LA VERDAD ACERCA DE LOS ANGELES-RESPUESTAS FIRMEMENTE BASADAS EN LA PALABRA DE DIOS—parte 72-
LOS ÁNGELES DURANTE LA PASIÓN Y MUERTE DE CRISTO-parte 3-
LOS ÁNGELES EN GETSEMANÍ-parte 2-
Cristo se podría haber librado. Cuando pronunció las palabras “Yo soy”. Fue difícil para los ángeles soportar la escena. Hubieran querido libertar a Jesús…Jesús sabia que los ángeles estaban presenciando su humillación…Sabia que el más débil de los ángeles podía dejar sin fuerzas a la turba, y liberarlo. (SG)
Los discípulos habían pensado que su Maestro no se dejaría prender. Se quedaron chasqueados e indignados al ver sacar las cuerdas para atar las manos de Aquel a quien amaban. En su ira Pedro sacó impulsivamente su espada y trató de defender a su Maestro, pero no logró sino cortar una oreja del siervo del sumo sacerdote.
Cuando Jesús vio lo que había hecho, libró sus manos y diciendo: “Basta ya; dejad” tocó la oreja herida, y ésta quedó inmediatamente sana. Dijo luego a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?” (Mat.26:52-53)
Cuando estas palabras fueron dichas, el rostro de los ángeles se animó. Deseaban en ese preciso momento rodear a su Comandante y dispersar la turba enfurecida. Pero otra vez la tristeza los embargó cuando Jesús agregó: “¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” (Mat.26:54). Los corazones de los discípulos también se sumieron en desesperación y amargo desengaño cuando vieron a Jesús llevado cautivo por la turba. (SG)
ANTE LA CORTE DE ANAS Y CAIFAS
Cristo iba a ser juzgado formalmente ante el Sanedrín; pero se le sometió a un juicio preliminar delante de Anás. Cuando el concilio se hubo congregado en la sala del tribunal. Caifás tomó asiento como presidente. Al mirar Caifás al preso, le embargó la admiración por su porte noble y digno.
Todo el cielo presenció el tratamiento cruel dado a Cristo. En las terribles escenas de su juicio, Dios mostró al universo celestial el espíritu que se manifiesta en aquellos que no están dispuestos a obedecer su ley
Fue difícil para los ángeles soportar la escena. Hubieran querido libertar a Jesús. Allí estaba Jesús, manso y humilde, delante de la multitud enfurecida que abusaba de El. Le escupían el rostro; ese rostro del que un día intentarán en vano esconderse; rostro que da luz a la ciudad de Dios y brilla más que el sol. El mansamente levantaba su mano y se limpiaba, sin siquiera echar una mirada furiosa sobre sus ofensores.
Le cubrían con un viejo manto y, mientras cegaban sus ojos, le abofeteaban el rostro diciendo: “Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó” (Mat.26:68). Entre los ángeles había conmoción; hubieran ido a su rescate inmediatamente, pero el ángel en comando no se los permitió. (SG)
ANTE PILATO
Continúa en parte 73
Deja un comentario