo hizo el día de reposo, sino que también lo bendijo. La bendición sobre el séptimo día implicaba que por ella era señalado como un objeto especial del favor divino y un día que sería una bendición para las criaturas de Dios.
- 3-DIOS SANTIFICÓ EL SÁBADO. Santificar algo significa hacerlo sagrado, o apartarlo como algo santo y con fines santos; consagrarlo. Se pueden santificar individuos, lugares (como un santuario, templo o iglesia) y el tiempo. El hecho de que Dios santificó el séptimo día significa que este día es santo, que lo apartó con el elevado propósito de enriquecer la relación divino-humana.
Dios bendijo y santificó el séptimo día sábado porque cesó este día de toda su obra. Lo bendijo y santificó para la humanidad, y no para sí mismo. Es su presencia personal lo que coloca en el sábado la bendición y la santificación de Dios.
EL SÁBADO EN EL SINAÍ. Los acontecimientos que siguieron a la salida de los israelitas de Egipto, demuestran que se habían olvidado del sábado. Los rigurosos requerimientos de la esclavitud parecen haber hecho de la observancia del sábado algo muy difícil. Poco después que obtuvieron su libertad, Dios les recordó por medio del milagro del maná y la proclamación de los Diez Mandamientos, su obligación de observar el séptimo día sábado.
Cada día de la semana Dios les concedía a los israelitas suficiente maná como para suplir sus necesidades de ese día. No debían guardar nada para el día siguiente, porque si lo hacían se echaría a perder (Exo.16:4, 16-19). En el sexto día, debían reunir el doble de lo corriente, con el fin de que tuviesen suficiente para suplir sus necesidades tanto de ese día como en el siguiente, el sábado. Dios dijo: “Mañana es el santo sábado, el reposo de Jehová: Lo que hubiereis de cocer, cocedlo hoy, y los que hubiereis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana “(Exo.16:26). Durante los 40 años, o más de 2.000 sábados sucesivos, que los israelitas pasaron en el desierto, el milagro del maná les recordó este ritmo de seis días de trabajo y el séptimo día de descanso.
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