LA CIENCIA DE LA SANTIDAD-parte 3-
UN BUEN CARÁCTER ES UN CAPITAL DE MAS VALOR QUE EL ORO O LA PLATA:
La palabra del único Dios verdadero es infalible. Sabiduría, santidad, poder y amor infinitos están combinados para señalarnos la norma con la cual Dios mide el carácter. La Palabra de Dios define tan claramente la Ley de su reino que nadie necesita andar en tinieblas. Su Ley es el trasunto de su carácter. Es la norma que todos deben alcanzar si quieren entrar en el reino de Dios. Nadie tiene necesidad de andar en incertidumbre… La Ley de Dios no ha sido abolida. Perdurará durante la eternidad. Fue magnificada por la muerte de Cristo, y el pecado quedó expuesto en su verdadero carácter. (En los lugares Celestiales pág.137)
LA NORMA PARA MEDIR EL CARÁCTER ES LA LEY REAL. La Ley es el detector del pecado. (ÉXODO 20:3-17). El pecado se conoce por medio de ella. Pero el pecador es atraído constantemente a Jesús mediante la manifestación extraordinaria de su amor revelado en la humillación de sí mismo al morir una muerte vergonzosa sobre la cruz. Los ángeles se han esforzado y han anhelado fervientemente comprender este maravilloso misterio. El hecho de que el hombre, caído y engañado por Satanás, después de tomar el lado del enemigo pueda ser conformado a la imagen del Hijo del Dios infinito, es un estudio capaz de abrumar la inteligencia humana más elevada. ¡Que el hombre pueda llegar a ser semejante a El; que, en virtud de la justicia de Cristo regalada al hombre, Dios amara al ser humano-caído, pero redimido- como amó a su propio Hijo! (Exaltad a Jesús pág.144)
Todo miembro de la familia humana que se entregue a Cristo, todo el que escuche la verdad y la obedezca, llega a ser miembro de una misma familia. El ignorante y el sabio, el rico y el pobre, el pagano y el esclavo, el blanco y el negro: Jesús pagó el precio por el alma de todos ellos. Si creen en Él, su sangre purificadora se aplica a ellos. El nombre del negro es escrito en el libro de la vida junto al nombre del blanco. Todos son uno en Cristo. El origen, la posición social, la nacionalidad o el color no pueden elevar o degradar a los hombres. EL CARÁCTER ES EL QUE HACE AL HOMBRE. Si un chino o un africano dan su corazón a Dios, en obediencia y fe, Jesús no lo ama menos debido a su color. Lo llama su hermano amado.
En la religión de la Biblia no hay casta ni color. La religión de la Biblia no reconoce casta ni color. Ignora el rango, la riqueza y el honor mundanal. Dios estima a los hombres en su calidad de hombres. EL CARÁCTER ES EL QUE DECIDE EL VALOR DE LOS HOMBRES A LA VISTA DE DIOS. Y nosotros debemos reconocer el Espíritu de Cristo en cualquiera en quien se revele. (Testimonios, tomo 9, pág.223)
LA MENTE ES EL HUERTO; EL CARÁCTER ES EL FRUTO: Cada facultad del hombre es un obrero que está construyendo para el tiempo y la eternidad. Cada día la estructura se eleva más y más, aunque su poseedor no se dé cuenta de ello. Es un edificio que debe ser levantado a modo de un fanal de advertencia contra la deformidad; una estructura que Dios y los ángeles puedan admirar por su armonía con el Modelo Divino.
LAS FACULTADES MENTALES Y MORALES QUE DIOS NOS HA DADO NO CONSTITUYEN EL CARÁCTER. Son talentos que debemos emplear y que, si se los usa correctamente, formarán un carácter recto. Alguien puede tener preciosas semillas en la mano, pero esas semillas no son un huerto. Hay que plantar la semilla antes que se convierta en árbol. La mente es el huerto; el carácter es el fruto. Dios nos ha dado facultades para que las cultivemos y las desarrollemos. La conducta que seguimos determina nuestro carácter. Adiestrar esas facultades de manera que armonicen y desarrollen un carácter valioso, es una obra que sólo nosotros podemos hacer. (Mente, carácter y personalidad T 2 pág.565-Elena White).
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