DOCTRINA DE LA VIDA CRISTIANA
LA BENDICIÓN DE DIOS PARA LA SALUD TOTAL-parte 4-
LA BENDICIÓN DE UNA ALIMENTACIÓN NUTRITIVA. A la primera pareja, el Creador le prescribió el régimen alimentario ideal: “Os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer” (Gen 1:29). Después de la caída, Dios añadió a su alimentación “plantas del campo” (Gen.3:18).
Los problemas de salud que existen en nuestros días tienden a centrarse en el tipo de enfermedades degenerativas cuya causa se puede trazar directamente al régimen alimentario y al estilo de vida. El régimen que Dios planeó, consistente en cereales, frutas, nueces, y verduras, ofrece los ingredientes nutritivos correctos, necesarios para promover la salud óptima.
LA ALIMENTACIÓN ORIGINAL. La Biblia no condena la práctica de comer animales limpios. Pero la alimentación original de Dios para el hombre no incluía alimentos cárneos, porque no era el plan divino que se quitara la vida a ningún animal, y porque un régimen vegetariano equilibrado es el mejor para nuestra salud, hecho a favor del cuál la ciencia ofrece evidencias cada vez más abundantes. Los individuos que consumen productos animales que contienen bacterias o virus capaces de producir enfermedades, corren el riesgo de que su salud sufra daños bien definidos. Se estima que cada año en los Estados Unidos, millones de personas sufren por comer carnes de aves contaminadas con salmonela y otros microorganismos que las inspecciones no lograron descubrir.
“La contaminación bacterial significa un riesgo mucho mayor que la que presentan los aditivos y los preservativos que se agregan a los alimentos”. Además, diversos estudios que se han llevado a cabo en años recientes indican que el consumo excesivo de carne puede causar un aumento en la aterosclerosis, el cáncer, los desórdenes de los pulmones, la osteoporosis, y la triquinosis, y en consecuencia, puede disminuir la expectativa de vida.
El régimen que Dios ordenó en el jardín del Edén —el régimen vegetariano— es el ideal, pero hay ocasiones en las cuales no podemos alcanzar el ideal. En esas circunstancias, en una situación o región determinada, los que desean mantener su salud en el mejor estado posible, se alimentarán con el mejor alimento que puedan obtener.
CARNES LIMPIAS E INMUNDAS. Recién después del Diluvio, Dios introdujo la carne como alimento. Por haber sido destruida toda la vegetación, Dios le concedió a Noé y a su familia permiso para comer carne, estipulando que NO debían comer la sangre del animal (Gen.9:3-5).
Otra estipulación que la Escritura implica que Dios le impartió a Noé, era que tanto él como su familia debían comer únicamente los animales que Dios identificara como limpios. Debido a que Noé y su familia necesitaban los animales limpios como alimento así como para sacrificio (Gen.8:20), Dios instruyó a Noé que tomara consigo en el arca siete parejas de cada clase de animal limpio, en contraste con una sola pareja de cada clase de animal inmundo (Gen.7: 2, 3). LEVÍTICO 11 Y DEUTERONOMIO 14 PROVEEN EXTENSOS DETALLES EN CUANTO A ANIMALES LIMPIOS E INMUNDOS.
Por naturaleza, los animales inmundos no constituyen el mejor alimento. Muchos pertenecen a la clase de los que se alimentan de carroña, y otros son rapaces o de presa, desde el león y el cerdo hasta el buitre y los peces que viven en el fondo de ríos y lagos, y se alimentan de los desechos que allí se acumulan. Debido a sus hábitos, es más fácil que sean portadores de enfermedades.
Diversos estudios han revelado que además de cierta cantidad de colesterol que se halla en el puerco y en los mariscos, ambos contienen una cantidad de toxinas y contaminantes que están asociados con el envenenamiento de los seres humanos. Al abstenerse de los alimentos inmundos, el pueblo de Dios demostró su gratitud por su redención del mundo corrompido e inmundo que los rodeaba (Lev.20: 24-26; Deut.14:2). Introducir cualquier cosa inmunda en el templo del cuerpo, en el cuál mora el Espíritu de Dios, es vivir en forma inferior al ideal de Dios.
El Nuevo Testamento NO abolió la distinción que se hace entre las carnes limpias e inmundas. Algunos creen que porque dichas leyes de la alimentación se mencionan en Levítico, son puramente ceremoniales o ritualistas, y de este modo ya no son válidas para los cristianos. Sin embargo, la distinción entre los animales limpios y los inmundos se remonta a los días de Noé, mucho antes de que existiera el pueblo de Israel. Como principios de salud, estas leyes relativas a la alimentación mantienen su calidad obligatoria.
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