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Posts Tagged ‘carne humana’

ESPERANZA PARA EL PLANETA TIERRA – EL FUTURO BRILLANTE DE UNA RAZA CAIDA –parte 14-

LA HUMILDAD DE DIOS-parte 3-

¿Por qué escogió Cristo encarnarse en un planeta donde ni el mundo (Juan 1:10) ni los suyos (Juan 1:11) quisieron recibirle? Hay siete razones por las cuales Jesús se encarnó:

 1.       PARA REVELAR COMO ES DIOS

Antes que entrara el pecado al mundo, el hombre tenía comunión directa con Dios, lo veía cara a cara; pero cuando pecó, Dios tuvo que ocultarse de él, pues su gloria es como fuego consumidor contra el pecado (Deuteronomio 4:24; Hebreos 12:29).

Ahora bien, el hombre necesita conocer a Dios para salvarse.  Juan 17:3 dice “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. El hombre tiene que conocer a Dios para salvarse. Pero, ¿Cómo podía conocerlo si él tuvo que ocultarse por causa del pecado? En el Antiguo Testamento Dios resolvió parcialmente el problema.

Según Hebreos 1:1 Dios se reveló muchas veces y en muchas maneras. Por medio de sueños y visiones.  Urim y Tumin, símbolos y figuras, Dios pintó cuadros que revelaban su carácter.  Pero ninguno de estos métodos daba una imagen plena de cómo Dios es en verdad.  Eran tan sólo sombras y retratos de Dios.  Una sombra o un retrato pueden darnos una idea general de cómo es una persona pero recién podemos saber en realidad como es cuando llegamos a conocerla personalmente.

Dios necesitaba dar una revelación personal de sí mismo para que el hombre pudiera conocerlo y salvarse. Con este fin Jesús veló su gloria divina en carne humana. Así pudo revelar en persona como es Dios, sin destruir al mismo tiempo al pecador. En estos postreros días Dios nos ha hablado por medio de su Hijo (Hebreos 1:2). El apóstol Juan nos asegura: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18).

En cierta ocasión Felipe le dijo a Jesús: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta”. Jesús le dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:8-9).  A veces creamos en nuestra mente una dicotomía entre el Padre y el Hijo. Pensamos que Jesús es misericordioso y tolerante mientras que el Padre es justo y severo.  Pero no es así.  El Padre y el Hijo tienen el mismo carácter. El Padre nos ama tanto como su Hijo, pues “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16).

 2.       PARA MORIR POR EL HOMBRE

Después que el hombre pecó, Dios le dijo: “Ciertamente morirás”. “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).  Aunque la justicia divina exigía la muerte del pecador, la misericordia de Dios quería salvarlo. Jesús ofreció saldar la deuda muriendo en lugar del pecador, pero había un problema: Cristo, siendo Dios, no podía morir, pues su naturaleza divina es inmortal.  1 Timoteo 6:15-16 afirma que Jesús es el Rey de reyes y que tiene inmortalidad.  ¿Cómo podía Cristo morir en lugar del pecador si era inmortal por naturaleza?

La única forma de hacerlo era si tomaba sobre sí una naturaleza humana mortal.

Continúa en parte 15

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RESCATE DESDE EL ORION – LA ESPERANZA DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO-parte 11-

SEÑALES DE LA SEGUNDA VENIDA-parte 7-

COMO VENDRÁ JESÚS -parte 5-

UNA GUERRA UNIVERSAL-parte 3-

Una de las historias famosas del Antiguo Testamento ilustra en forma precisa la batalla entre Cristo y Satanás.  Uno de sus protagonistas fue un filisteo de unos tres metros (9 pies) de altura. Este se paró en medio del valle de Ela y lanzó un desafío al ejército de Dios. “Escoged de entre vosotros –dijo el temible guerrero- un hombre que venga contra mí. Si el pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos” (1 Samuel 17:8-9). Ya conocemos el resto del relato.  ¿Recuerda a David y su victoria sobre Goliat? ¿Cómo el resultado de su encuentro decidió la batalla entre los dos ejércitos?

Algo similar sucedió en el Calvario.  Allí se enfrentaron los campeones del bien y del mal.  El gigante del pecado lanzó un desafío al universo y a Dios. No hay uno a quien yo no pueda vencer, no hay un hombre a quien yo no haga pecar.  La raza caída permanecerá caída.  En este planeta, yo soy el príncipe.

Dios envió a un Hombre, a su Hijo.  “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Satanás con sus terribles armas de siempre: el engaño, el abuso, el desánimo, la muerte.  Jesucristo, consustanciado con la carne humana, físicamente débil, con su única arma: el amor más profundo que el universo ha conocido.  Génesis 3:15 cobró vida.  El gigante, la serpiente antigua, crujió sus dientes y se abalanzó sobre el Hijo de Dios, el Cordero. Lo mordió, lo hizo sufrir con el terrible dolor de la maldición del pecado; pero Jesús confió, amó y venció.

¡Qué batalla aquella! Hasta la naturaleza no pudo ocultar el poder desencadenado en aquella colina de Jerusalén. Se oscureció el sol. Hubo relámpagos y truenos.

En el sepulcro los romanos pusieron una guardia de 100 hombres, Satanás puso una de miles de demonios.  Pero al tercer día tembló la tierra.  Todas las huestes del enemigo no pudieron contener el poder de Aquel que estaba adentro.  En un instante deslumbrador cayeron por el suelo los soldados. Se había levantado el Príncipe de la vida y había cambiado para siempre el destino del hombre.

(leer sobre la resurrección en Mateo 28; Marcos 16; Lucas 24, y Juan 20).

¿PARA QUE VENDRÁ JESÚS?

1.       JESÚS VENDRÁ A LIBRARNOS DE LA MUERTE     

Continúa en parte 12

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