MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 160-
NECESIDADES EMOCIONALES. La Ley de Dios es una ley de amor. El amor debe ser el principio que impulse a obrar. Es el amor a uno mismo lo que destruye nuestra paz. –parte 1-
LAS RAZONES DE LA EXISTENCIA: La Ley de Dios es una ley de amor. EL nos rodeó de hermosura para enseñarnos que no estamos en la tierra únicamente para mirar por nosotros mismos, y para trabajar, sino para hacer la vida esplendorosa, alegre y bella por el amor de Cristo. Así como las flores, hemos de alegrar otras vidas con el misterio del amor.
EL AMOR SATISFACE LAS NECESIDADES ÍNTIMAS: El amor debe ser el principio que impulse a obrar. El amor es el principio fundamental del gobierno de Dios en los cielos y en la tierra, y debe ser el fundamento del carácter del cristiano. Solo ésto puede habilitarlo para resistir la prueba y la tentación.
CULTIVE EL AMOR: Hay que cultivar el amor a Dios y al prójimo, porque es tan precioso como el oro. Necesitamos representar de la mejor manera posible el carácter de la religión pura e incontaminada que, tanto por su naturaleza como por sus requerimientos, es lo contrario al egoísmo.
Un amor como el que Cristo ejemplificó es incomparable; su valor supera al del oro, la plata o las piedras preciosas. Debemos orar por el amor que Cristo poseía, y procurarlo por encima de las debilidades humanas.
TODOS NECESITAN AMOR: La razón por la cual hay tantos hombres y mujeres de corazón duro en nuestro mundo, es que el verdadero afecto ha sido considerado debilidad, y se lo ha desalentado y reprimido. Lo mejor de la naturaleza de las personas de esta clase ha sido pervertido y empequeñecido en la infancia, y a menos que los rayos de la luz divina logren derretir su frialdad y la dureza de su corazón egoísta, la felicidad de los tales está sepultada para siempre.
Si quisiéramos tener corazones tiernos, como el que tuvo Jesús cuando estuvo sobre la tierra, y una simpatía santificada, como la que tienen los ángeles por los mortales pecadores, cultivaríamos la simpatía de los niños, que es la sencillez misma.
EL CORAZÓN: UNA FUENTE DE AMOR: (consejo a un padre) Ni Ud. ni su esposa han tenido experiencia en hacer sacrificios a favor de la verdad, en ser ricos en buenas obras, mediante el depósito de sus tesoros en el cielo. No han ejercido cuidado, ni simpatía, ni paciencia con sus hijos dependientes y amantes.
Han consultado su propia conveniencia egoísta. Sus corazones no han sido una fuente capaz de alimentar surtidores vivientes de ternura y afecto. Al bendecir a los demás con amables palabras de amor y actos de misericordia y benevolencia, recibirán una bendición ellos mismos.
EL AMOR AL YO DESTRUYE LA PAZ: Es el amor a uno mismo lo que destruye nuestra paz. Mientras viva el yo, estaremos siempre dispuestos a protegerlo contra los insultos y la mortificación; pero cuando hayamos muerto al yo y nuestra vida este escondida con Cristo en Dios, no tomaremos a pecho los desdenes y desaires. Seremos sordos a los vituperios y ciegos al escarnio y al ultraje.
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza en la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1 Cor.13:4-8).
Elena White
Continúa en parte 161
Deja una respuesta