LA FUENTE DE CURACION-parte 46-
EL HOGAR-parte 1-
La misión del hogar se extiende más allá del círculo de sus miembros. El hogar cristiano ha de ser una lección objetiva, que ponga de relieve la excelencia de los verdaderos principios de la vida. Semejante ejemplo será una fuerza para el bien en el mundo. Al salir de este hogar los jóvenes enseñarán las lecciones que en él hayan aprendido. Hay muchos otros para quienes podemos hacer de nuestro hogar una bendición.
Nuestras relaciones sociales no deberían ser dirigidas por los dictados de las costumbres del mundo, sino por el Espíritu de Cristo y por la enseñanza de su Palabra. La influencia social es una fuerza maravillosa. Si queremos, podemos valernos de ella para ayudar a los que nos rodean.
Toda influencia e impresión determinan la elección del rumbo de un destino en esta vida y en la venidera. El mal con sus lugares de reunión, brillantes y seductores, invita a los jóvenes. A todos los que acuden se les da la bienvenida. Muchos se encuentran en la encrucijada de los caminos.
Estos jóvenes necesitan que se les tienda una mano con simpatía. Las palabras bondadosas dichas con sencillez, las pequeñas atenciones para con ellos, barrerán las nubes de la tentación que se amontonan sobre sus almas, y serían muchos los que de buena gana dirigirían sus pasos por el camino ascendente.
OPORTUNIDADES DE LA VIDA
El tiempo de que disponemos es corto. Sólo una vez podemos pasar por este mundo; saquemos, pues, al hacerlo, el mejor provecho de nuestra vida. La tarea a la cuál se nos llama no requiere riquezas, posición social ni gran capacidad. Lo que sí se requiere es un espíritu bondadoso y abnegado y firmeza de propósito. Una luz, por pequeña que sea, si arde siempre, puede servir para encender muchas otras.
Nuestra esfera de influencia, nuestras capacidades, oportunidades y adquisiciones podrán parecer limitadas; y sin embargo tenemos posibilidades maravillosas si aprovechamos las oportunidades que nos brindan nuestros hogares. Si tan sólo queremos abrir nuestros corazones y nuestras casas a los divinos principios de la vida, llegaremos a ser canales por los que fluyan corrientes de fuerza vivificante.
LA MADRE-parte 1–
Los hijos serán en gran medida lo que sean sus padres. Las condiciones físicas de éstos, sus disposiciones y apetitos, sus aptitudes intelectuales y morales, se reproducen, en mayor o menor grado, en sus hijos. Cuanto más nobles sean los propósitos que animen a los padres, cuanto más elevadas sus dotes intelectuales y morales, cuanto más desarrolladas sus facultades físicas, mejor será el equipo que para la vida den a sus hijos.
En las Escrituras se explica el cuidado con que la madre debe vigilar sus propios hábitos de vida. Muchos padres creen que el efecto de las influencias prenatales es cosa de poca monta; pero el Cielo no las considera así. El bienestar del niño dependerá de los hábitos de la madre. Ella tiene, pues, que someter sus apetitos y sus pasiones al dominio de los buenos principios.
Si antes del nacimiento, la madre procura complacerse a sí misma, si es egoísta, impaciente e imperiosa, estos rasgos de carácter se reflejarán en el temperamento del niño. Así se explica que muchos hijos hayan recibido por herencia tendencias al mal que son casi irresistibles. Cada gota de bebida alcohólica que la madre toma para halagar al paladar compromete la salud física, intelectual y moral de su hijo, y es un pecado contra su Creador.
Pero si la madre se atiene a principios rectos, si es templada y abnegada, bondadosa, apacible y altruista puede transmitir a su hijo estos mismos rasgos de carácter.
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