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 AMPARO Y FORTALEZA-parte 2-

¿LE IMPORTA A DIOS CUANDO SUFRO?-parte 2-

¿POR QUE A MI?

Es natural preguntarnos “¿por qué a mí? “cuando el dolor y los problemas llegan a nuestra vida.  A menudo ésto parece muy injusto. ¿Por qué algunas personas parecen estar tan libres del dolor, mientras les ocurren cosas terribles a otras? ¿Por qué? ¿Por qué Dios parece obrar milagros para algunos y no para otros?

No existen respuestas totalmente satisfactorias a estas preguntas.  Debemos recordar, sin embargo, que finalmente el poder de hacer milagros – y la razón para hacerlos – permanece únicamente en las manos de Dios y sólo de Dios.  El ve todo el escenario de la historia de la humanidad, y hará todas las cosas correctamente.

Enfrentados con tales circunstancias, debemos confiar en el hecho de que, aún cuando no tengamos las respuestas, Dios las tiene. Podemos confiar en que cuando todos los problemas de la vida en esta tierra sean resueltos, sabremos que “…las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).

Usted y yo debemos escoger entre Dios y Satanás. Y a fin de rebatir la acusación del diablo de que Dios nos forzó a seguirlo porque es más poderoso, el Señor debe asegurarse de que la elección que hagamos es por nosotros mismos, ésto significa elegir honesta y libremente.  Esta es la razón por la cual la libertad de elección es tan importante para Dios.  Pero es también la fuente de su problema.  Porque si nosotros podemos elegir libremente, entonces podemos llegar a elegir el mal; podemos escoger hacer daños terribles a los demás.

EL ABUSO DE LA LIBERTAD

No debería sorprendernos, entonces, que algunas personas elijan el mal, cuyo resultado es el dolor y el sufrimiento.  Cuando una joven madre muere de cáncer, cuando un matrimonio se disuelve, cuando un automóvil mata a un niño en un accidente, cuando sufres por cualquier razón, significa que Satanás aún está luchando contra Dios, y que a veces gana una batalla.

Sin embargo, la Biblia nos asegura que finalmente Dios ganará la guerra.  El Apocalipsis describe ésto con la figura de Jesús montado sobre un caballo blanco, encabezando los ejércitos celestiales.  Miles de millones de ángeles santos lo siguen.  Su paciencia con la maldad de Satanás ha alcanzado sus límites.

La batalla es corta.  Satanás y todos los impíos serán capturados.  La destrucción del mal será completa cuando el diablo sea destruido.  Esto será el fin del odio, de la violencia, del terrorismo y del homicidio.  Será el fin de todo el dolor, de las cosas tristes, grandes y pequeñas, que Satanás ha causado para que suframos.

NO MAS DOLOR

La Biblia promete que el pecado nunca más se volverá a levantar (Nahum 1:9).  Además dice que Dios hará nuevas todas la cosas, incluyéndonos: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).

¿Le importa a Dios que estés sufriendo? Por supuesto que sí. ¿Está haciendo algo al respecto? Ciertamente, tanto para reivindicar su nombre ante el universo como por ti personalmente. 

EL PROMETE: “…NO TE DESAMPARARE, NI TE DEJARE”   (Hebreos 13:5)

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LA VERDAD ACERCA DE LOS ANGELES-RESPUESTAS FIRMEMENTE BASADAS EN LA PALABRA DE DIOS—parte 57-

LOS ÁNGELES DESDE EL CAUTIVERIO HASTA JUAN EL BAUTISTA-parte 4-

LA VISIÓN DE JOSUÉ Y EL ÁNGEL-parte 2-

Seducidos por sus tentaciones, habían transgredido la Ley de Dios, y habiéndose  separado así de la Fuente de su fuerza, se les había dejado caer presa de sus enemigos paganos.  Fueron llevados en cautiverio a Babilonia, y permanecieron allí muchos años.

Sin embargo, el Señor no los abandonó.  Les envió sus profetas con reproches y amonestaciones. El pueblo despertó, vio su culpabilidad, se humilló delante de Dios, y volvió a él con verdadero arrepentimiento. Entonces el Señor le envió mensajes de aliento, declarando que le libraría del cautiverio y le devolvería su favor.

Esto era lo que Satanás quería resueltamente impedir. Un remanente de Israel había vuelto ya a su patria, y Satanás estaba tratando de inducir a las naciones paganas, que eran sus agentes, a destruirlo completamente.

El sumo sacerdote no puede defenderse a sí mismo ni a su pueblo de las acusaciones de Satanás, No sostiene que Israel esté libre de culpas. En sus andrajos sucios, que simbolizan los pecados del pueblo, que él lleva como su representante, está delante del ángel confesando su culpa, señalando, sin embargo, su arrepentimiento y humillación, fiando en la misericordia de un Redentor que perdona el pecado; y con fe se aferra a las promesas de Dios.

Entonces el ángel, que es Cristo mismo, el Salvador de los pecadores, hace callar al acusador de su pueblo, declarando: “Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda.  ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?” (Zac.3:2).  Israel había estado durante largo tiempo en el horno de la aflicción.  A causa de sus pecados, había sido completamente consumido en la llama encendida por Satanás y sus agentes para destruirlo; pero Dios había intervenido ahora para librarle.  

El compasivo Salvador no dejará a su pueblo penitente y humillado, bajo el cruel poder de los paganos.

Al ser aceptada la intercesión de Josué, se da la orden: “Quitadle esas vestiduras viles”.   Y a Josué el ángel declara: “Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala…Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le  vistieron las ropas” (Zac.3:4-5).  Sus propios pecados y los de su pueblo fueron perdonados. Israel habría de ser revestido con “ropas de gala”: la justicia de Cristo que le era imputada.

La mitra, puesta sobre la cabeza de Josué, era como la que llevaban los sacerdotes con la inscripción: “Santidad a Jehová”, lo cual significaba que a pesar de sus antiguas transgresiones, estaba ahora capacitado para servir delante de Dios en su santuario.

Después de haberle investido así solemnemente de la dignidad del sacerdocio, el ángel declaró: “Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tu gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí  están te daré lugar” (Zac.3:7). Se le iba a honrar como juez o gobernante del templo y todos sus servicios; iba a andar entre ángeles que le acompañaran, aún en esta vida, y al fin se uniría a la muchedumbre glorificada que rodea el trono de Dios. (2 Joyas de los Testimonios-170-172)

A todos los que tienen fe en Dios se les ofrece esta seguridad. Acepten esta maravillosa promesa, porque no es un ser humano el que está hablando. “Así dice Jehová de los ejércitos: Si anduvieres por mis caminos, y si guardares mi ordenanza, también tu gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios, y entre éstos que aquí  están te daré lugar” (Zac.3:7).

Entre aquellos que nos rodean, están las huestes del enemigo que tratan de dividir al pueblo de Dios, y las huestes celestiales, miles y decenas de miles, que custodian y guardan al tentado pueblo de Dios, animándolo y fortaleciéndolo: Estos son los que nos rodean. 

Y Dios dice a los creyentes: Vosotros caminaréis entre ellos; no seréis vencidos por los poderes de las tinieblas.  Estaréis  delante de mí, en la presencia  de los santos ángeles, que son enviados para ministrar a aquellos que serán herederos de la salvación.  (RH)

LA VISIÓN DEL CANDELABRO Y LOS OLIVOS

Continúa en parte 58

 

 

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