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EL GRAN YO SOY- MENSAJES DE DIOS-”SANTIFÍCALOS EN TU VERDAD.TU PALABRA ES VERDAD”-JUAN 17:17-parte 48-

 

LA RECOMPENSA DE LOS SANTOS-parte 2-Apocalipsis 21:1-7; 22:1-7

Apocalipsis 21:1-7

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.

Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.

Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida

El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.

 

Apocalipsis 22:1-7

Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.

En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,

y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.

No habrá allí más noche; y no tiene necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

LEER Apoc.21:8

 

 

 

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MEDITACIONES-REFLEJEMOS A JESUS –parte 4-

CRISTO NOS DA EL AGUA VIVA

“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. (Juan 7:37, 38)

El sacerdote había cumplido esa mañana la ceremonia que conmemoraba la acción de golpear la roca en el desierto. Esa roca era símbolo de Aquel que por su muerte haría fluir raudales de salvación a todos los sedientos. Las palabras de Cristo eran el agua de vida. Allí en presencia de la congregada muchedumbre se puso aparte para ser herido, a fin de que el agua de la vida pudiese fluir al mundo. Al herir a Cristo, Satanás pensaba destruir al Príncipe de la vida; pero de la roca herida fluía agua viva. Mientras Jesús hablaba al pueblo, los corazones se conmovían con una extraña reverencia y muchos estaban dispuestos a exclamar, como la mujer de Samaria: “Dame esa agua, para que no tenga yo sed”. (Juan 4:15)

Jesús conocía las necesidades del alma. La pompa, las riquezas y los honores no pueden satisfacer el corazón. “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. Los ricos, los pobres, los encumbrados y los humildes son igualmente bienvenidos. El promete aliviar el ánimo cargado, consolar a los tristes, dar esperanza a los abatidos. Muchos de los que oyeron a Jesús lloraban esperanzas frustradas; muchos alimentaban un agravio secreto; muchos estaban tratando de satisfacer su inquieto anhelo con las cosas del mundo y la alabanza de los hombres; pero cuando habían ganado todo encontraban que habían trabajado tan sólo para llegar a una cisterna rota en la cual no podían aplacar su sed. Allí estaban en medio del resplandor de la gozosa escena, descontentos y tristes.

Este clamor repentino: Si alguno tiene sed”, los arrancó de su pesarosa meditación, y mientras escuchaban las palabras que siguieron, su mente se reanimó con una nueva esperanza. El Espíritu Santo presentó delante de ellos el símbolo hasta que vieron en El el inestimable don de la salvación.

El clamor que Cristo dirige al alma sedienta sigue repercutiendo, y llega a nosotros con más fuerza que aquellos que lo oyeron en el templo en aquel último día de fiesta. El manantial está abierto para todos. A los cansados y exhaustos se ofrece la refrigerante bebida de la vida eterna. Jesús sigue clamando:

“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. “Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. “Más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Apocalipsis 22:17; Juan 4:14).  (El Deseado de Todas las Gentes)

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