EL CAMINO A CRISTO -EL PRINCIPE DEL CIELO- parte 23-
COMO LOGRAR UNA MAGNIFICA RENOVACION
COMO PERMANECER CERCA DE EL Y SOSTENER UNA VIDA VICTORIOSA EN CRISTO-parte 4-
Murió por nosotros y ahora ofrece quitarnos nuestros pecados y vestirnos de su justicia. Si nos entregamos a El y lo aceptamos como nuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido nuestra vida, seremos contados entre los justos por consideración a El. El carácter de Cristo toma el lugar del nuestro, y nosotros somos aceptados por Dios como si no hubiésemos pecado.
Más aún, Cristo cambia el corazón. Habita en nuestro corazón por la fe. Debemos mantener esta comunión con Cristo por la fe y la sumisión continua de nuestra voluntad a El; mientras hagamos ésto, El obrará en nosotros para que hagamos conforme a su voluntad. Así podremos decir: “…y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cuál me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Cuando hablamos de la fe debemos tener siempre presente una distinción. Hay una clase de creencia enteramente distinta de la fe. La existencia y el poder de Dios, la verdad de su Palabra, son hechos que aun Satanás y sus huestes no pueden negar.
La Biblia dice:..También los demonios creen, y tiemblan (Santiago 2:19), pero ésta no es fe. Donde no solo hay una creencia en la Palabra de Dios, sino una sumisión de la voluntad a El; donde se le da a El el corazón y los afectos se fijan en El; allí hay fe, fe que obra por el amor y purifica el alma. Mediante esta fe, el corazón se renueva conforme a la imagen de Dios. Y el corazón que en su estado carnal no se sujetaba a la Ley de Dios ni tampoco podía, se deleita después en sus santos preceptos, diciendo con el salmista:”¡Oh cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Salmo 119:97) Y la justicia de la Ley se cumple en nosotros, los que no andamos “conforme a la carne, más conforme al espíritu” (Rom.8:1).
Hay quienes han conocido el amor perdonador de Cristo y desean realmente ser hijos de Dios; sin embargo, reconocen que su carácter es imperfecto y su vida defectuosa, y están propensos a dudar de que sus corazones hayan sido regenerados por el Espíritu Santo. No debemos desanimarnos. Aún si somos vencidos por el enemigo, no somos arrojados, ni abandonados, ni rechazados por Dios. NO; Cristo está a la diestra de Dios e intercede por nosotros. “…Y si alguno pecare, abogado tenemos para con el Padre, a saber, Jesucristo el Justo.” (Juan 2:1) Oremos con más fervor; creamos más plenamente. A medida que desconfiemos de nuestra propia fuerza confiaremos en el poder de nuestro Redentor, y luego alabaremos a Aquél que es la salud de nuestro rostro.
Cuanto más cerca estemos de Jesús, más imperfectos nos reconoceremos, porque veremos más claramente nuestros defectos a la luz del contraste de su perfecta naturaleza. Esta es una evidencia de que los engaños de Satanás han perdido su poder y de que el Espíritu de Dios nos está despertando.
Mientras menos cosas dignas de estima veamos en nosotros, más encontraremos que estimar en la pureza y santidad infinitas de nuestro Salvador. Una idea de nuestra pecaminosidad nos puede guiar a Aquél que nos puede perdonar; y cuando, comprendiendo nuestra impotencia, nos esforcemos en seguir a Cristo, El se nos revelará con poder. Cuanto más nos guie la necesidad a El y a la Palabra de Dios tanto más elevada visión tendremos de su carácter y más plenamente reflejaremos su imagen. (Elena White)
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