MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 72-
EL DOLOR. NO es Dios quien causa el dolor y el sufrimiento, sino que el hombre, por su propia ignorancia y pecado, atrajo esta condición sobre sí mismo. -parte1-
NO ES DIOS QUIEN CAUSA EL DOLOR: NO es Dios quien causa el dolor y el sufrimiento, sino que el hombre, por su propia ignorancia y pecado, atrajo esta condición mismo.
EL PECADO PRODUCE DOLOR: La continua transgresión del hombre durante seis mil años ha producido enfermedad, dolor y muerte. Y a medida que nos acerquemos al fin, la tentación de complacer el apetito será más poderosa y más difícil de vencer.
LA NATURALEZA PROTESTA MEDIANTE EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO: Muchas personas viven violando las leyes de salud, e ignoran la relación que existe entre sus hábitos de comida, bebida y trabajo, y la salud. No comprenden cuál es su verdadera condición hasta que la naturaleza protesta contra los abusos a que se la somete, provocando dolores en el organismo.
Si tan solo en ese momento los pacientes comenzaran a obrar bien y se utilizasen los recursos sencillos que han descuidado: el uso de agua y el régimen de alimentación debido, la naturaleza tendría justamente la ayuda que necesita y que debería haber tenido mucho tiempo antes. Si se adoptan estas medidas, por lo general el paciente se restablecerá sin debilitarse.
LA INTEMPERANCIA PRODUCE SUFRIMIENTO: Muchos están tan dedicados a la intemperancia que no cambiarán su proceder de complacer la glotonería bajo ninguna consideración. Antes sacrificarían la salud, y morirían prematuramente, que restringir su apetito intemperante. Y hay muchos que son ignorantes de la relación que su comer y beber tienen con la salud.
Si los tales fueran iluminados, podrían tener valor moral para renunciar a su apetito, y comer en forma más espaciada, y sólo los alimentos que son saludables; así mediante sus propia conducta, se ahorrarían una gran cantidad de sufrimientos.
LOS PROCESOS RESTAURADORES PRODUCEN DOLOR: A menudo el dolor es la consecuencia del esfuerzo de la naturaleza para dar vida y vigor a las partes que han quedado parcialmente muertas como consecuencia de la inacción.
QUIENES SUFREN TIENDEN A VOLVERSE IMPACIENTES: Las personas aquejadas por la enfermedad pueden hacer por ellas mismas lo que otros no pueden hacer. Deberían comenzar por aliviar la naturaleza de la carga que le han impuesto. Deberían suprimir la causa. Deberían ayunar durante un corto tiempo y dar al estómago la oportunidad de descansar.
Deberían reducir el estado febril del organismo mediante la cuidadosa y bien realizada aplicación de agua. Estos esfuerzos ayudarán a la naturaleza en su lucha por liberar al organismo de impurezas. Pero generalmente las personas que sufren de dolor se tornan impacientes. No están dispuestas a ser abnegadas y a sufrir un poco a causa del hambre.
Tampoco están dispuestas a esperar el lento proceso que lleva a cabo la naturaleza para reconstituir las recargadas energías del organismo. Pero están decididas a obtener alivio de inmediato, de modo que ingieren drogas poderosas prescriptas por los médicos.
SUFRIMIENTOS ACERCA DE LOS CUALES NO TENEMOS CONTROL: Hay quienes tienen mentes puras y son concienzudos pero sufren por diferentes causas que están fuera de su control.
NO ESTÁN OCULTOS DE JESUCRISTO: ¡Que pensamiento maravilloso es saber que Jesús está perfectamente enterado de los dolores y aflicciones que soportamos! El padeció todas nuestras tribulaciones. Algunos de nuestros amigos no saben nada cerca de las miserias humanas o de los padecimientos físicos.
Nunca están enfermos, y por lo tanto no pueden comprender los sentimientos de los que padecen. Pero Jesús se compadece de nosotros a causa de nuestra enfermedad.
DIOS ESTA VITALMENTE INTERESADO EN LOS SUFRIMIENTOS DEL HOMBRE: No será tenido por inocente quien descuide el alivio del sufrimiento. El santo día de reposo de Dios fue hecho para el hombre, y las obras de misericordia están en perfecta armonía con su propósito.
Dios no desea que sus criaturas sufran una hora de dolor que pueda ser aliviada en sábado o cualquier otro día. (Elena White)
Continúa en parte 73
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