MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 136-
LAS DUDAS. La Palabra de Dios, como el carácter de su divino Autor, presentan misterios que nunca podrán ser plenamente comprendidos por seres finitos. El pecado, la encarnación de Cristo, la regeneración, la resurrección…. –parte 1-
MISTERIOS QUE NO PODEMOS SONDEAR: La Palabra de Dios, como el carácter de su divino Autor, presentan misterios que nunca podrán ser plenamente comprendidos por seres finitos. La entrada del pecado en el mundo, la encarnación de Cristo, la regeneración, la resurrección y otro muchos asuntos que se presentan en la Biblia, son misterios demasiados profundos para que la mente humana los explique, o aún para que los capte plenamente siquiera.
Pero no tenemos razón para dudar de la Palabra de Dios porque no podamos entender los misterios de su providencia.
En el mundo natural estamos siempre rodeados de misterios que no podemos sondear. Aún las formas más humildes de la vida presentan un problema que el más sabio de los filósofos es incapaz de explicar. Por todas partes se presentan maravillas que superan nuestro conocimiento.
¿Debemos sorprendernos de que en el mundo espiritual haya también misterios que no podamos sondear? La dificultad está únicamente en la debilidad y estrechez de la mente humana. Dios nos ha dado en las Santas Escrituras pruebas suficientes del carácter divino de ellas, y no debemos dudar de su Palabra porque no podamos entender los misterios de su providencia.
LA POSIBILIDAD DE DUDAR NO SE HA ELIMINADO: Si bien es cierto que Dios ha dado pruebas evidentes para la fe, El no quitará jamás todas las excusas que pueda haber para la incredulidad. Todos los que buscan motivos de dudas los encontrarán. Y todos los que rehúsan aceptar la Palabra de Dios y obedecerla antes que toda objeción haya sido apartada y que no se encuentre más motivo de duda, no llegaran jamás a la luz.
La desconfianza hacia Dios es producto natural del corazón irregenerado, que está en enemistad con El. Pero la fe es inspirada por Espíritu Santo y no florecerá más que a medida que se la fomente. Nadie puede robustecer su fe sin un esfuerzo determinado.
La incredulidad también se robustece a medida que se la estimula; y si los hombres en lugar de meditar en las evidencias que Dios les ha dado para sostener su fe, se permiten ponerlo todo en tela de juicio y entregarse a cavilaciones, verán confirmarse más y más sus dudas.
EL PESO DE LA EVIDENCIA: Los que desean dudar, tendrán abundante ocasión para ello. Dios no se propone evitarnos toda oportunidad de ser incrédulos. El da evidencias, que deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y espíritu susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir por el peso de la evidencia.
Dios da suficiente evidencia para que el espíritu sincero pueda creer; pero el que se aparte del peso de la evidencia porque hay unas pocas cosas que su entendimiento finito no puede aclarar, será dejado en la atmosfera fría y helada de la incredulidad y de la duda, y perderá su fe.
NO CONFÍE EN LOS SENTIMIENTOS: (consejo a alguien que duda) El gran plan misericordioso consiste desde el principio del tiempo en que cada alma afligida confíe en el amor de Dios.
Su seguridad en este momento, cuando su mente está torturada por la duda, se basa en el hecho de que no debe confiar en sus sentimientos sino en Dios. Todo lo que el Señor le pide es que ponga su confianza en El, reconociéndolo como su fiel Salvador, que lo ama y le ha perdonado todos sus errores y equivocaciones. (Elena White)
Continúa en parte 137
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