MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD-parte 19-
COMPRENSIÓN. La cortesía que, comenzando con nuestras familias se extienden fuera de ese círculo, ayudan a producir la suma de la felicidad de la vida; y el descuido de estas cosas pequeñas produce la suma de la amargura y la tristeza de la vida.
CRISTO COMPRENDE: El que se humanó sabe simpatizar con los padecimientos de la humanidad. No sólo conoce Cristo a cada alma, así como sus necesidades y pruebas particulares, sino que conoce todas las circunstancias que irritan el espíritu y lo dejan perplejo.
Tiende su mano con tierna compasión a todo hijo de Dios que sufre. Los que más padecen reciben mayor medida de simpatía y compasión. Le conmueven nuestros achaques y desea que depongamos a sus pies nuestras congojas y nuestros dolores, y que allí los dejemos.
LA COMPRENSIÓN PRODUCE UNA RELACIÓN MAS ESTRECHA CON CRISTO: Las buenas obras son el fruto que Cristo requiere que llevemos, palabras bondadosas; actos de bondad, de tierna compasión por los pobres, los necesitados, los afligidos.
Cuando los corazones simpatizan con los corazones cargados de desánimo y angustia, cuando la mano reparte a los necesitados, cuando se viste a los desnudos, cuando se invita a un extraño a descansar en la sala y se le da un lugar en su corazón, los ángeles llegan a estar muy cerca. Cada acto de misericordia hacia los necesitados y los sufrientes se considera como si fuera hecho a Jesús.
CRISTO PIDE TERNURA Y COMPASION: La verdadera simpatía entre el hombre y sus semejantes ha de ser señal que distinguen a los que aman y temen a Dios de los que desconocen su Ley.
LA SUMA DE LA FELICIDAD DE LA VIDA: Un intelecto cultivado es un gran tesoro, pero sin la influencia suavizadora de la simpatía y el amor santificado no es del máximo valor. Deberíamos tener palabras y hechos de tierna consideración por los demás. Podemos manifestar pequeñas atenciones con palabras amables, las cuales reflejarán sobre nosotros.
Es imposible estar con Cristo y sin embargo mostrar falta de bondad hacia otros y olvidar sus derechos. Muchos desean ardientemente una simpatía amistosa. Dios nos ha dado a cada uno una identidad propia, que no puede fundirse en la de otro; pero nuestras características individuales serán mucho menos prominentes si realmente somos de Cristo y su voluntad es la nuestra.
Deberíamos olvidarnos de nosotros mismos, siempre buscando oportunidades -aún en cosas pequeñas- para mostrar gratitud por los favores que hemos recibido de otros y buscar oportunidades de alegrar a otros y aliviar sus tristezas y cargas con actos de bondad y amor.
Estas cortesías atentas que, comenzando con nuestras familias se extienden fuera de ese círculo, ayudan a producir la suma de la felicidad de la vida; y el descuido de estas cosas pequeñas produce la suma de la amargura y la tristeza de la vida. (Elena White)
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