LA PALABRA DE DIOS -cuarta parte-
LA AUTORIDAD DE LAS ESCRITURAS: Las escrituras tienen autoridad divina porque en ellas Dios habla mediante el Espíritu Santo. Por lo tanto, La Biblia es la Palabra de Dios escrita. Sin la iluminación del Espíritu Santo nuestras mentes nunca podrían comprender correctamente la Biblia, ni tan sólo reconocerla como la autoridad divina. La autoridad de la Escritura en nuestras vidas aumenta o disminuye según sea nuestro concepto de inspiración. Si percibimos la Biblia como una simple colección de testimonios humanos o si la autoridad que le damos en alguna forma depende de como conduce nuestros sentimientos y emociones, socavamos su autoridad en nuestras vidas. Pero cuando discernimos la voz de Dios que nos habla mediante los escritores, no importa cuán débiles y humanos hayan sido, la Escritura viene a ser la autoridad absoluta en lo que a doctrina, impugnación, corrección e instrucción en justicia se refiere (2Tim. 3:16).
¿CUANTO ABARCA LA AUTORIDAD DE LA ESCRITURA? Con frecuencia las contradicciones entre la Escritura y la ciencia son el resultado de la especulación. Cuando no podemos armonizar la ciencia con la Escritura, es porque tenemos una “comprensión imperfecta de ya sea la ciencia o la revelación… pero cuando se comprenden en forma correcta, están en armonía perfecta” Toda la sabiduría humana debe estar sujeta a la autoriadad de la Escritura. Las verdades bíblicas son la norma por la cuál todas las demás ideas deben ser probadas. Al juzgar la Palabra de Dios con normas humanas perecederas es como si tratáramos de medir las estrellas con una vara de medir. La Biblia no debe estar sujeta a las normas humanas. Es superior a toda la sabiduría y literatura humana.
MÁS BIEN, EN VEZ DE JUZGAR LA BIBLIA, TODOS SEREMOS JUZGADOS POR ELLA, PORQUE ES LA NORMA DE CARÁCTER Y LA PRUEBA DE TODA EXPERIENCIA Y PENSAMIENTO.
LA UNIDAD DE LAS ESCRITURAS: La lectura superficial de la Escritura producirá una comprensión superficial de la misma. Cuando así se lee la Biblia resulta ser un conjunto de relatos, sermones e historia. Sin embargo, los que la abren para obtener iluminación del Espíritu de Dios, los que están dispuestos a buscar con paciencia y oración las verdades ocultas, descubren que la Biblia expone una Unidad fundamental en la que enseña acerca de los principios de la salvación. Las verdades del Antiguo y Nuevo Testamento, a pesar de haber sido escritas a través de muchas generaciones, permanecen inseparables; no se contradicen unas con otras. Los dos Testamentos son uno, tal como Dios es uno. El Antiguo Testamento, mediante profecías y símbolos, revela el Evangelio del Salvador que vendría; el Nuevo Testamento, mediante la vida de Jesús, revela al Salvador que vino. Ambos revelan al mismo Dios. DIOS BONDADOSAMENTE NOS LLAMA PARA QUE LE CONOZCAMOS MEDIANTE SU PALABRA. EN ELLA PODEMOS ENCONTRAR LA RICA BENDICIÓN DE LA SEGURIDAD DE NUESTRA SALVACIÓN.
Deja una respuesta