DOCTRINA DE LA VIDA CRISTIANA
UNA LEY DE PRINCIPIOS. Los Diez Mandamientos constituyen un sumario de todos los principios correctos. Se aplican a la totalidad de la humanidad de todas las épocas. “Temed a Dios, y guarda sus mandamientos; porque ésto es el todo del hombre” (Ecles.12:13).
El Decálogo consiste en dos partes, indicadas por las dos tablas de piedra sobre las cuales Dios lo escribió (Deut.4:13). Los primeros cuatro mandamientos definen nuestro deber para con nuestro Creador y Redentor, y los últimos seis regulan los deberes para nuestros semejantes. De esta división se derivan dos grandes principios fundamentales del amor, sobre los cuales se funda el reino de Dios: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Luc.10:27; compárese con Deut. 6:4, 6; Lev.19:18).
UNA LEY ÚNICA. Los Diez Mandamientos poseen la distinción especial de ser las únicas palabras que Dios habló en forma audible ante una nación entera (Deut.5:22). No deseando confiar esta ley a las mentes olvidadizas de los seres humanos, Dios procedió a grabar los mandamientos con su dedo en dos tablas de piedra que debían ser preservadas dentro del arca del tabernáculo (Exo.31:18; Deut.10:2).
Con el fin de ayudar a Israel en la aplicación de los mandamientos, Dios les dió leyes adicionales que detallaban su relación con El y con sus semejantes. Algunas de estas leyes adicionales enfocaban los asuntos civiles de Israel (leyes civiles); otras regulaban las ceremonias de los servicios del santuario (leyes ceremoniales).
Dios comunicó al pueblo estas leyes adicionales valiéndose de un intermediario, Moisés, quién las escribió en el “libro de la ley”, y las colocó “al lado del arca del pacto de Jehová “(Deut.31: 25, 26), NO dentro del arca, como había hecho con la revelación suprema de Dios, el DECÁLOGO. Estas leyes adicionales se conocían como “el libro de la ley de Moisés” o “la ley de Moisés”.
LA LEY DE DIOS ES UNA INSPIRACIÓN PARA EL ALMA. “He amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro”. Aunque “aflicción y angustia se han apoderado de mí –afirma David-tus mandamientos fueron mi delicia” (Sal.119:97, 127, 143). Para los que aman a Dios “sus mandamientos no son gravosos” (1Juan 5:3). Son los transgresores los que consideran que la ley es un yugo intolerable, por cuánto los designios de las mentes pecaminosas “no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden” (Rom.8:7).
La obediencia a la ley como regla de nuestra vida, es vital para nuestra salvación. Jesús dijo: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mat.19:17). Esta obediencia es posible únicamente por el poder que provee el Espíritu Santo al morar en nuestro interior.
Sin los Diez Mandamientos, los seres humanos no pueden ver con claridad la santidad de Dios, su propia culpabilidad, ni su necesidad de arrepentirse.
“LA LEY DE JEHOVÁ ES PERFECTA, QUE CONVIERTE EL ALMA” (Sal.19:7).
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