DOCTRINA DE LOS ACONTECIMIENTOS FINALES
EL MILENIO Y EL FIN DEL PECADO- Hay quienes han refinado con elocuencia los horrores del infierno, atemorizando a la gente para persuadirlos de adorar a Dios. parte1-
A través de toda la historia ha habido quienes han refinado con elocuencia los horrores del infierno, atemorizando a la gente para persuadirlos de adorar a Dios. Pero:
- ¿Qué clase de Dios es el que presentan?
- ¿Cómo destruirá finalmente Dios al mal?
- ¿Qué le sucederá a Satanás?
- ¿Que impedirá que el pecado levante su horrible cabeza una vez más?
- ¿Cómo puede un Dios justo ser también amoroso?
SUCESOS AL COMIENZO DEL MILENIO. Durante el milenio, el período de mil años al cuál se refiere el capítulo 20 de Apocalipsis, la influencia de Satanás sobre la tierra será restringida, y Cristo reinará con sus santos. (Apoc.20:1-4).
EL SEGUNDO ADVENIMIENTO. Los capítulos 19 y 20 de Apocalipsis van unidos; no hay interrupción entre ellos. Describen la venida de Cristo (Apoc.19: 11-21) e inmediatamente continúan con el milenio; esta secuencia indica que el milenio comienza cuando Cristo vuelve.
El Apocalipsis representa los tres poderes que unen a las naciones del mundo en oposición a la obra de Cristo y a su pueblo inmediatamente antes de la Segunda Venida, bajo los símbolos del dragón, la bestia y el falso profeta (Apoc.16:13).Cuando la bestia, los reyes de la tierra y sus ejércitos se reúnan para hacer guerra contra Cristo en el tiempo de su segunda venida, la bestia y el falso profeta serán destruidos (Apoc.19: 19,20). Lo que sigue en Apocalipsis 20, el capítulo del milenio, tiene que ver con la suerte del tercer miembro del trió satánico: el dragón. Este será tomado cautivo y lanzado al abismo donde permanecerá durante mil años.
LA PRIMERA RESURRECCIÓN. En la Segunda Venida se lleva a cabo la primera resurrección. Los justos, los “benditos y santos”, son levantados porque “la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con El mil años” (Apoc.20:6).
LOS JUSTOS VAN AL CIELO. Después de la resurrección de los muertos justos, ellos y los santos vivos serán arrebatados “para recibir al Señor en el aire” (1 Tes.4:17). Entonces Cristo cumplirá la promesa que hizo antes de salir del mundo: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14: 2, 3). Jesús describió el lugar al cuál llevaría a sus seguidores como “la casa de mi Padre”, donde hay “muchas moradas” (Juan 14:2). Jesús se refiere aquí a la Nueva Jerusalén, que no descenderá a esta tierra sino al fin del milenio. Entonces, en su segundo advenimiento, cuando los justos reciban “al Señor en el aire”, su destino es el cielo y no la tierra que acaban de dejar. Cristo no establecerá su reino de gloria en la tierra en esta ocasión. Lo hará al fin del milenio.
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