DIOS EL ESPIRITU SANTO–cuarta parte-
NOS TRAE A LA VERDAD: Cristo se refirió al Espíritu Santo llamándolo “el Espíritu de verdad”. Sus funciones incluyen hacernos recordar “todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26) y guiarnos “a toda verdad” (Juan 16:13). Su mensaje testifica de Jesucristo (Juan 15:26). “No hablará por su propia cuenta– declaró Jesús– sino que hablará todo lo que viere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16: 13, 14).
TRAE LA PRESENCIA DE CRISTO: Por su humanidad, el Hombre Jesucristo no era omnipresente. Por medio del Espíritu podría estar en todo lugar, el Espíritu Santo es el representante de Cristo. Las promesas de Cristo: “No te desampararé, ni te dejaré” (Heb.13:5) y “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat.28:20), se cumplen por medio del Espíritu.
GUIA LA OPERACIÓN DE LA IGLESIA: Por cuanto el Espíritu Santo provee la presencia misma de Cristo, es el verdadero “VICARIO DE CRISTO” en el mundo. En su calidad de centro permanente de autoridad en todo lo que se refiere a la fe y la doctrina, los caminos por los cuales guía a la iglesia están enteramente de acuerdo con la Biblia. La nota distintiva es el hecho de que el Espíritu Santo es el “VERDADERO VICARIO Y SUCESOR DE CRISTO AQUÍ EN LA TIERRA” (NO el papa). La dependencia de organizaciones y dirigentes, o de sabiduría terrenal, significa poner lo humano en lugar de lo divino”. El Espíritu Santo estaba íntimamente involucrado en la administración de la iglesia apostólica. Al seleccionar misioneros, la iglesia obtenía su conducción por medio de la oración y el ayuno (Hech.13: 1-4). Los individuos seleccionados eran conocidos por su disposición a ser guiados por el Espíritu. El libro de los Hechos los describe diciendo que “ESTABAN LLENOS…. DEL ESPIRITU SANTO” (Hech.13:52, ver también vers. 9). Pablo recordó a los ancianos de la iglesia que habían sido colocados en su posición por el Espíritu Santo (Hech.20:28).
EQUIPA A LA IGLESIA CON DONES ESPECIALES: En los tiempos del Antiguo Testamento, el “Espíritu de Jehová” descanso “sobre” ciertos individuos, concediéndoles poderes extraordinarios para conducir y librar a Israel (Jueces 3:10; 6:34; 11:29; etc.), así como la capacidad de profetizar (Num.11:17, 25, 26; 2 Sam.23:2). En el caso de la iglesia primitiva el Espíritu distribuyó dones espirituales a los creyentes conforme a su voluntad (Hech.2:38; 1 Cor.12:7-11), y proveyó el poder especial necesario para proclamar el Evangelio hasta los fines de la tierra (Hech.1:8; véase el cap. 16).
LLENA EL CORAZÓN DE LOS CREYENTES: La recepción del Espíritu Santo, que nos transforma a la imagen de Dios, comienza con el nuevo nacimiento y continúa la obra de santificación. Dios nos ha salvado según su misericordia “por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cuál derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tito 3:5, 6). La ausencia del Espíritu es lo que hace tan importante el ministerio evangélico. Puede poseerse saber, talento, elocuencia, y todo don natural adquirido; pero, sin la presencia del Espíritu de Dios, ningún corazón se conmoverá, ningún pecador será ganado para Cristo.
HOY EL ESPÍRITU SANTO DIRIGE NUESTRA ATENCIÓN AL MAYOR DON DE AMOR QUE DIOS NOS OFRECE EN SU HIJO. RUEGA QUE NO RESISTAMOS SUS LLAMADOS, SINO QUE ACEPTEMOS EL ÚNICO MEDIO POR EL CUAL PODEMOS SER RECONCILIADOS CON NUESTRO AMOROSO Y MISERICORDIOSO PADRE CELESTIAL.
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