LA PALABRA DE DIOS -primera parte
Ningún libro ha sido tan amado, tan odiado, tan reverenciado, tan condenado como la Biblia. Hay quienes han sufrido la muerte por su causa. Otros se han convertido en asesinos creyendo honrarla. Ha inspirado los hechos más nobles y más grandes del hombre, y ha sido culpada por sus hechos más condenables. Se han levantado guerras sobre la Biblia, revoluciones han sido alimentadas en sus páginas, y reinos han caído por sus ideas. Personas de diversos puntos de vista: desde teólogos de la liberación hasta capitalistas; de fascistas a marxistas, de dictadores a libertadores, de pacificadores a militaristas, buscan en sus paginas las palabras con las cuales justificar sus acciones.
La exclusividad de la Biblia no viene de su influencia política, cultural y social inigualables, sino de su origen y de los temas que trata. Es la revelación del único Dios-hombre, Jesucristo, el Salvador del mundo.
LA REVELACION DIVINA
Mientras a través de la historia algunos han dudado de la existencia de Dios, muchos otros han testificado confiadamente que Dios existe y que se ha revelado a sí mismo. ¿En que formas se ha revelado Dios mismo y que función cumple la Biblia en su revelación?
La vislumbre del carácter de Dios que proveen la historia, la conducta humana, la conciencia y la naturaleza con frecuencia se llama “revelación general” porque está disponible a todos y apela a la razón. Para millares, “los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal.19:1) El sol, la lluvia, las colinas, los arroyos, todos declaran el amor del Creador. “Porque las cosas invisibles de El, su eterno poder y Deidad, se hacen claramente visible desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Rom.1:20).
Otros ven evidencia del cuidado de Dios en las relaciones de amor felices y extraordinarias entre amigos, familiares, esposo y esposa, padres e hijos. “Como aquél a quien consuela su madre, así os consolaré a vosotros” (Isa. 66:13). “Como el padre se compadece de lo hijos, se compadece Jehová de los que le temen” (Sal.103:13).
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