MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 124-
LA IRA. Los que por cualquier supuesta provocación se sienten libres para ceder a la ira,están abriendo el corazón a Satanás.La amargura debe ser desterrada del alma si queremos estar en armonía con el cielo.–parte 1-
LA IRA ABRE EL CORAZÓN A SATANÁS: Los que por cualquier supuesta provocación se sienten libres para ceder a la ira o al resentimiento, están abriendo el corazón a Satanás. La amargura y animosidad deben ser desterradas del alma si queremos estar en armonía con el cielo.
SIERVOS DEL PECADO: “¿No sabéis que a quien os prestáis vosotros por siervos para obedecerle, sois siervos de aquél a quien obedecéis?” (Rom.6:16). Si cedemos a la ira, la concupiscencia, la codicia, el odio, el egoísmo, o algún otro pecado, nos hacemos siervos del pecado.
“Ningún siervo puede servir a dos señores” (Luc.16:13)
Si servimos al pecado, no podemos servir a Cristo. El cristiano sentirá las incitaciones del pecado, porque la carne codicia contra el Espíritu; pero el espíritu batalla contra la carne manteniéndose en una lucha constante. Aquí es donde se necesita la ayuda de Cristo. La debilidad humana llega a unirse a la fortaleza divina, y la fe exclama:
“Más a Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo” (1Cor.15:57)
IRA NACIDA DE LA SENSIBILIDAD MORAL: Es cierto que hay una indignación justificable, aún en los seguidores de Cristo. Cuando vemos que Dios es deshonrado, cuando vemos al inocente oprimido, una justa indignación conmueve el alma. Un enojo tal, nacido de una moral sensible, no es pecado.
LA IRA DE MOISÉS: El haber roto las tablas de piedra era sólo una representación del hecho de que Israel había quebrantado el pacto que tan recientemente había hecho con Dios. El texto bíblico “Airaos, pero no pequéis”, se refiere a la justa indignación contra el pecado, que surge del celo por la gloria de Dios, y no al enojo promovido por la ambición del amor propio herido. Tal fue el enojo de Moisés.
LA SANTA IRA DE CRISTO: La indignación de Cristo iba dirigida contra la hipocresía, los groseros pecados por los cuales los hombres destruían su alma, engañaban a la gente y deshonraban a Dios. En el raciocinio seductor de los sacerdotes y gobernantes, El discernió la obra de los agentes satánicos. Aguda y escudriñadora había sido su denuncia del pecado; pero no habló palabras de represalia.
Sentía una santa ira contra el príncipe de las tinieblas; pero no manifestó irritación, así también el cristiano que vive en armonía con Dios, y posee los suaves atributos del amor y la misericordia, sentirá una justa indignación contra el pecado; pero la pasión no lo incitará a vilipendiar a los que lo vilipendien.
Aún al hacer frente a aquéllos que movidos por un poder infernal, sostienen la mentira, conservará en Cristo la serenidad y el dominio propio.
HAY QUIENES ALIMENTAN LA IRA: Muchos miran las cosas desde un lado oscuro; magnifican supuestos agravios, alimentan su ira, y se llenan de sentimientos de venganza y odio, cuando en verdad no hay una causa real para esos sentimientos. Debemos resistir esos sentimientos y experimentaremos un gran cambio en nuestra relación con nuestros semejantes. (Elena White)
Continúa en parte 125
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