LA FUENTE DE CURACION-parte 37-
LA ALIMENTACION Y LA SALUD-parte 4-
COMO NO SE DEBE COMER-parte 2-
Estos síntomas desagradables se dejan sentir porque la naturaleza hizo su obra con un gasto inútil de fuerza vital y quedó completamente exhausta. El estómago clama: “dadme descanso”. Pero muchos lo interpretan como una nueva demanda de alimento; y en vez de dar descanso al estómago le imponen más carga. En consecuencia es frecuente que los órganos digestivos estén gastados cuando debieran seguir funcionando bien. A estómago cargado, cerebro pesado.
Cuando se han contraído hábitos dietéticos erróneos debe procederse a una reforma. Cuando el abuso del estómago ha resultado en dispepsia deben hacerse esfuerzos cuidadosos para conservar el resto de la fuerza vital evitando todo recargo inútil. Puede ser que el estómago nunca recupere la salud completa después de un largo abuso; pero un régimen dietético conveniente evitará un mayor aumento de la debilidad, y muchos se repondrán más o menos del todo.
La moderación en el comer se recompensa con vigor mental y moral. El exceso en el comer es particularmente perjudicial para los de temperamento lerdo. Hay hombres y mujeres de excelentes aptitudes naturales que por no dominar sus apetitos no realizan la mitad de aquello de que son capaces.
Quienes llevan importantes responsabilidades, y sobre todo los que velan por intereses espirituales, deben ser hombres de aguda percepción e intensos sentimientos. Más que nadie necesitan ser sobrios en el comer. Los que desempeñan cargos de confianza, deben hacer resoluciones de gran trascendencia, a menudo deben pensar con rapidez y esto sólo pueden hacerlo con éxito los que practican la estricta templanza.
La mente se fortalece bajo la influencia del correcto tratamiento dado a las facultades físicas e intelectuales. Si el esfuerzo no es demasiado grande, cada nueva tarea añade nuevo vigor. No obstante, muchas veces el trabajo de los que tienen planes de acción importantes que estudiar y decisiones no menos importantes que tomar queda afectado por un régimen alimentario impropio.
El desarreglo del estómago perturba la mente. A menudo causa irritabilidad, aspereza o injusticia. Más de un plan de acción que hubiera podido ser beneficioso para el mundo se ha desechado; más de una medida injusta, opresiva y aun cruel ha sido llevada a cabo a consecuencia de un estado proveniente de hábitos dietéticos erróneos.
Nadie puede sentar reglas estrictas para los demás. Cada cual debe dominarse a si mismo y, fundado en la razón, obrar por principios sanos.
Nuestro cuerpo es propiedad de Cristo, comprada por El mismo, y no nos es lícito hacer de ese cuerpo lo que nos plazca. Cuantos entienden las leyes de salud, implantadas en ellos por Dios, deben sentirse obligados a obedecerlas. La obediencia a las leyes de la higiene es una obligación personal.
A nosotros mismos nos toca sufrir las consecuencias de la violación de esas leyes. Cada cual tendrá que responder ante Dios por sus hábitos y prácticas. Por tanto, la pregunta que nos incumbe es: ¿Cómo debo conservar la habitación que Dios me dio?
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