DOCTRINA DE LOS ACONTECIMIENTOS FINALES
LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO- Las SEÑALES del cercano regreso de Cristo-PROFECÍAS cumplidas- parte5-
LAS SEÑALES DEL CERCANO REGRESO DE CRISTO. Las Escrituras no sólo revelan la manera y el objetivo del regreso de Cristo; describen además las señales que demuestran la cercanía de este acontecimiento culminante. Las primeras señales que anunciaban la segunda venida se cumplieron 1700 años después de la ascensión de Cristo, y otras les han seguido, contribuyendo a la evidencia de que su regreso está muy cercano.
SEÑALES EN EL MUNDO NATURAL. Cristo predijo que habría señales en “el sol, en la luna y en las estrellas” (Luc.21:25), especificando que “el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo de Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria” (Mar.13:24-26). Además Juan vio que un gran terremoto precedería las señales en el cielo. Todas estas señales marcarían el fin de los 1.260 años de persecución.
EL TESTIMONIO DE LA TIERRA. El cumplimiento de esta profecía, “el terremoto mayor que se conozca” ocurrió el 1 de noviembre de 1755. Conocido como el terremoto de Lisboa, sus efectos fueron observados en Europa, Africa, y los Estados Unidos, abarcando un área de unos cuatro millones de millas cuadradas. Su destrucción estuvo centrada en Lisboa, la capital de Portugal, donde en minutos arrasó con edificios públicos y privados, causando decenas de millares de víctimas. Muchos lo reconocieron como una señal profética del fin y comenzaron a prestar seria consideración al juicio de Dios y a los últimos días.
EL TESTIMONIO DEL SOL Y LA LUNA. Veinticinco años más tarde, se presentó la siguiente señal mencionada en la profecía: El oscurecimiento del sol y la luna. Cristo había especificado la época en que se cumpliría esta señal, haciendo notar que debía seguir a la gran tribulación, los 1.260 años de persecución papal que la Escritura menciona en otro lugar (Mat.24:29). En cumplimiento de esta profecía “El 19 de mayo de 1780 fue un día notable. En muchos hogares se encendieron velas; los pájaros quedaron en silencio y desaparecieron, las aves se retiraron a sus gallineros….Prevalecía la opinión generalizada de que el día del juicio estaba a las puertas”.
Samuel Williams de Harvard informó que la oscuridad “se acercó desde el suroeste con las nubes, ’entre las diez y la once de la mañana, y continuó hasta mediados de la noche siguiente’, variando en grado y duración en diferentes localidades”. Según la opinión de Samuel Tenny, “la oscuridad del siguiente atardecer era tan profunda como jamás se haya observado desde que la Palabra del Altísimo hizo nacer la luz…..La oscuridad no podría haber sido más completa si cada cuerpo luminoso del universo hubiera estado envuelto en sombras impenetrables, o eliminado de la existencia”.
Esa noche, la luna llena salió a las nueve, pero la oscuridad persistió hasta después de la medianoche. Cuando la luna se hizo visible, tenía la apariencia de sangre. Juan lo había profetizado que después del terremoto “el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre” (Apoc.6:12).
Continúa parte 6
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